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"Pertenezco al mundo en el que nací"

‘Las nieves del Kilimanjaro’ es un relato situado en un barrio obrero de Marsella. La película se aleja de las fórmulas prefabricadas y se centra en las historias comunes y mínimas que invitan a la reflexión.

Liliana López Sorzano
09 de enero de 2013 - 10:00 p. m.
En ‘Las nieves del Kilimanjaro’, Michel y Marie Claire han estado casados por 30 años. Un evento desafortunado vendrá a revolucionarlo todo.  / Fotos: Cortesía Unifrance
En ‘Las nieves del Kilimanjaro’, Michel y Marie Claire han estado casados por 30 años. Un evento desafortunado vendrá a revolucionarlo todo. / Fotos: Cortesía Unifrance

Historias que no sólo ocurren en castillos, ni en mundos imaginarios, ni en tiempos remotos, ni en cien mil leguas submarinas. Historias cercanas con personajes de carne y hueso, con personas concretas que existen, como las que viven a la vuelta de la esquina, son el tipo de relatos que le interesan al director de Las nieves del Kilimanjaro, Robert Guédiguian, realizador cinematográfico con más de 20 películas y quien es toda una referencia en Francia.

Las nieves del Kilimanjaro retrata de forma simple y entrañable, a través de personajes íntegros y honestos, la historia de un matrimonio, Marie Claire y Michel, delegado sindical del puerto de Marsella que pierde su trabajo y, con él, las ilusiones de una solidaridad entre obreros que solía existir en el pasado. Un desafortunado robo doméstico de sus pequeñas economías va a poner en cuestión sus creencias y toda su vida.

En Francia, las películas de Robert Guédiguian tienen un público fiel que espera con ansiedad sus estrenos. Sus relatos y la manera de filmar tienen varias particularidades. Primero, porque ha filmado sus últimas películas en Marsella, su ciudad de origen, creando una especie de microcosmos replicado en historias universales que pueden funcionar aquí o allá. “Si filmo en el barrio de L’Estaque, Marsella, es para mostrarle a la gente de todos los barrios del mundo que en su propia comunidad ocurren historias similares. Porque si hablamos del último guión que escribí, si se lo doy a un director colombiano, estoy seguro de que sólo cambian algunas réplicas y lo puede filmar en su propio país, lo mismo pasará con un director ruso y por esto siempre voy a filmar el mismo barrio”, sostiene Guédiguian en conversación para El Espectador.

Segundo, porque siempre utiliza a los mismos actores. Dentro de sus musas están su esposa, Ariane Ascaride, y su actor fetiche, Jean-Pierre Darroussin. Ellos son los principales, pero como si se tratara de un grupo de teatro, tiene una tropa de actores que siempre lo suele acompañar en sus aventuras cinematográficas.

Tercero, porque sus películas se basan en historias comunes, de lo cotidiano, llevadas a la gran pantalla a través de ese milagro que se produce cuando son bien contadas. “Hago películas en las que le digo al público: ustedes son los héroes de su propia vida. No son los Bruce Willis, ni los Indiana Jones, no son ese tipo de héroes. Yo hago películas para decirle al pueblo que es grande, glorioso y que tiene el derecho de llevar adelante grandes y lindas historias. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor, basta golpear la puerta de los vecinos para encontrarlas. Y si uno logra contarla bien, la película conmoverá a todo el mundo, dentro de 5, 10 o 30 años”, confiesa el director.

Cuarto, porque sus películas siempre están ancladas en la realidad social y hay un intento de mostrar el sentido de la comunidad, del grupo que prevalece sobre los individuos, ya que fue hijo de obreros y sus posiciones políticas siempre han tendido a la izquierda.

En Las nieves del Kilimanjaro los personajes principales sienten esa nostalgia, incluso derrota, por lo que significaba pertenecer a la clase obrera. Para este director, tener esa noción de clase es importante porque “es el único medio de tener el poder, no de tomarlo, sino de tenerlo para poder estar de pie, resistir a las injusticias y para festejar entre amigos, hermanos, para encontrarse, para vivir y disfrutar del tiempo, y para eso hace falta saber a qué mundo pertenece uno”. En la película, en medio de esos personajes conmovedores, cercanos, con los que la gente se puede identificar, hay constantes referencias a la noción de grupo y de individuo. Según Guédiguian, la humanidad tiene que llegar a resolver los problemas entre el individuo y la sociedad, y a veces el socialismo da una respuesta a ello.

Por Liliana López Sorzano

 

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