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Crispetas y cine: amigos inseparables

En 12 ciudades del país se celebra la segunda versión del #DíadelaCrispeta, este sábado en salas de Cine Colombia. En esta jornada se duplicará el consumo de palomitas de maíz en el recipiente curioso que lleven los espectadores.

Laura Arévalo
20 de agosto de 2016 - 04:20 a. m.
Escena de la película “Gremlins”, de 1984.
Escena de la película “Gremlins”, de 1984.

Dicen que en las crisis “hay quienes lloran y hay quienes prefieren vender pañuelos”, y justo eso parece ser lo que ocurrió durante la Gran Depresión en Estados Unidos en 1929, una crisis económica que dejó 13 millones de estadounidenses cesantes.

Durante esta dura recesión, que comenzó en EE. UU. con la caída de la bolsa, conocida como el Crack del 29 o el Martes Negro, y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo, había muchos productos, pero nada de dinero para consumirlos. En medio de la carencia había uno en especial abundancia: el maíz.

Era barato, se preparaba solo con manteca de cerdo y sal, fácil de hacer y delicioso. Su aroma era increíble. Una vez se probaba uno no se podía parar de comer y, sobre todo, era llenador: una pequeña cantidad servía para mitigar el hambre que se encontraba a la orden del día.

Por otra parte el cine, novel invento que los hermanos Lumière crearan a final del siglo XIX, había avanzado mucho y se había constituido en un espectáculo sencillo de proyectar, en una sábana, por ejemplo, o en los teatros, echando mano de la sofisticada tecnología de la época. En cualquiera de los dos casos, tenían algo en común: también era un espectáculo asequible y masivo. Tan masivo como el desempleo, la crisis, el hambre y la depresión económica, física y moral que afectaban a la población. Así que los ociosos del mundo, abatidos por la situación y en la inopia, lo único que podían hacer para distraerse era ver cine, el espectáculo del pueblo.

Para aquel entonces la crispetera, simpática vitrina de cristal con ruedas, que en principio había servido para tostar cacahuates y hasta granos de café, existía desde hacía poco más de 30 años, creada por Charles Cretors, oriundo de Lebanon (Ohio). Así que alguien se puso el delantal, tomó su carro, unos cuantos puñados de maíz reventador, y salió a divagar por las calles mientras el increíble aroma y el precio ajustado a los vacíos bolsillos atraían a los compradores. Por supuesto, el empresario crispetero rondaba los espacios de exhibición de cine. Así fue como las crispetas se convirtieron en el aliado que le puso la cara amable al cine en uno de los momentos más difíciles de la historia.

Años después, el amor por las crispetas continúa

Actualmente, según un artículo publicado por el diario económico La República sobre el consumo de maíz pira en el país, “De las 10.000 toneladas de maíz pira que se consumen al año en Colombia, 48 % se vende en los cines. Aunque los cines son un sector importante, cifras de Fenalce (Federación Nacional de Cultivadores de Cereales) señalan que el 52 % del maíz reventador importado se va para los retailers (ventas minoristas o consumo doméstico)”.

Al parecer, la devoción por el alimento es real. De acuerdo con el comportamiento de los consumidores, el 22 de agosto del 2015, fecha del primer #DíadelaCrispeta en el país, fue el de mayor consumo de maíz pira en las salas de Cine Colombia. El gigante exhibidor obsequió cerca de 6 toneladas de crispetas y 21.000 usuarios de las redes sociales hicieron gala de sus imágenes con los recipientes más originales que llevaron para celebrar.

Por Laura Arévalo

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