“El cine ya no es parte de nosotras”: Salma Hayek

La estrella mexicana dice que los hombres siempre son los “dioses” del cine. Ellos deciden, incluso, a cuál actriz quieren besar durante el rodaje.

Fabián W. Waintal
09 de septiembre de 2015 - 03:12 a. m.

En medio de una denuncia donde la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos está pidiendo que el Gobierno investigue a fondo la discriminación femenina en el mundo del cine, del otro lado del Atlántico, en Francia, Salma Hayek participó en el panel Kering Women in Motion con otras mujeres famosas, como Isabella Rosellini, que expusieron su opinión personal sobre el tema. Y en una sincera entrevista, por primera vez, Salma se sienta a hablar de sus propias experiencias frente a la discriminación, sin autocensura, destapando las secretas verdades que esconde el mundo machista de Hollywood.

¿Cree que las mujeres puedan generar cierto cambio en un mundo del cine donde hay menos de un 5% de directoras o incluso ninguna mujer protagonizó al menos una de las producciones nominadas como mejor película en la última entrega del Óscar?

La solución es bastante simple. La única forma de que los hombres quieran ayudar a generar un cambio, la única forma de inspirarlos es con dinero, demostrándoles que somos una fuerza económica. Hasta ahora no se han molestado porque están ocupados con ganar dinero de la misma forma que lo vienen haciendo siempre. Para ellos esto es un negocio y no piensan como las mujeres. No dicen: “Mi Dios, esta película da vergüenza, es humillante hacer algo así”.

¿En las recaudaciones las mujeres no generan tantos millones de dólares en Hollywood como los hombres?

Lo triste es que las únicas dos industrias donde las mujeres recaudan más que los hombres son la moda y la pornografía. Y es triste y una antigüedad saber que en el cine las grandes estrellas valemos la pena sólo si somos objetos sexuales. Es una forma muy ignorante de ver quiénes somos. Y es difícil entenderlo porque estamos dentro de un círculo vicioso donde las mujeres no tenemos la oportunidad de expresar quiénes somos o lo que queremos ver en el cine.

¿Los actores más famosos, que ganan sueldos más altos que los de las mujeres, también tienen la culpa?

Uno de los peores problemas de los que nadie habla es que los hombres, los grandes protagonistas, están en el corazón del problema. La mayoría de los actores más famosos imponen en sus contratos la aprobación de la actriz que va a ser la protagonista femenina, aunque sea una parte pequeña. El hombre siempre es el “dios” del cine, porque es el que decide. Y tampoco nos pagan los mismo, ahí también hay discriminación. Es algo que tendría que decidir el director, no un actor. Y el hecho de poder decidir a quién va a besar es demasiado machista.

En ese sentido, ¿Antonio Banderas no tuvo mucho que ver en su éxito cuando trabajaron juntos en las películas de “Desperado”?

Por suerte tengo una mánager brillante, que también representa a Julianne Moore, y no nos despidió cuando cumplimos 35 años. Ella es la que pelea por nosotras. Pero cuando las mujeres fuertes, que son las estrellas más importantes, recibimos un guión y todo está listo, los hombres nunca quieren ser segundos “Ah, no, no, la película no trata sobre mí”, dicen. Y es por eso que, sin exagerar, quedan en el camino proyectos muy importantes que no pueden encontrar un protagonista famoso, porque las recaudaciones están basadas en los protagonistas masculinos.

¿Por ahí pasa la investigación que está pidiendo la Unión de Libertades Civiles?

Por ahí pasa el problema. ¿Cómo podemos saber lo que valen estas increíbles mujeres si las ponen siempre en un papel menor que el del hombre? Porque ellos también se involucran en el guión, tienen la aprobación final si no les gusta hacia dónde va el personaje femenino que pueda robarles luz. ¿Cómo pueden saber que la mujer no recauda igual si es el hombre el que se lleva siempre el crédito? ¿Cómo saben que no nos vinieron a ver a nosotras? La discriminación pasa por diferentes puntos y, aunque nadie lo diga, también pasa por los protagonistas masculinos... Uy, después de esto no vuelvo a trabajar más.

¿En su caso le han cerrado puertas en Hollywood por ser mujer y latina, más allá de su fama?

Cuando empecé a producir para los latinos siempre me cerraron las puertas, una después de la otra. Es una idea brillante mostrar las estadísticas para comprobar el poder que tenemos los hispanos como consumidores por ser una enorme población en Estados Unidos, aunque no estemos representados más allá del servicio doméstico. Y cuando yo traté de producir Betty, la fea (Ugly Betty), me dijeron no muchísimas veces. Pero yo no quise renunciar. Lo que hice fue ir a una compañía que compra espacio en televisión para muchos anunciantes. Les mostré los números de cómo podíamos representar dinero y pude convencerlos, porque querían llegar a ese público latino, sólo porque había dinero detrás. Y así pude ir a ABC a decirles que había vendido cada uno de los comerciales de la serie de televisión.

¿No le parece que al menos hay algún cambio con el éxito de Jennifer Lawrence en “Los Juegos del Hambre”, además de los millones que recaudaron películas femeninas como “Cincuenta sombras de Grey” o “Pitch Perfect 2” y “Magic Mike” o incluso Charlize Theron con “Mad Max”?

Sí, noto el cambio. Y mi teoría se comprueba con Cincuenta sombras de Grey. Es un libro que escribió una mujer para las mujeres. Pero ahora se encuentran con el problema de no tener mujeres guionistas ni directoras. Toda la industria se mueve lentamente porque perdieron una generación entera que abandonaron. Tenemos suerte porque las mujeres jóvenes nos están ayudando, comprando todos estos libros que después terminan en el cine con protagonistas femeninas, como Jennifer Lawrence o Dakota Johnson. Todo porque el público femenino más joven empezó a demostrar “Esto es lo que queremos”. Y ahora saben qué quiere ese sector demográfico y el poder económico que tienen.

¿Cuál es entonces el problema?

El problema es que todavía no saben lo que queremos ver las mujeres, porque como no hay nada que diga lo que queremos decir, no lo producen. No estamos yendo al cine y por eso es tan difícil entender la película que queremos ver. Mi teoría es que no hay nada que podamos ver y tampoco hay trabajos para las mujeres que puedan entender lo que queremos. No hay escritoras, no hay productoras, no hay suficientes directoras. No nos interesa todo aquello que nos muestre como un objeto sexual. No nos vende. Pero la televisión inteligente sí captó nuestra atención.

Si la televisión entiende más a la mujer, ¿no es posible mostrar el cine que les gusta con temas femeninos en películas de TV?

Pasa en cierta forma con el cine independiente y lo vemos también en televisión. Pero las mujeres ya perdimos el amor por el ritual de ir a un cine. El cine ya no es parte de nosotras, que estamos trabajando y estamos mucho más ocupadas. Así como el mundo del cine nos abandonó, nosotras también lo abandonamos. Y nuestro nuevo ritual es la TV. En el cine piensan que sólo nos gustan las comedias románticas. Somos mucho más inteligentes que eso. Es parte del pasado. Y hoy hay menos protagonistas femeninas en el cine porque no saben lo que pueden hacer.

Habiendo pasado por tantos roles como actriz famosa, productora o directora, ¿cuál de todos esos roles tiene mayor influencia para un cambio?

No creo que sea ningún rol. En el primer minuto que llegué a Estados Unidos me dijeron que me volviera a mi casa. “Vuelve a hacer telenovelas. Nunca vas a conseguir trabajo aquí. Apenas hablas inglés. Eres mexicana”. Yo era una estrella importante en mi país y cuando vine a Estados Unidos me cerraron todas las puertas en la cara y tuve que empezar como extra de cine.

¿Es verdad que un ejecutivo le dijo: “Pudiste haber sido la más grande estrella de Estados Unidos, pero naciste en el país equivocado y no podemos arriesgarnos a que abras la boca y la gente piense en sus mucamas”?

Fue el que más me elogió porque al menos reconoció diciéndome: “Eres inteligente, eres talentosa y hermosa. Pudiste ser una estrella enorme, pero naciste en el país equivocado”. Al menos fue honesto porque muchos piensan igual y no lo dicen.

¿Cómo ha logrado mantenerse en la cima?

Yo soy mexicana, soy mujer, soy libanesa, tengo 48 años. No puedo estar más abajo. Y sin embargo, trabajo más que nunca. Siempre trabajé fuera de los grandes estudios. La única razón por la que hice algunas películas con ellos es porque me impuso gente como Adam Sandler, que es amigo mío. Y de alguna forma pude sobrevivir. Y te digo cómo: en vez de aceptar que me digan que no voy a poder trabajar después de los 35 o 48 años o que no me queje porque soy mexicana, creo que no puedo quejarme si al menos no hago un esfuerzo por marcar una diferencia. Por eso me convertí en productora. Yo hago trabajos originales. No soy productora porque soy actriz, sino porque no acepto un no como respuesta. Si muero en el camino, quiero morir con orgullo.

Por Fabián W. Waintal

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