Toda esta labor, en el olvido

Durante más de treinta años, Francisco Carranza, antiguo fotorreportero de El Espectador, le ha entregado a Colombia imágenes que muestran nuestra cruda historia.

Sara Malagón Llano
15 de marzo de 2014 - 12:54 p. m.
‘Palacio de Justicia’, Francisco Carranza.  / Fotos: Cortesía Fotomuseo
‘Palacio de Justicia’, Francisco Carranza. / Fotos: Cortesía Fotomuseo
Foto: FRANCISCO CARRANZA

Son dos los documentales, realizados a finales del año pasado, que cuentan la historia de los grandes del fotorreportaje colombiano: Carlos Caicedo: la mirada silenciosa y Francisco Carranza: la pasión por un instante. Su director, Juan Carlos Delgado, ha hecho más de cuarenta documentales en Colombia, porque cree que se trata de un género o una manifestación artística privilegiada para contar la historia, para tratar de crear dejando memoria. De ahí que le propusiera el proyecto al Museo Nacional de la Fotografía de Colombia (Fotomuseo), tras haber hecho uno —posteriormente premiado por el Ministerio de Cultura— sobre otro gran maestro de la fotografía del país, Héctor Acebes. “Me di cuenta de que en Colombia no hay memoria, y hay muchos artistas y fotógrafos importantes que hoy en día no son muy conocidos. Viendo estos documentales creo que un fotógrafo puede aprender muchísimo. Me encanta hacer documentales y más sobre fotógrafos”, dice Delgado. Por eso, y por su altísimo valor histórico y estético, las fotografías de Carranza y Caicedo componen más del 50 por ciento de las imágenes que aparecen en los documentales.

Su realización se hizo en un tiempo récord: los dos en tres meses, y su objetivo es rescatar la vida y obra de estos artistas, un trabajo fotográfico e histórico que ya nadie conoce.

Francisco Carranza trabajó durante treinta y cinco años en El Espectador y Carlos Caicedo fue por años foto reportero de El Tiempo. Construyeron sus carreras paralelamente en sus respectivos periódicos, aunque el segundo fue el gran maestro del primero.

Francisco Carranza fue pieza clave en el desarrollo de El Espectador como periódico, pues fue testigo de momentos cruciales de la maldita historia de este país, como el asesinato de Guillermo Cano y la toma del Palacio de Justicia. En el documental, su historia se presenta cronológicamente y se hace énfasis en su trabajo como fotorreportero. “Francisco Carranza tuvo esposa y varios hijos, pero su vida estaba toda volcada hacia la fotografía. Vivía para eso, tenía la cámara y los equipos debajo de la cama, y si había que salir corriendo a la una de la mañana a trabajar, lo hacía sin reparo”, cuenta Delgado.

Fueron dos fotógrafos de gran valor que se formaron empíricamente. Desde muy pequeños entraron a trabajar en sus periódicos. Eran los “toderos”, hacían todo tipo de mandados, y entre ellos el que más los apasionaba: revelar las películas. En sus años de aprendizaje, Carranza examinaba las fotos de las portadas del periódico, salía corriendo hacia el lugar donde habían sido tomadas y trataba de enfocar las mismas imágenes con su lente. Aprendió a fotografiar imitando a sus maestros, tanto a nivel técnico como artístico.

Carranza empezó a tomar fotografías cuando su padrino de bautismo, el fotógrafo de Monguí (Boyacá), le regaló una cámara. Desde los seis años no dejó de visitar su estudio. Tal vez por eso sus imágenes reflejan la frescura y la espontaneidad de la mirada de un niño y, a la vez, la fuerza y el dramatismo que ganaron con los años.

En Bogotá su pasión por la fotografía siguió creciendo, mientras terminaba sus estudios de bachillerato. La mesada que le daban sus padres para las onces la usaba para comprar rollos fotográficos y los químicos necesarios para el proceso de revelado, que llevaba a cabo en un improvisado cuarto oscuro.

En 1968, cuando tenía 16 años, viajó al Vichada como trabajador del laboratorio de fotografía de El Espectador. De allí surgió su primer reportaje para el periódico. Luego empezó a acercarse a los reporteros de entonces y a examinar con detenimiento los trabajos de Nereo López, Leo Matiz y Hernán Díaz. Pero su gran maestro fue Carlos Caicedo, del que aprendió la técnica y la perspectiva artísticas del fotoperiodismo.

A las imágenes y las historias presentadas en los documentales se suman entrevistas y testimonios de sus compañeros Gabriel Aponte y Mauricio Vega, además de redactores, fotógrafos y fotorreporteros de los periódicos y de todos aquellos que fueron testigos de su trayectoria. En el de Carranza aparece Fidel Cano, actual director de El Espectador, recordando los años en que, siendo niño todavía, visitaba las instalaciones del periódico. De vez en cuando se topaba con Carranza.

También aparece Fernando Cano, un gran fotógrafo colombiano que trabajó con Carranza durante mucho tiempo. Eran buenos compañeros y obtuvieron varios premios nacionales e internacionales trabajando juntos; entre ellos el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Viajaron haciendo fotografías y muchos de los retratos de Carranza que aparecen en el documental fueron hechos por Fernando Cano.

El sábado 22 de marzo Canal Capital transmitirá el documental de Carranza, a las nueve de la noche. Y el 29, a la misma hora, el de Caicedo.

saramalagonllano@gmail.com

Por Sara Malagón Llano

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