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Paraíso de dioses para el descanso de los mortales

Ubicado a cuarenta minutos de Santa Marta, en el departamento del Magdalena, el Parque Natural Tayrona se ha convertido en el lugar más acogedor y apacible del Caribe colombiano; perfecto para desconectarse de la rutina de las grandes ciudades, donde la vida se vive a un ritmo acelerado.

Ana Maritza Villalba Castro, enviada especial al Parque Tayrona
29 de octubre de 2007 - 09:38 a. m.

El que hasta hace cinco siglos fuera la casa de las tribus precolombinas Tayronas, que ocuparon el lugar desde los s. VI y VII hasta el s. XVI, actualmente es uno de los destinos preferidos por nacionales y extranjeros para pasar vacaciones y olvidarse, así solo sea por un fin de semana, de los trancones, calles destapadas, filas en bancos y demás trajines a los que se está sometido en la selva de concreto.

Desde que se toca suelo Tayrona, el tiempo corre a otra velocidad; a la velocidad de la naturaleza; al ritmo de las olas del Mar Caribe que no se cansan de azotar con su fuerza las playas del Parque; como si su único objetivo fuera recordarle a los visitantes que el océano y la naturaleza son más fuertes que las manos de diez mil hombres juntas y que, pese al daño que el mismo ser humano le ha causado a su entorno original, ella sigue siendo la más leal; suministrándole a su propio victimario el sustento de cada día.

Los tesoros naturales del Tayrona

Las 15.000 hectáreas por las que se extiende el Tayrona, de las cuales tres mil son marinas, son el refugio de más de quince clases de anfibios, así como de por lo menos 30 diferentes especies de reptiles y de un sinnúmero de aves, como el águila solitaria y el águila blanca, y mamíferos, entre los que se cuentan el venado y el tigrillo, que parecen dispuestos a compartir su hogar con los miles de visitantes que anualmente llegan al Parque.

El Tayrona no cuenta entre sus atracciones con grandes centros comerciales, restaurantes de primera clase o grandes museos, que son la razón de ser de los grandes destinos turísticos; y no los necesita pues su magia es precisamente esa esencia natural; esa diversidad de ecosistemas que permiten al visitante pasar del bosque espinoso, al bosque húmedo o de éste al mangle rojo o al bosque seco tropical, en el mismo día, y disfrutar del bosque seco mejor conservado de toda Latinoamérica.

Si esto parece poco, las tres mil hectáreas marinas conservan nueve ecosistemas, entre los que se incluyen los arrecifes de coral, por nombrar alguno, y que son el refugio de siete especies endémicas y de la mayor diversidad de esponjas marinas que se encuentran en el Caribe colombiano.

 


Los refugios del Parque

Pareciera que la naturaleza no deja lugar para la estancia temporal de los visitantes del Tayrona, pero contrario a lo que se puede pensar, playas como Arrecifes o La Piscina ofrecen a los visitantes una estadía en cómodas cabañas, o mejor conocidas como "chozas", que evocan la riqueza de la arquitectura Tayrona, sin dejar de ofrecer las mínimas comodidades a las que se está acostumbrado en las grandes ciudades.

En La Piscina, catorce chozas, denominadas Ecohabs, que además de estar equipadas con cómodas camas, sala de estar, terraza, hamacas, baño y hasta con televisores de plasma y minicomponentes, ofrecen una vista al mar, donde observar los más espectaculares amaneceres y atardeceres es gratis y están garantizados todos los días.

Mientras en Arrecifes, los visitantes no sólo pueden hospedarse en cabañas, adecuadas hasta para cinco personas, sino que además se ofrece una maloca para dormir en hamacas o, si se prefiere algo más cercano a la naturaleza, campar en un espacio adecuado especialmente para esta práctica.

Pero la conservación de los espectaculares atributos de este paraíso no es simple consecuencia de los favores de los dioses que los Tayronas ofrendaban o de las buenas costumbres de los turistas. La preservación del Parque se debe a la labor de administración que desde hace dos años realiza la Unión Temporal Tayrona, de la que hace parte la agencia de viajes Aviatur que, con su experiencia en el sector turístico, garantiza el éxito del Tayrona como uno de los destinos preferidos por los viajeros, luego de que le fuera entregado el Parque en concesión.

Tanto la Unión Temporal Tayrona como Aviatur se han dedicado a remodelar el Parque y a facilitar el alojamiento de los turistas sin causar el menor daño al medio ambiente, con el único fin de que dentro de diez años, cuando finalice la concesión, el Parque Tayrona se haya consolidado como el primer destino ecoturístico del país.

Los planes relajantes y aventureros del Tayrona

En el Tayrona no sólo el alojamiento es reconfortante. El Parque ofrece diferentes posibilidades de diversión; desde una cabalgata por sus senderos, para descubrir los tesoros naturales que esconde en cada rincón; pasando por una caminata por la zona rocosa, durante la cual se ve todo el tiempo el mar y en la que se debe tener cuidado, porque caer significaría algo más que un duro golpe; hasta llegar a una noche observando desde la playa el mar, con su sonido característico como única música para ambientar el lugar; todo bajo la mirada atenta pero imponente de la luna.

Aquí no es necesaria una fogata a la orilla del mar, amenizada por un conjunto vallenato; basta con el sonido de los animales nocturnos y el incesante arrullo de las olas del mar que con el pasar de las horas se hace más fuerte, pero más relajante.

En el día los planes para los turistas son tan variados que se puede elegir entre quedarse toda la mañana bronceándose a la orilla del mar; bucear; realizar deportes náuticos; o para quienes son amantes de la historia precolombina, recorrer el Pueblito, sitio arqueológico caracterizado por su arquitectura en piedra, muestras de alfarería y orfebrería, que evidencian la consolidación del sistema económico y social de los Tayronas, eso sí sin olvidar los vestigios de sus rituales que demuestran que su prioridad era mantener el equilibrio con la naturaleza.

Pero sin duda alguna uno de los planes preferidos por los turistas y que recientemente fue inaugurado es el Spa Tayrona. Aquí los visitantes encuentran el complemento perfecto para su descanso. Con tratamientos como Chocolate masaje, Bienvenida de manos y pies o Kerala cráneo - facial, entre otros, dos esteticistas proveen a los visitantes una verdadera sensación de bienestar.

"El objetivo es que la gente pueda disfrutar de un descanso completo, como es posible en diferentes lugares del mundo", explica Kees Stapel, gerente de Concesiones Parques Naturales - Aviatur. Y es que efectivamente el Spa Tayrona está a la altura de los mejores del planeta, pues en todos los tratamientos se tiene el respaldo de Gerard's de Colombia, firma que desarrolla productos con ingredientes naturales para garantizar una real salud por agua (significado de la palabra spa). Adicionalmente, Gerard's capacitó y capacita a las dos esteticistas constantemente con el único objetivo de ofrecer el mejor servicio a los turistas.

 


El camino al paraíso

Para llegar al Parque Natural Tayrona existen varias posibilidades. Los turistas pueden realizar desde Bogotá un viaje de aproximadamente 20 horas en carro o volar una hora en avión, para luego desde el aeropuerto tomar un vehículo que los adentrará a las 15 mil hectáreas del Tayrona.

Vía aérea la mejor opción es Aero República, que realiza dos vuelos diarios a Santa Marta y que por estos días está estrenando sus aviones Embraer 190, traídos directamente de Brasil, lo que la convierte en la aerolínea con la flota de aeronaves más moderna y joven del país.

Otra opción es llegar al Tayrona desde las ciudades de Cartagena y Barranquilla, en carro o en bus, y a las que también se puede volar desde la capital del país vía Aero República.

Para salir del Parque las opciones son las mismas; pero la diferencia está en la sensación de descanso y tranquilidad con la que el turista deja el Tayrona, porque dos, tres, cinco o siete días son suficientes para entender que el celular, el portátil, el televisor, los trancones, los afanes son simples inventos del ser humano para complicarse la vida, y que no son imprescindibles para la existencia; el turista descubre que el reto no está en saber manejar a la perfección uno de esos aparatos de tecnología de punta; el desafío está en vivir sin ellos.

Por Ana Maritza Villalba Castro, enviada especial al Parque Tayrona

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