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Adicción sin límites

Este domingo, a las 10 p.m., se estrena la tercera temporada de ‘Tabú Latinoamérica’.

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Paula Santana
12 de mayo de 2012 - 03:56 a. m.
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La obsesión por el dolor, los rituales compulsivos y la adicción a la adrenalina son algunos de los temas que trae la nueva temporada de Tabú Latinoamérica, que en su primer episodio se adentrará en los pensamientos y comportamientos autodestructivos de cuatro personas víctimas de la ansiedad.

En Bogotá, un adicto a la adrenalina practica más de 20 deportes extremos y un biólogo obsesionado con las arañas convive con más de 200 ejemplares en su casa. En Argentina, un joven con más de 350 piercings en su cuerpo encontró en cada perforación la mejor manera de lidiar con una decepción amorosa. En México, un fanático de la limpieza se convierte en un acumulador compulsivo, hasta quedarse sin espacio donde vivir.

Aunque la pasión por los deportes, los animales, los piercings y la limpieza no tienen nada de extraño, Nancy Hernández, psicóloga de la Universidad Nacional, afirma que ciertas conductas e ideas recurrentes se pueden considerar trastornos mentales cuando “generan un intenso malestar, pérdida del tiempo, interrupción de la rutina habitual del individuo, de su funcionamiento profesional, cuando afectan sus actividades sociales y sus relaciones personales”.

Los pensamientos o las imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman impulsos o compulsiones. En el caso de los adictos al dolor, Hernández asegura que existe una respuesta bioquímica. Las endorfinas, conocidas como el camino a la felicidad, son sustancias químicas producidas por el organismo, que tienen un efecto sedante similar al que generan los opioides.

“Cuando las personas se infligen dolor, no sólo se sienten más relajadas y tranquilas momentáneamente, sino que esperan que haya un cambio psicológico”, comenta la experta. Al no ser capaz de lidiar con el desamor y la frustración, Axel Rosales, quien cubre su rostro con cientos de piercings para no dejar rastro del hombre que fue, utiliza el dolor físico como una estrategia de enfrentamiento y para hacer tangible el dolor emocional.

En el caso del colombiano Felipe Acosta, adicto a los deportes extremos, la adrenalina podría ser la responsable. En cuestión de segundos esta sustancia liberada por las glándulas suprarrenales prepara al organismo, pues es fundamental para luchar o huir. Entre sus efectos fisiológicos están el incremento de la frecuencia cardíaca, la disminución del tiempo de coagulación de la sangre y la dilatación de las pupilas, para mejorar la visión, y de los conductos de aire. Según Hernández, la corteza cerebral de las personas extrovertidas demanda un alto nivel de estimulación, por eso están dispuestas a poner en riesgo su vida.

Las colecciones perturbadoras de Darío Hernando Gutiérrez Galvis, quien prefirió a las arañas antes que a su familia, y del acumulador mexicano Ángel Terán, pueden estar asociadas a un trastorno obsesivo compulsivo. La repetición (contar pasos, santiguarse un número determinado de veces), la comprobación (levantarse de la cama para verificar que están cerradas las puertas o la llave del gas), la acumulación (juntar objetos innecesarios de los que no hay forma de desprenderse), el orden (colocar las cosas en el mismo lugar y en la misma posición sin tolerar el más mínimo cambio) y la limpieza (no tocar dinero con las manos y lavárselas repetidamente) son algunos de los patrones de comportamiento que evitan el enfrentamiento con el mundo real.

Por Paula Santana

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