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Andrés Valencia: “Cada historia te pide la forma en la que debes narrarla”

La convocatoria para la novena edición de SmartFilms, festival de cine hecho con celulares, está abierta desde hoy, miércoles 12 de abril.

Daniela Villamarín Solorza

12 de abril de 2023 - 09:00 a. m.
SmartFilms es un espacio de diversidad que brinda oportunidades a personas en condición de discapacidad, comunidades rom, indígenas, afrodescendientes, escritores y artistas. / Cortesía: SmartFilms
Foto: Arturo Rodriguez
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¿Es posible contar grandes historias con dispositivos pequeños? ¿Se puede prescindir de cámaras profesionales para hacer cine? ¿Es viable ese sueño de democratizarlo? ¿La industria sí va a cambiar sus formas de producir piezas audiovisuales? Para demostrar que todo esto es posible, SmartFilms puso a prueba a directores y actores colombianos.

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—¿Ya quieres que nos vayamos? —preguntó María.

—¿Así como así? ¿Y su amante? —respondió Carlos, su pareja, mientras fumaba un cigarrillo.

Alberto, el supuesto amante, los miraba con miedo a intervenir. La pareja discutía en la entrada de un bar sobre la infidelidad de María con un tal Cirano de Bergerac.

Ella, de pelo negro, vestida de rojo y con un coctel magenta en la mano, argumentaba que el amante no existía. Carlos, vestido de cuero y parado furioso con su cigarrillo, se rehusaba a creerle. Alberto, confundido, trataba de demostrarle al hombre que no se llama Cirano ni es el amante.

Mientras eso ocurría, otra María pedía el coctel magenta. Otro Alberto se acercaba a la barra del bar. En el baño, otra María le pedía a otro Alberto que se quedara con ella. Afuera, una mujer rubia y vestida de flores convencía a un hombre moreno de que fueran juntos a la entrada a hablar con el esposo, otro Carlos.

Parece confuso, sí, pero no lo es tanto. Ese era el reto propuesto por el festival: contar la misma historia con cuatro Marías, cuatro Carlos y cuatro Albertos. Todos interpretados por actores reconocidos de la televisión colombiana. Además, tenían que grabarlo todo en dos horas y con un celular.

El guion fue escrito por Mauricio Navas, quien también escribió éxitos como La mujer del presidente y Pura sangre. En la historia una pareja de ladrones incita a un hombre ingenuo a probar su identidad, con todo y cédula, para demostrarle al esposo que no es el amante de la mujer que acaba de conocer en el bar. Pero se trata de una trampa y la pareja termina robándolo y huyendo del lugar.

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Cada equipo, conformado por los miembros del festival con un director, un director de fotografía, un sonidista y un par de actores, debía grabar y editar su fragmento con un celular.

“Normalmente, cuando hablamos de celulares, es a los profesionales a los que les cuesta producir con ellos porque están acostumbrados a trabajar con equipos y cámaras gigantes. Tienen en su cabeza que el celular no les permite narrar grandes historias y por eso, con actividades como esta, queremos romper ese mito”, contó Andrés Valencia, gerente académico de SmartFilms.

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El reto comenzó cuando entregaron los guiones impresos. A cada director de fotografía le pasaron un celular empacado como nuevo y con la aplicación FiLMiC, la cual permite utilizar la mayor calidad de vídeo posible en un smartphone cambiando la configuración predeterminada de la cámara del celular.

El primer equipo era liderado por el director Felipe Cano, conocido por dirigir producciones como Lady, la vendedora de rosas (2015), El comandante (2017) y María Magdalena (2018), entre otras. Alejandro Lemos, director de más de 50 piezas en cine, comerciales y videoclips, era el encargado de dirigir al segundo grupo. El tercero estaba bajo la dirección de Mauricio Cruz, conocido por dirigir novelas como Pasión de gavilanes (2003), Tres Caínes (2013), La reina del sur (2011) y Café con aroma de mujer (2021). Finalmente, el último grupo le correspondía a María Gamboa, directora por unidades de producciones como De brutas, nada (2020) y la nueva serie de Caracol para Netflix: La primera vez (2023).

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“Yo sí le he coqueteado un poco a la idea de trabajar con un celular, pero creo que la clave está en encontrar cómo el lenguaje de este aparato puede ser el lenguaje que cuente la historia. No es solamente lo técnico, sino cómo usarlo para que sea parte de la historia”, dice María Gamboa cuando se le pregunta sobre su acercamiento al cine y la televisión hecha con celulares.

Los directores de fotografía Dayton Pérez, Camilo Yunis, Mauricio Comanche y Cristhian Mendoza configuraron la cámara del teléfono, balancearon los colores, encuadraron los planos y experimentando descubrieron qué tanto podía hacer ese pequeño lente, tan minúsculo en comparación a las cámaras que usan a diario y que con un estabilizador necesitarían un arnés corporal, un brazo articulado, un soporte y hasta un chaleco de apoyo.

Si bien la pretensión no es cambiar las cámaras profesionales por los celulares, el festival busca demostrar que hay más opciones al contar en el mundo audiovisual. “Cada historia te pide la forma en la que debes narrarla. No todas se podrán hacer con celular, pero tampoco todas deberían grabarse con cámaras. El celular es una herramienta más para producir y yo quiero que los profesionales lo tengan en su lista de posibilidades”, explicó Andrés Valencia, CEO del festival.

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Entonces el bar se llenó de luces y cámaras livianas adheridas a estabilizadores que te caben en la mano. Un aguacero empezó a golpear con violencia el techo y el audio parecía empezar a preocuparle a todos, hasta que se escuchó a alguien decir a los lejos: “Que sonido lo resuelva”. Todos se rieron. Los sonidistas se pusieron los audífonos, calibraron sus equipos y acercaron los micrófonos boom tan cerca de los actores como pudieron.

Tiberio Cruz, Laura Rodríguez, Cristian Villamil, Alma Rodríguez, Juan Miguel Marín y Ximena Erazo, entre otros actores reconocidos, empezaron a actuar en el lugar, que era un desorden lleno gente, luces y cables por todos lados.

“No, no, dilo con otra intención”. “acércate más hacia ella”. “¿Si movemos la cámara así, funciona?”. “Tenemos que hacer un contraplano”. “El sonido no grabó”. “¿Cómo que no grabó?”. “No, pero lo podemos repetir”. “Si lo repetimos se me va a ir el sol y nos va a tocar grabar con otra luz”. “Voy a bajar el celular del estabilizador para hacer el contraplano a pulso”. “Esto no pesa nada”. Todo eso se decía mientras los equipos graban apurados, la lluvia cesaba y la luz del día era reemplazada sutilmente con un kit de iluminación.

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Y se hizo cine jugando. Experimentando con el tiempo en contra, actuando un libreto que los actores poco conocían y tuvieron que repartirse con otros en partes iguales. Compartiendo el espacio reducido y lleno de mirones. Amontonándose y pegando las cabezas alrededor del celular para poder evaluar el plano. Demostrando que el cine puede sentirse cerquita, sin cámaras en grúas, estabilizadores gigantes ni un juego interminable de lentes.

“Lo más importante siempre es la historia y por eso una buena historia con un buen celular puede contarse bien. Definitivamente funciona”, concluyó María Gamboa, después de dirigir su parte del cortometraje. La convocatoria ya está abierta para que se inscriban, lo intenten y prueben si es real la teoría de que para materializar las buenas historias no se necesitan grandes producciones.

Por Daniela Villamarín Solorza

Comunicadora Social con énfasis en periodismo y producción audiovisual de la Universidad Javeriana. @Dvillamarinsdvillamarin@elespectador.com

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