El director colombiano Jorge Navas presentó en el Festival Internacional de Cine de Venecia su filme La Sangre y la Lluvia, una cruda y en ocasiones muy explícita ópera prima sobre la violencia en Colombia con la que opta al Premio Luigi de Laurentiis, el llamado León del Futuro.
La cinta, que podría ser galardonada con tal distinción en calidad de debut cinematográfico, acude a la 66 edición de la Mostra dentro de la sección paralela Jornadas de Autor.
La Sangre y la Lluvia condensa en algo más de hora y media el transcurso de toda una noche en Bogotá en la que la violencia, el sexo y las drogas toman protagonismo, elementos que convivirán con una historia de amor que se abre camino en todo ese ambiente sórdido.
La cinta tiene como protagonista a una joven que no termina de encontrarse a sí misma y se pierde por las noches de la capital colombiana en busca de compañía, y a un taxista con deseo de venganza por el asesinato de su hermano que se verá envuelto en todo un enfrentamiento entre bandas rivales con un trágico desenlace.
Durante su presentación ante los medios, Navas aseguró que en Colombia siempre existe una esperanza, aunque dolorosa, en medio de toda la guerra y la destrucción que lo azotan el país.
"En la película hay una esperanza de amor al final, pero no se concreta y tiene mucho que ver con Colombia. Colombia es un país que siempre tiene una esperanza en medio de la guerra, en medio de la muerte y en medio de la destrucción. Y siempre una esperanza, pero una esperanza aplazada y una esperanza dolorosa", afirmó Navas.
"Es la sensación de sandwich. Hay una guerra que no tiene que ver contigo y, de un momento a otro, tú estás en medio. Que es lo que pasa también en Colombia. Hay una guerra que sucede que uno no ve físicamente porque no hay gente disparándose en las calles", apuntó el cineasta.
Y todo ese conflicto que envuelve a los protagonistas se genera en un ambiente de armas, cocaína, alcohol y sexo, elementos asociados en muchas ocasiones a Colombia y con los que Navas no quiere caer en estereotipos ni clichés.
"En ningún momento quise tener ni un estereotipo ni un cliché de las cosas, pero de todas maneras las personas que somos sensibles a esa realidad, pues es evidente que todo eso está ahí. Si tú vas a Colombia vas a encontrar ladrones, va a encontrar a gente sola, vas a encontrar drogas y violencia", comenta el cineasta.
"Pero también vas a encontrar cosas muy bellas. La película está también enmarcada en un contexto violento. No significa que sólo eso sea Colombia, pero Colombia también es lo que se ve en la película", añade.
Navas explicó que le fue difícil hacer el filme, sobre todo encontrar financiación para una película de violencia explícita, por eso estar ahora en Venecia y optar a un premio, el también conocido como León del Futuro, es como una recompensa a todos esos esfuerzos.
"En Colombia hay un estigma con la violencia. Supuestamente se han hecho muchas películas sobre violencia y la gente está aburrida de la violencia, supuestamente. Pero es mentira porque no se han hecho realmente películas que hablen desde el alma sobre esa violencia , aseguró el director.
Escenas de sexo explícito para presentar a la protagonista, una joven que no termina de encontrarse a sí misma y se pierde por las noches de Bogotá, y un deseo de venganza por el asesinato de un hermano que invade al otro protagonista, son dos de los elementos que Navas introduce en su película para describir el ambiente sórdido de la noche de la ciudad.
Y es que Bogotá, según el director, se convierte en un protagonista más de la película, testigo de esa lluvia que cae y que se lleva con ella las únicas huellas que deja en la ciudad la violencia: la sangre de los asesinatos.
"Cuando llueve -comenta Navas-, la lluvia se lleva la sangre y la esconde en las alcantarillas. A las seis de la mañana hay un niño en esa misma esquina esperando al autobús para ir al colegio, como si no hubiera pasado nada. Pasan cosas muy graves y cuando amanece es como si no pasara nada".