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Brigitte Bardot quedó marcada para siempre por una frase publicitaria que resumía el terremoto cultural que provocó su irrupción en el cine: “Dios creó a la mujer… pero el diablo inventó a BB”.
Fallecida a los 91 años en su residencia de Saint-Tropez, Bardot fue considerada por muchos la mujer más sensual del siglo XX, rival “a la francesa” de Marilyn Monroe, y una presencia omnipresente cuya vida pública nunca dejó de generar titulares, adhesiones y rechazos.
Mito cinematográfico y cultural
Nacida el 28 de septiembre de 1934 en una familia acomodada parisina, Bardot comenzó como modelo antes de iniciarse en el cine a comienzos de los años 50. Su manera de moverse, de mirar a cámara, de exhibir un cuerpo sin pedir permiso, rompió con los códigos de la feminidad dominante. Las imágenes de Bardot bailando descalza sobre una mesa o recostada desnuda en una cama en El desprecio (1963), de Jean-Luc Godard, quedaron grabadas en la retina colectiva como algunas de las escenas más sensuales de la historia del cine europeo.
Con cerca de 50 películas en su filmografía, Bardot trabajó con algunos de los grandes nombres del cine francés y europeo, y se convirtió en una referencia estética y cultural. Simone de Beauvoir la analizó como un fenómeno social en Brigitte Bardot y el síndrome Lolita (1959), donde la describía como una mujer que caminaba “lascivamente y por la que un santo vendería su alma al diablo”. En 1968, incluso prestó su rostro a Marianne, símbolo de la República Francesa, consagración máxima de su estatus nacional.
“Je t’aime… moi non plus”
Más allá del cine, Bardot dejó una huella profunda en la música francesa. En 1967 pidió al cantante Serge Gainsbourg “la canción de amor más bella que puedas imaginar”. En una sola noche nació Je t’aime… moi non plus, grabada a dúo durante un romance breve e intenso. Casada entonces con el multimillonario alemán Gunter Sachs, la actriz vio cómo la primera difusión radiofónica desataba la ira de su esposo y el escándalo público. La canción fue guardada durante años y cuando finalmente vio la luz, los gemidos de Bardot fueron tachados de obscenos, incluso por el Vaticano.
Aunque la versión más famosa sería la grabada por Gainsbourg con Jane Birkin en 1968, la colaboración entre el músico y Bardot continuó con el álbum BB, del que surgieron temas emblemáticos como Bonnie & Clyde o Comic Strip. La actriz encarnó así una libertad creativa y sexual que fascinó a artistas e intelectuales, al tiempo que alimentó una imagen pública tan admirada como criticada.
Militante animalista y figura polémica
En 1973, en el punto más alto de su fama, Bardot tomó una decisión radical: abandonó definitivamente el cine para dedicarse a la defensa de los animales. La creación de la Fundación Brigitte Bardot y las imágenes de 1977 en Canadá, abrazando crías de foca sobre el hielo, dieron la vuelta al mundo y contribuyeron a cambiar la percepción pública sobre la caza de focas. Desde entonces, la causa animal se convirtió en su principal razón de ser, un combate que mantuvo hasta el final de su vida.
Pero en paralelo a ese compromiso, Bardot acumuló controversias. Sus declaraciones sobre inmigración y contra la comunidad musulmana en Francia le valieron varias condenas por incitación al odio. Su cercanía ideológica con la extrema derecha francesa y su admiración declarada por Marine Le Pen, a quien llegó a calificar como la “Juana de Arco del siglo XXI”, eclipsaron para muchos su legado artístico y humanitario. En sus últimos años, también se distanció del movimiento Me Too, relativizando denuncias de acoso sexual en el cine, y se negó a vacunarse contra el Covid-19.
