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Gary Oldman: “Un actor no llega a tiempo, llega temprano”

El reconocido actor incursiona en los videojuegos prestándole su voz al Almirante Ernst Bishop en “Star Citizen”. Además, cuenta cómo fueron sus comienzos en las tablas y en la gran pantalla.

Fabián W. Waintal

27 de septiembre de 2019 - 09:00 p. m.
Gary Oldman dice que se dio cuenta de que quería ser actor cuando tenía 14 años. Su primer sueldo decente fue de 35.000 libras. / Cortesía
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Netflix o Internet tienen mucho que ver con la falta de espectadores en las salas de cine, pero entre los jóvenes, los videojuegos también se volvieron otro estilo de entretenimiento. Y en una buena forma de combinar el cine con el mundo de videogames, hasta Gary Oldman se sumó al “juego” de prestar su voz para ese nuevo universo. Ya había formado parte del famoso Call of Duty en las diferentes versiones en las que apareció con el rol del Capitán de la armada rusa Viktor Reznov (en la misma Segunda Guerra Mundial, donde antes había ganado el Óscar, desde el bando británico). Y ahora, también se puede jugar a pelear como Gary Oldman una guerra del año 2945, en el rol del Almirante Ernst Bishop, con el nuevo videojuego Star Citizen que ya está desarrollando un segundo episodio con el título Squadron 42, casi al mismo tiempo que estrena en cine The Laundromat con Antonio Banderas y Meryl Streep.

¿Hasta qué punto se volvieron una competencia para el cine, los videojuegos?

Hoy en día, las películas se caen todas las semanas de un cañonazo. Puedo estar contratado para una producción y una semana antes de comenzar con el rodaje alguien desenchufa el proyecto o se cae alguna inversión o consiguen el dinero de la producción muy rápido y en vez de preparar todo con tiempo, pueden llegar a llamarme para decirme: “Bueno, empieza en dos semanas”.

¿El cine antes era diferente?

Sí, en las viejas épocas si yo te decía que empezábamos un rodaje el 29 de octubre, empezábamos el 29 de octubre. No se volvía a filmar ninguna escena. Ni siquiera tenías que volver. Filmabas una película en cinco o seis semanas y cuando terminabas podías irte de vacaciones o podías comprometerte con una obra de teatro. Ese era el baile al que estábamos todos acostumbrados.

¿Es más fácil para un actor pasar del teatro al cine que del cine al teatro?

Supongo que sí. Al menos yo no lo haría al revés, pero hay gente con coraje que lo hace, como Christian Slater. Él empezó muy joven como actor, en el cine. Y hoy en día lo ves haciendo cada vez más teatro. Es algo increíble y yo no puedo imaginar hacerlo, sin haber tenido la educación adecuada.

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¿Cuál es el mejor pago que recibió en el principio de su carrera?

Fue de 35.000 libras, me pagaron por Sid Vicious. Aquellos días ya no existen más. Pero en ese entonces, yo cobraba apenas 80 libras por semana, antes de impuestos. Trataba de llegar a fin de mes, trabajando en la Corte Real cuando alguien vino y dijo “Aquí hay 35.000 libras”. Y enseguida imaginé que podía arreglar la cocina (Risas).

¿Y si de repente hoy está en su casa y aparece en televisión una de sus películas... la ve o cambia de canal?

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Depende. Por lo general, cambio de canal. Y no es que me avergüenza un trabajo que hice, porque muchos de ellos ni siquiera me importan (Risas). Hay algunas cosas que me gustan más que otras, pero no dejan de ser trabajos viejos. Supongo que pasa por ahí. Muchas veces me preguntan si tengo algún trabajo preferido, si tengo alguna interpretación favorita. Y mi respuesta siempre es la misma: “la próxima película, la que voy a hacer”

¿Hay algún momento específico en el que se decidió por la actuación?

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Lo recuerdo con total claridad. Yo tenía entre 14 y 15 años y estaban dando la publicidad de una película que iban a mostrar después a la noche. Era una película británica que se llamaba The Raging Moon. La había dirigido Bryan Forbes y tenía como protagonista a Malcolm McDowell. Y hubo algo en Malcolm que me atrapó con su maravillosa vulnerabilidad y sus enormes ojos azules. Creo que después me di cuenta de que ese era el cóctel necesario, porque algunos actores gustan más que otros. Yo ni siquiera había estado en ninguna obra de teatro en la escuela ni nada, aunque siempre hacía imitaciones en las fiestas. Hoy es todo interactivo, cualquiera es actor después de una obra de teatro. Pero en aquel entonces, apenas si abríamos un libro de Shakespeare en clase, para leerlo en voz alta, sin tener idea lo que estábamos leyendo. Por eso la actuación nunca me había llamado la atención hasta que vi la publicidad de esa película.

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¿Cuál fue el primer paso para lograr aquel sueño, con apenas 14 o 15 años?

Creo que pregunté por ahí y alguien dijo “Lo que realmente necesitas es ir a una escuela de arte dramático y para entrar necesitas pasar por una prueba de audición de arte moderno y arte clásico”. Busqué en las páginas amarillas y encontré el Teatro de Greenwich Young People y me fui hasta ahí. El director artístico justo estaba ese día. Leí un par de cosas, sin practicar ni nada y me dijo: “A lo mejor puedas tener algo” y me puso bajo sus alas, para que pudiera entrar en la escuela de arte dramático.

¿En qué gastaba su dinero en aquel entonces?

Yo ahorraba para comprar algún álbum de música que salía nuevo. Ahora sí que retrocedimos en la historia (Risas). Tenía un tocadiscos pero necesitaba ahorrar. Veía a David Bowie con Hunky Dory en la ventana de una disquería y sabía que necesitaba dos semanas más para comprarlo. Quería comprarlo. Por eso, siempre fui así.

¿Al principio distinguía la diferencia entre ser actor de teatro o cine?

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A mí me encantaba el cine, iba siempre. Pero el cine era solo un sueño. Las películas eran para otra gente. Robert De Niro, Sean Connery, Gene Hackman, esa gente hacía cine. Nunca estuvo entre mis planes. Es algo que pasó.

¿Cuál fue el primer plan entonces?

Mi objetivo era la Academia Real. Tomé una prueba de audición, pero me dijeron que pensara en algo más para ganarme la vida. Me preguntaron si había pensado en otro oficio. Y yo tenía 15 años. Había pensado en ser astronauta... Pero no.

¿Lo rechazaron por completo?

Sí, me deprimí también, porque todos mis héroes habían pasado por ahí, todos los que yo admiraba, Peter Sellers, Peter O’ Toole, Alan Bates, una lista interminable de gente que había ido al RADA. Y yo no fui.

¿Y qué se aprende en una escuela de arte dramático?

Te da disciplina. A veces los jóvenes actores me piden consejos y yo les digo: “Aprende tus diálogos y llega temprano”. Un actor no llega a tiempo, llega temprano.

¿Es cierto que, con el paso del tiempo, usted fue el que pasó a rechazar toda clase de cine?

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Es cierto que dije “No” varias veces, por ser joven y muy inocente. Recuerdo que mi representante quiso que yo estuviera en The Bounty con Anthony Hopkins y Mel Gibson. Querían que yo fuera uno de los que estaban en el barco, pero había surgido la oportunidad de hacer teatro por las provincias y preferí el teatro por encima del cine, porque el libro también era mucho mejor. Pero cuantas más veces decía “No”, más veces volvían ofreciendo más dinero.

¿Por eso siguió rechazando tantos trabajos?

Es un truco que uso todo el tiempo. Si alguien quiere un consejo para llegar lejos, primero hay que negarse. Es una buena forma de conseguir que hablen. Pero es cierto, no quise hacer esa película y se volvieron locos. Mi representante no podía creer cómo me había negado, porque nunca había trabajado en cine. Creyó que estaba loco. Pero preferí terminar más tostado y a lo mejor con un departamento en Londres. Y no la hice. Llevó bastante tiempo hasta que llegué al cine.

¿Cuál fue la primera película que aceptó?

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La primera película fue Remembrance, que estuvo en las primeras semanas del principio del Canal 4, cuando era algo nuevo.

¿Y el cine resultó muy diferente al teatro?

¿Sabes qué? No. Claro que en el teatro es necesario proyectar la voz para tratar de llegar al público que está en la última fila y todo eso exige bajar el tono con el cine. Pero con talento y sentido común, es algo que se puede trabajar. Si tu rostro es lo suficientemente grande en la pantalla tampoco vas a hacer gestos de Buster Keaton. Es pura sinceridad. Eso es todo. Si llegas de un lugar sincero, no importa si haces teatro o cine.

Algunos de los proyectos de Gary Oldman

Después de ganar el Óscar con el rol de Churchill, en el mismo año estrenó la película Hunter Killer con Gerarld Butler y Killers Anonymous (Asesinos Anónimos) con Jessica Alba. Y después de haber estado detrás de la voz y la imagen animada del Almirante Ernest Bishop de los videojuegos Star Citizen y Squadron 42, para 2019 tiene programados otros dos estrenos: The Woman in the Window con Amy Adams  y Mary.

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Pero todavía hay más, porque está por filmar con Meryl Streep y Antonio Banderas, The Landromat de Steven Soderbergh sobre el escándalo de Panama Papers, en el que un grupo de periodistas descubre más de 10 millones de archivos que involucran a políticos y personalidades de importancia mundial con cuentas de banco secretas para evitar impuestos. Además, se prepara a dirigir su propia película The Flying Horse sobre la vida personal del fotógrafo Eadweard Mybridge que tuvo mucho que ver con el desarrollo del mundo del cine. Un mundo que Gary Oldman conoce bastante bien.

Por Fabián W. Waintal

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