Los malos la hicieron correr. Correr de Medellín, del Cesar, del Chocó. Nunca preguntó por qué corrió, pero cada vez que sucedía, tomaba sus tambores, sus muchachos y se iban a un nuevo lugar. Donde llegaba abría la casa para que los muchachos del lugar fueran a aprender danzas y cantos ancestrales.
Gladys cuenta su historia sin velos ni tapujos y se le escurre la voz cuando cuenta que no fue fácil irse a Patio Bonito en Bogotá. Pero allá está y allá fundó Los Hijos de Obatalá. El primer piso de su casa se le llena todas las tardes de jóvenes que aprenden a bailar mapalé, currulao, cumbia y son de negro. Hoy está nominada a la categoría de "Cultura" en Titanes Caracol 2018.