“Creo que James Bond habría sido bastante menos grande si no hubiera llevado la mano de John Barry”, expresó David Arnold, amigo incondicional, colega y cómplice de varios trabajos discográficos de John Barry. Y puede tener razón porque además de la elegancia del caballero que siempre está al servicio de su majestad, su clásica frase de presentación y las bellas mujeres que engalanan sus gestas, James Bond no hubiera sido tan contundente si no hubiera contado con el respaldo de un tema de presentación cuyos primeros acordes están marcados por marimba y vientos, que luego le dan paso a una guitarra al mejor estilo de la música disco.
Barry con su arte sonoro logró casi lo mismo que consiguió Sean Connery, lo que alcanzó a medias Roger Moore y lo que definitivamente no pudieron hacer George Lazenby, Timothy Dalton y Pierce Brosnan: darle identidad al Agente 007. Esta banda sonora siempre ha sido suficiente para establecer que dentro de poco hará su aparición el único personaje del cine con licencia para matar. Además de la mente lúcida de este compositor se necesitó de la interpretación acertada de la guitarra por parte de Vic Flick, viejo conocido de John Barry, quien le dio su toque personal.
La vida musical del inglés comenzó en la escena clásica, pues estudió piano en el conservatorio, pero luego se inclinó por la trompeta en el jazz. En el género de las síncopas empezó a destacarse en plena década del 50 con John Barry Seven, su primer intento grupal en el que conoció a Flick y a otras importantes figuras de la actividad artística con los que se unió para hacer exitosos montajes en teatro y cine. Una de estas personalidades fue el cantante Adam Faith, quien lo invitó a trabajar en ambiciosos proyectos audiovisuales, dándole la oportunidad de crear la banda sonora de la cinta ‘Beat Girl’.
Además de la composición memorable para James Bond, Barry tuvo a su cargo la música para las películas ‘Danza con lobos’, ‘Out of Africa’ y ‘Nacida libre’, trabajos con los que ganó cinco Premios Oscar y cuatro Grammys. Sin embargo, la crítica británica conociendo la evidencia de su muerte a causa de una afección cardiaca, determinó que más que por sus participaciones en películas de gran aceptación masiva, será recordado por actos innovadores como el hecho de incluir sintetizadores en sus partituras fílmicas.
Sus participaciones en cine más recientes fueron ‘La letra escarlata’ (1995), ‘El hombre que vino del mar’ (1997), ‘Jugando con el corazón’ (1999) y ‘Enigma’ (2001).