Juanpis González, construyendo país

¿En dónde termina Juanpis González?, y, ¿en dónde empieza Alejandro Riaño? Estas dos preguntas son recurrentes para el público que sigue, casi con pasión religiosa, al personaje creado por el comediante bogotano. Hoy es una celebridad en las plataformas digitales.

Martha Beltrán*
08 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
No tiene mucho tiempo libre, y cuando no está de viaje se la pasa creando contenidos. / Cortesía
No tiene mucho tiempo libre, y cuando no está de viaje se la pasa creando contenidos. / Cortesía

A punto de cumplir 34 años, este bogotano busca, a través del humor, una transformación social. Juan Pablo González Pombo, o Juanpis González, el personaje que creó, es el vehículo perfecto para lograrlo.

Ambos son cachacos, siempre viven alegres, pero el concepto de la felicidad es muy distinto para cada uno de ellos. Alejandro Riaño le presta su cuerpo a Juanpis González, ese yuppie tan particular que este año se convirtió en tendencia y, por qué no, en un rockstar.

Para el comediante, este personaje es producto de un trabajo de concientización que diariamente hace cuando se sube a un escenario, graba sus programas a través de las redes, es la suma de un concepto que lleva tiempo trabajando. “Es de todo lo que está pasando hoy, y por medio de él lograr abrirle los ojos a la gente desde una posición que muy pocas personas conocían. Siempre en el tema del humor se habla desde el punto del pueblo, pero no del otro lado de la sociedad. Creo que el boom ha sido eso, destapar un poco esa olla podrida que nos tiene así”, define Riaño, el hombre que se atrevió a tocar la otra orilla, a retar, a ser irreverente, para muchos “todo un weón“.

La evolución de Juanpis le ha tomado tiempo, con el enfoque, sobre todo, en el tema de su físico, pero siempre el fin fue político, para hablar desde estos personajes que de alguna manera viven en una burbuja y no conocen lo que está pasando en su país. “Mucha gente dice: se lo tiraron, qué chanda, ahora está metido en lo político”.

Alejandro Riaño, una simpática máquina de trabajo, que empieza su jornada a las 7:30 a.m. y regresa a casa después de la 1:00 de la mañana, no se detiene. En el cumplimento de su objetivo, que es construir país, ha migrado hacia otro tipo de formatos en Youtube, y los entrelaza a la perfección: “Juanpis Late Show, que es la entrevista banal a los famosos, que me permite movilizar a la gente para que se interese en el Boletín del Gomelo, la charla con los políticos; que se interese en el Juanpis Experience, que son los videos de denuncia”. Creó también los JP Héroes, donde se entrevista a esas personas, desconocidas en la sociedad, que todos los días están construyendo país. “Viene las JP Bands, para darles visibilidad a las bandas emergentes y lograr que sean más conocidas. Aquí hay gente muy tesa”.

Alejandro es el centro de Riaño Producciones, empresa en la que labora con María, su hermana, desde hace seis años. “Siempre hemos trabajado por la construcción de país por medio del humor, crear shows a partir de la comedia para apoyar buenas causas”.

Siempre iba en contra de todo, y cuando se decidió por este trabajo, varios fueron los que se preguntaron de qué iba a vivir el “chistosito”. Pero ese camino sí se lo tomó en serio. “Pienso que una de las herramientas más poderosas en el mundo es el humor, y qué bueno lograr una transformación social por medio de él”. El resto es la historia de un trabajo diario, lleno de chispa, de realidad, al que se han unido muchos y desde siempre ha tenido la meta clara, es sencillamente un boom. “Llega un punto en mi vida en que estoy movilizando esta cantidad de personas. Aprovecho todo este movimiento para abrirle los ojos a la gente, y mostrarle lo que no debemos ser, y lo hago por medio de un personaje que es nefasto, políticamente incorrecto en todo”. Su público ha entendido lo que está pasando con el personaje y ha asimilado el sarcasmo y la sátira que abundan en cada acto y palabra del cachaco estrato 50.

Lo quieren o lo odian. Juanpis González no admite términos medios, y su creador concluye, después de años de experiencia, cuál es la razón que genera escozor.

“Creo que son más a quienes les molesta, dicen que hay un doble discurso, y yo, por mis redes de Riaño, me he mostrado tal y como soy, con mis caídas, en lo que ayudo, en el trabajo día a día. Por el otro lado, estoy en contra de esas causas que supuestamente yo ayudo, o sea, me doy duro a mí desde Juanpis, para que la gente entienda que ese no soy realmente, y que estoy desde una posición muy cómoda de decir: ‘Ah, van a salir a marchar, listo, pa qué, que no está pasando nada’, que es el discurso de muchas personas. El mensaje que queremos dar es que esto no es de derecha ni de izquierda, sino demostrar que somos colombianos, que debemos construir país y unirnos”.

Pero, ¿dónde termina Alejandro y empieza Juanpis? El comediante lo tiene claro, pero muchos de sus fans, en ocasiones, no. Para ellos, cuando le piden que mande un mensaje hablando como el gomelo, tiene una mejor propuesta.

“Les digo, ‘ te mando un video con todo el amor del mundo, de parte de Alejandro Riaño, invitando a la gente a no ser un Juanpis, pero si no estoy vestido como el personaje no lo hago, porque los separo”. Y que mucha gente que sigue a Juanpis cree que él existe, pero que no saben que hay un personaje detrás de él. El comunicador recuerda lo que le pasó a María, su esposa, cuando fue a recoger su vestido de novia. Dijo que se casaba con Alejandro Riaño y su interlocutora no tenía idea de quién era él, pero cuando le aclaró que “hacía” de Juanpis González, por supuesto, fue reconocido de inmediato.

No tiene mucho tiempo libre, y cuando no está de viaje se la pasa creando contenidos. Para su esposa, madre de Matilde, su hija, no ha sido fácil, pero él apaga el celular y busca espacios para compartir en familia. “Me han apoyado mucho. María y yo hablamos y hemos entendido lo importante que ha sido el personaje en el país y en todo lo que está pasando. Estamos teniendo una influencia muy importante, que hay que aprovecharla positivamente”.

*Directora de la revista “Vea”.

Por Martha Beltrán*

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