Nico, un famoso actor de televisión en Argentina se traslada a Nueva York en busca de crecer como actor de cine. Allí no es nadie importante, los trabajos como actor no aparecen, vive en un sofá, trabaja en un bar, limpia apartamentos y cuida, de vez en cuando, al bebé de una amiga. Según los parámetros de la sociedad actual, es un fracasado, pero en el fondo, es mucho más que eso. Es un hombre sensible, orgulloso y carismático, que todos los días lucha por salir adelante y crecer.
Este drama deja entrever todos los sube y baja a los que se enfrenta más de un latinoamericando que llegar a una ciudad soñada para cumplir ese sueño americano y todas las apariencias que esconden esa búqueda del éxito.
Hablamos con la directora, actriz, productora y guinoista argentina, Julia Solomonoff sobre su última película Nadie nos mira. Su protagonista, Guillermo Pfening ganó a Mejor actor en el TriBeCa Film Festival por este personaje, que llega a las salas de cine del país el 5 de julio de 2018.
¿De dónde nace la historia?
La viví muy de cerca, personalmente o con gente querida en Nueva York. Después regresé a Argentina, como regresó Nico, y fueron años muy importantes para mí porque, sí bien regresé en el 2001 que fue un año de gran crisis en Argentina, también fue un año de mucho sinceramiento conmigo misma. Uno queda sin nada y descubre realmente lo que vale la pena y lo que tiene. Yo encontré en Argentina una comunidad creativa que para mí fue muy importante.
Después, en el 2009 me invitaron a Nueva York a dar clases y creo que desde esa perspectiva de haber ido y vuelto, pude pensar la película con un poco más de distancia. Reconociendo esos gestos de extranjeridad, de no pertenecer, pero al mismo tiempo, sin la desesperación de Nico, entonces ya la podía escribir.
¿Por qué es un hombre el protagonista?
Creo que hay varias razones por las cuales Nico, no es mujer. Tiene que ver con una libertad creativa que yo me tomé para poder contar una historia que para mí era muy personal y muy cercana, para mí era importante que no fuera mujer.
Otra de las cosas que a mí me gustaba mucho de esta historia es la relación que tiene con el bebé. Cuando volví a Nueva York descubrí como madre que en ciertas zonas, justo donde vivo, empieza a aparecer la figura del Manny. Esto tiene que ver con un cambio demográfico, ahora las familias son de dos mamás, de madre soltera que por cierto, en Latinoamérica es una cosa muy estigmatizada, pero en Estados Unidos es casi una heroicidad, un signo de orgullo y también de poderío y dependencia económica porque es una decisión. Nadie queda embarazada sola, es algo que se produce con una cierta deliberación.
Este personaje nuevo tiene un estatus diferente dentro del parque, es más cool que las niñeras tradicionales. Y, además, qué sea gay le permite explorar ese vínculo con el bebé desde un lugar fuera de lo común, no siendo una mujer, porque yo sentía que en seguida la gente proyectaría un deseo de maternidad.
¿Cómo fue el trabajo con Guillermo Pfening?
Yo escribí este personaje pensando en él e hizo una gran actuación. Traté de tomar de él todo lo que pude. Fue una colaboración muy profunda, casi que nos hicimos hermanos, cómplices, coautores de esta película. Así que me tocó más observar y editar, así que creo mucho en esa posibilidad del cine, en capturar más que inventar.
Al principio creía que la película era más un proceso de aquí y allá, de comparaciones, de ser y estar. Pero cuando me animé a armar la historia más cercana con Martín, atravesar eso con el desamor, se volvió mucho más importante en la edición. Filmamos solo 3 días con Martín (Guillermo), pero yo veía otra intensidad del personaje, así que decidí armar la película en edición.
Guillermo es así como lo ven en la película, pero además hay dos elementos increíbles. Íbamos a filmar en el 2015 y no conseguimos reunir el dinero suficiente y, como yo estaba empecinada en seguir las estaciones porque realmente en hay mucho cambio Nueva York cambia de estación en estación, decidimos esperar un año y en ese momento Guillermo me llamó a decirme que iba a tener un hijo. Él no tenía pareja, así que fue con una amiga, estoy segura que eso cambio su actuación en relación con el bebé. De hecho, su hija es la que el abre la película.
¿Cómo ha sido la circulación de la película?
Hay un circuito muy bien armado. La película está siendo muy bien recibida y también eso limita otras posibilidades, pero no necesariamente por ser LGBT con un personaje gay en su centro. Para mí era muy importante que no era una película de alguien que salía del clóset, dónde la identidad gay fuera lo que dominaba la película y no porque tuviera algún problema, sino porque me parecía interesante contar todas las dimensiones de este personaje y no hegemonizar la discusión con respecto a la sexualidad del personaje. Poder demostrar todas las facetas para que la gente absorbiera más de una capa del personaje.
¿Cómo fue coproducir esta película entre Argentina, Colombia, Brasil, España y Estados Unidos?
Fue toda aventura, yo llevé la batuta de esta gran coproducción. Fue muy interesante porque primero se unió Colombia, Argentina y Brasil, obviamente Argentina como mayoritario y poco a poco se fueron sumando los demás. La Panda, productora de unos españoles ubicados en los Ángeles, nos apoyó con todo el service de producción en Nueva York. Combinar las cuotas de actores y de la participación del equipo hizo este proyecto multicultural. El rodaje en Nueva York sonaba a Potuñol con spanglih, fue súper divertido y nos convertimos en una gran familia.
¿En qué momento surge la idea de coproducir?
El punto de quiebre no lo decide uno sino que se lo da el otro. Cuando fui a los productores americanos me dijeron frases como pero este actor no habla bien inglés, no tiene crossover potential y no es un estrella; y además te proponen debería quedarse y triunfar en Hollywood, no, esa no es la película que quiero hacer. Cada vez que tienes que responder a todas esas extranjeridades impuestas vas encontrando quién eres y cómo quieres hacer la película y con quién.
Para mí, la película no es un sueño americano, más bien latinoamericano que evoca el sueño de trabajar entre 5 países y de conocernos. De no estar tratando de responder a un prejuicio, a una expectativa, a un nicho muy limitado que impone el otro. Fue un proceso que tomó años, no fue fácil.
Reconozco que el punto de quiebre fue una carta que recibí después de unos meses de hablar con un posible coproductor norteamericano importante para la película, pero que iba a generar muchas obligaciones en cuanto al casting y al inglés debía tener. Cuando recibí ese NO, entendí qué era la película que debía hacer. El sí de Colombia, de Brasil, el del fondo Ibermedia, que entendió que una película que está filmada más del 70% fuera de Iberoamérica, pero que tiene más del 50% de los diálogos en español es una película iberoamericana, para mí eso fue sorprenderte e interesante. Que Ibermedia conozca esta película no es solamente un reconocimiento económico, sino de identidad muy importante para mí.