Mancharse de tinta leyendo The Washington Post será en un futuro cercano un capricho del pasado. La histórica cabecera triunfa en internet y abraza las redes sociales, que "no son el diablo", confiesa su director, Martin Baron.
Sentado ante un ordenador en un despacho acristalado, Baron (rostro aguileño, gafas de profesor y barba gris recortada) se asemeja al capitán de un barco que, en plena tormenta, otea sereno el horizonte con la corazonada de que llegará a buen puerto.
Baron dirige esa singladura, la transición del periódico impreso al diario digital, sin perder de vista las cajas anaranjadas dispuestas para empaquetar en los pasillos de la mítica sede del rotativo, en el 1150 de la Calle 15, en el corazón de Washington.
Fundado en 1877, el Post abandonará el próximo mes esa oficina, donde los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward destaparon el escándalo "Watergate" que derribó en 1974 al entonces presidente de EE.UU., Richard Nixon, para mudarse a un edificio más moderno.
Ese traslado simboliza la etapa convulsa que atraviesan los periódicos en la búsqueda de un modelo económico rentable, tras el declive de la circulación de los diarios y la alarmante caída de los ingresos publicitarios en el contexto de la llamada "era digital".
"La gente está migrando a internet. Lee en webs y en teléfonos móviles. El papel no es la fuente de información para la mayoría", afirma Baron, un veterano periodista conocido en el oficio como "Marty" que tomó las riendas del influyente diario washingtoniano en enero de 2013, tras dirigir durante once años The Boston Globe.
El director rehúsa preparar ya el "funeral" del diario impreso, que aún demandan numerosos lectores "leales", pero las rotativas podrían apagarse en una década: "Probablemente -avisa-, tendremos papel durante diez años más. Después, sinceramente, no lo sé".
Para un "optimista" como Baron (Tampa, 1954), la previsible defunción del papel "no significa ni el fin de las noticias ni el fin del periodismo".
"¡Tenemos más lectores que nunca!", exclama, al recalcar que, en octubre pasado, el portal del Post batió un récord con 66,9 millones de lectores sólo en EEUU, y superó por primera vez a The New York Times (65,8 millones) en la lucha de la "vieja guardia" de la prensa estadounidense por la hegemonía de los nuevos medios "online".
El quid de la cuestión -argumenta- es "cómo ganar dinero con ese gran número de lectores" en la web, un reto para el que el diario ha contratado en los últimos dos años a más de cien periodistas que "entienden internet" y aportan "nuevas formas narrativas" con textos, vídeos, gráficos interactivos e, incluso, realidad virtual.
Más de cuarenta ingenieros técnicos trabajan en la redacción con los reporteros para desarrollar "nuevas experiencias digitales", en "una estrecha relación simbiótica que está funcionando muy bien".
Baron también aboga por una "fuerte presencia" del Post en las redes sociales, como parte esencial del modelo económico digital.
Esa apuesta se plasmó el pasado septiembre en la entrada del rotativo, junto a otros grandes medios, en el servicio Instant Articles, de la red social Facebook, donde el Post publica sus artículos para ganar visibilidad y nuevos lectores.
Los puristas vieron ese acuerdo como un "pacto con el diablo" por otorgar poder a las compañías dominantes del negocio en internet, pero "Marty" opina que "es pronto para enjuiciar Instant Articles".
La reconversión digital del Post cuenta con la financiación de Jeff Bezos, fundador del gigante del comercio electrónico Amazon, quien pagó 250 millones de dólares en agosto de 2013 por el diario que la familia Graham había controlado durante ochenta años.
La compra sorprendió al sector y al propio Baron: "Fue -reconoce- una sorpresa total. Pero ha resultado una experiencia positiva para nosotros, y él ha sido un buen dueño".
Bajo el mando del magnate -subraya-, el periódico profesa la "independencia periodística" que defendió la familia Graham.
Baron se siente "inspirado" por Bradlee, supervisor de la cobertura del "Watergate", que dio pie a la inolvidable película "All the President's men" (1976).
Como Bradlee, "Marty" también queda inmortalizado por Hollywood en "Spotlight" (2015), donde le interpreta el actor Liev Schreiber.
La cinta narra el escándalo del abuso de menores que sacudió en Boston a la Iglesia Católica en 2002 y que reveló el Boston Globe, bajo la batuta de Baron, quien espera que el filme "recuerde a la gente la importancia del periodismo de investigación".
"No haces periodismo con la idea de que un día te van a retratar en una película, pero es gratificante", concede "Marty", sentado en su despacho acristalado del Washington Post, un diario que "siente reverencia por su historia, pero que mira al futuro".