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La Mirilla:
Es tan fácil abordar el tema de la inteligencia artificial que se está utilizando en Colombia y en todo el mundo. Como suele ocurrir con muchos temas, la música, por mencionar uno, aquí todo llega tarde; muchas cuestiones de interés nacional para el crecimiento de la población y el verdadero desarrollo del país aún no han llegado.
Sin embargo, me gustaría que la llegada de tanta inteligencia artificial se demorara un rato largo, o que incluso no llegara. Siento un profundo duelo por las humanidades, el dolor causado por el ser parlante poseído por el afán de ser más y saber más que el propio misterio de la imaginación.
Pero bueno, no soy científica, ni física nuclear, tampoco ingeniera. No me dedico a la tecnología. Soy artista. Soy creadora. Mi fuente es la mente inteligente que crea de la mano de la educación, el pensamiento y la imaginación, el complemento del talento. Todo intelecto. Todo intangible. Nada material. Nada científico. Nada concreto. Nada estructural.
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Lo mencionado anteriormente me lleva a expresar mi sorpresa, en gran medida, por el avance y la propuesta en el programa “Sin Carreta”, en el que hace su aparición, por primera vez, en un programa nacional, (y si me equivoco, pido disculpas a los pioneros), la primera mujer artificial con un rol coprotagonista, anunciada como “copresentadora”, LÍA, en el programa que dirige y presenta Juan Diego Alvira.
Lo que puedo afirmar desde el principio es que, si la “programan” correctamente, no oiremos -gazapos-, es decir errores en su discurso, volveremos al buen uso del idioma español, carecerá afortunadamente de extranjerismos, disfrutaremos de una buena vocalización y brillarán por su ausencia los “entendistes”, “escuchastes”, “dijistes” y, ojalá, omitamos el “de por Dios”.
Sin embargo, no todo es motivo de alegría, ya que esto augura un desplazamiento aún mayor. Una vez que la moda sea impuesta, las ventajas serán para los dueños del negocio y tristeza para los presentadores; luego, para los actores que no protagonizarán ni novelas ni comedias, solo tragedias.
Con la certeza de que aquí no existe la fuerza de la industria hollywoodense, ni la conciencia para librar la batalla, como sucedió con el TLC, y hoy que vivimos el resultado, parece que nada que hacer.
Sin dolor, desapareció el horario estelar “Prime time”, de 8 de la noche a 9, que estaba destinado a contenidos argumentales, es decir, ficción. Solo queda el recuerdo; la autonomía otorgada por la privatización de la televisión nos desplazó de ese horario. Como anécdota para cerrar parte de la historia de los actores y realizadores y de lo que aquí se llama “temporal”, prosigo, con buena voluntad, algunos pertenecientes al gremio colaboraron a la causa del “apagón” famoso en 1992- 1993- del gobierno de César Gaviria, y se permitió, se omitieran el pago de las regalías, apoyando de esa manera, solidarios, a los programadores de ese entonces, ya que su pauta publicitaria había disminuido -temporalmente- mientras el tema volvía a la normalidad, conclusión, no despedimos de las regalías que alguna vez tuvimos hasta el día de hoy. Todo transitorio, provisional. Así que el panorama se vislumbra, o mejor dicho, ni siquiera se vislumbra.
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Siendo yo una neófita en la materia, apenas mantengo algún diálogo con Alexa, y confieso que me divierte su correcta respuesta, su educación programada, sus modales envidiables y la discreción con la que evita las burlas; todo eso me resulta un entretenimiento, momentáneo, eso sí.
Ahora, con timidez y ya sumergida en un asunto complicado, navego en estas aguas y puedo señalar algunos puntos. Comienzo por resaltar la inteligencia humana de mentes como la de Alan Turing, el inventor de la “Inteligencia Artificial”, como lo bautizó John McCarthy.
En Colombia, creo que apenas estamos en la etapa “robótica”, por así decirlo. Es comprensible por qué los niños, adolescentes y jóvenes que se inician y deleitan con los videojuegos están tan emocionados. Por esa misma razón, al referirme a la estimada Alexa, me lleva a mencionar los aportes que algunos todavía desconocen en el país, los aspectos no evidentes pero con los que ya convivimos. Como Alexa y otros asistentes inteligentes como Siri de Apple, con quien también me entiendo.
También existen los robots sociales. El avance de los Chatbots es evidente en todas las tiendas virtuales que encuentras, así como en el sector bancario, financiero y en otras áreas como la investigación, los edificios inteligentes y las ciudades que buscan desarrollo.
La movilidad, el transporte, la medicina, la salud, la educación, entre otros, también se están viendo afectados.
Todo esto apenas es una introducción, y es difícil imaginar lo que realmente es la inteligencia artificial.
Volviendo al tema de los artistas, retomo la discusión. Mi nieta, estudiante de cine de 18 años, me dice: “La realidad de hoy ya se puede ver con la huelga de los escritores en Hollywood, y cómo la industria tuvo un retraso con los proyectos gigantescos poniéndolo todo en pausa”. Ella intuye lo que sucederá, incluso antes de terminar su formación.
Mi nieta, María José, agrega: “Siento que se puede usar para bien y para mal. Puede facilitar la visualización de lo que se quiere hacer y decir, logrando una mejor comprensión de las propuestas (quizás como una maqueta). Ayuda con la imaginación. Eso es lo positivo, en resumen. Pero a partir de ahí, no estoy segura. Opino que nunca podrá reemplazar a los seres humanos y su inteligencia. Al comenzar el debate, se podría pensar al mismo tiempo que la existencia de la fotografía no hizo desaparecer la pintura. ¿Podría ser algo similar? Es arte con tecnología. Aquí es tecnología con ser humano”. Y concluye: “Es un tema muy complejo, porque no sabemos cómo evolucionará, pero se puede predecir, como lo hizo Spielberg con ‘Inteligencia Artificial”.
Siendo la inquietud inmensa, y ante el panorama, recurro a las voces de hoy, que lidiarán con el fenómeno. Entonces le pido opinión a mi nieta abogada, para tener un punto de vista en otra área profesional.
Juliana (22 años) me responde: “Me parece fascinante… todavía no tan amenazadora. Quizá en un futuro que esté perfeccionada. Por ahora, se me hace una herramienta fabulosa. Eficaz. Ahorra tiempo de manera increíble.
Tampoco creo que pueda llegar a equipararse a la mente humana, las emociones, la creatividad, las interpretaciones.
Por ahora es una herramienta que retoma lo que los humanos han hecho y compilado a lo largo de la historia.
Todavía, por lo menos en el mundo legal, que es en el que me desempeño, le falta bastante.”
Ambas, y yo coincidimos, seguro con muchos otras personas que la inteligencia humana es insuperable, tan lo es que se inventa la artificial.
Creo que nos sobra inteligencia. Pienso: no se trata de ignorar lo importante que ya es y puede ser, por un lado.
Pero, por otro lado, surge el temor, por no decir el horror, al ver los grandes pasos que ha dado la invención y cómo viola la intimidad y menoscaba la dignidad.
Lo vemos claramente en la serie de Netflix, “Black Mirror”, Temporada 6, Capítulo 1, “Joan is awful”, protagonizado por Salma Hayek. Después de verla, surge la pregunta: ¿es ella o es un producto de inteligencia artificial? No importa si lo es o no. Lo que puedo señalar es que la producción es pésima, las actuaciones son igualmente malas y el desenlace es fatal.
El tema se trata de manera ligera y superficial, en el tono de la comedia estadounidense, tocando el tema pero minimizando la esencia del problema, que en este caso no es un conflicto cualquiera. Y el final es el mismo, las implicadas quedan privadas de su libertad, con un grillete y pueden tener una “vida normal”. ¿Normal? ¿Quién puede vivir normalmente después de semejante experiencia? Mientras la realidad es que sus vidas fueron destrozadas. Es impresionante cómo nos muestran que, para ellas, después de una experiencia tan traumática, todo es normal.
Alucinante. Sin embargo, no deja de ser complejo, impresionante, traumatizante. Yo diría que es mucho más que eso. Es grave, severo pensar que lo sucedido en esa trama de película es una realidad, no ficción.
En general considero que esto es una violación de los derechos humanos; ¡qué forma de sometimiento! ¡Qué manera de anular al ser humano! Considerable.
La última reflexión y la primera preocupación que surge del instinto de supervivencia y conservación es: ¿qué pasará con el empleo? Con cualquier tipo de trabajo. En la profesión que quieran, la serie lo ilustra.
Lo cierto es que la poca seguridad o la estabilidad que queda va a escasear.
Pero eso no es nada en comparación con lo que nos muestran, para que nos vayamos haciendo una idea.
La audiencia no logra dimensionar lo que esto implica, por lo tanto, insisto: si hay o no trabajo en esta profesión u oficio es lo menos importante. Después de calcular lo que sucederá con la sociedad y a lo que puede someterse cualquier ciudadano desprevenido solo por tener una aplicación cualquiera en su celular y firmar esas “condiciones” que nadie lee, como ocurre en la ficción de “Joan is awful”.
No puedo más que decir: “apaga y vámonos”.
Así que la presencia de LIA en la televisión abierta y en la franja nacional es apenas una pequeña muestra de lo que nos espera. Veremos cómo la gente asimila tanta “inteligencia” y si la legislación se comporta con humanidad e inteligencia.
La Unión Europea al respecto se ha pronunciado, en este artículo de -Noticias del Parlamento Europeo-, se puede leer lo correspondiente: “Ley de IA de la UE: primera normativa sobre inteligencia artificial”.
En fin, como bien lo dice mi nieta, la inteligencia artificial llegó al cine hace tiempo. Steven Spielberg y su producción “IA” dejaron boquiabierto a más de uno. Quizás algunos creyeron que era solo ficción, pero no.