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Murió Margot Benacerraf, pionera del cine venezolano

La actriz falleció en Caracas, Venezuela, a los 97 años.

Javier Tovar - AFP
30 de mayo de 2024 - 12:01 p. m.
La cineasta venezolana Margot Benacerraf, una de las primeras mujeres en participar en el Festival de Cannes, falleció este miércoles en Caracas a los 97 años.
La cineasta venezolana Margot Benacerraf, una de las primeras mujeres en participar en el Festival de Cannes, falleció este miércoles en Caracas a los 97 años.
Foto: VivoPlay
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Margot Benacerraf llegó al festival de Cannes acompañada por su madre y una lata con su obra maestra, “Araya”, bajo el brazo. Era 1959, año del inicio de su cruzada por impulsar el cine de Venezuela, un objetivo por el que luchó hasta su muerte.

La familia de Benacerraf informó del fallecimiento en Caracas de esta galardonada cineasta, fundadora de la Cinemateca Nacional de Venezuela (1966), semillero de nuevas generaciones de cineastas, y promotora de festivales cinematográficos en el país.

“Fue una mujer absolutamente de avanzada, de vanguardia”, dijo Alexandra Cariani, directora de la Fundación Margot Benacerraf, que trabajaba con la cineasta desde hacía nueve años.

Hizo dos películas: “Reverón” (1952), un cortometraje en honor al pintor venezolano Armando Reverón, considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX en América, con el que fue a Cannes en 1953, y luego “Araya” (1958), una poética docuficción sobre la vida de los trabajadores de unas salinas en el noreste del país, que fue nominada a la Palma de Oro el año siguiente.

Ganó “Orfeo negro”, pero “Araya” recibió el premio de la crítica internacional, FIPRESCI, y la lanzó a la fama.

“Ella llega sin respaldo de ninguna distribuidora, llega con su película bajo el brazo”, señala Cariani. “Fue con su mamá cuando recibió el premio”.

“Es una hazaña, una proeza del cine latinoamericano, venezolano y de todo. Margot es una pionera en todo el sentido”, agrega.

“Epopeya”

Benacerraf se reveló contra el estereotipo de la mujer judía de alta sociedad que debía casarse con un empresario y tener hijos. De hecho, nunca se casó, nunca tuvo hijos.

Después de estudiar Filosofía y Letras en Venezuela, ganó una beca de tres meses para estudiar en el Departamento de Drama de la Universidad de Columbia en Nueva York, donde tuvo su primer contacto con el set de filmación.

Su fascinación la llevó a continuar sus estudios en Francia. “Una formación sumamente exigente”, dice Cariani. “Su modus operandi fue riguroso”, sigue. “Se zambullía 100% en el tema que iba a abordar”.

Y fue lo que hizo con “Reverón”, instalándose en la residencia del pintor, y después con “Araya”, cuyo nombre proviene de la remota península donde se ubican gigantescas salinas en Venezuela.

La preproducción duró dos años, entre investigaciones en archivos en Europa y visitas a los pueblos que vivían de la sal.

Luego filmó por más de dos semanas. “No veía qué había filmado hasta que la película no viajaba a Francia para el revelado”, cuenta Milvia Villamizar, responsable del acerbo de la fundación. “La posproducción fue una epopeya, titánica”, complementa a su vez Cariani.

La primera versión tenía tres horas, que Cannes mandó a recortar porque era muy larga.

Picasso y García Márquez

Después del galardón, Benacerraf llevó su película a otros festivales internacionales, aunque en su país no se estrenó hasta 1977. A los distribuidores “les parecía un riesgo, era demasiado rara, demasiado autoral”, relata Cariani. Benacerraf no lanzó otra película.

Tuvo guiones listos que no se concretaron, como el de “La cándida Eréndira”, inspirado en el libro de Gabriel García Márquez, que terminó quitándole los derechos.

“Ella se tomó mucho tiempo y García Márquez estaba apurado para que hicieran la película”, lamenta Cariani. “Fue un episodio muy incómodo en su vida, muy triste, muy injusto”.

El otro gran golpe en su carrera fue con Pablo Picasso, que “la buscó para que lo filmara, no como pintor, sino en su cotidianidad”; pero tras su separación de la artista francesa Françoise Gilot, “él se sumió en una depresión y hasta ahí llegó el proyecto”, añade Villamizar. Nunca más tuvo acceso al artista y el material se perdió.

Benacerraf se mantuvo activa hasta muy poco antes de su muerte, siempre con mucha intensidad apostando por el cine de su país. Y queda “Araya”, un clásico, su legado. “Es una película que crece con el tiempo, que sigue fascinando”, destaca Cariani.

Por Javier Tovar - AFP

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