Con el nuevo papel que interpreta en la novela Valentino el argentino, Julián Román ha logrado, sobre todo, derrotar una de sus más grandes frustraciones.
“En el mundo de la actuación hay muchos actores guapos que además pueden hacer gala de inteligencia, pero que por su belleza sólo los convocan para hacer de galanes, del bueno y el plano. A mí me ha pasado todo lo contrario, sólo me habían llamado para interpretar al mejor amigo, el hampón o el mecánico”, confiesa jocosamente el nuevo protagonista de la novela de RCN que será estrenada la próxima semana.
Aunque Julián Román tiene claro que no es “ningún Rafael Novoa” y aunque confiesa que lo agobió durante unos años el hecho de que su físico lo predispusiera para encarnar sólo a ciertos personajes, asegura que con los años fue entendiendo el mundo de la televisión y descubriendo que en él, a la final, no hay una sola fórmula para el éxito: “Más que un cuerpo bello buscan un actor”, me dijo mi padre, así que entendí cuál era mi lugar y me relajé”.
Dejar transcurrir las cosas le dio resultado y Román no tardó en recibir propuestas como la de ser presentador de Bailando por un sueño, para luego convertirse en un verdadero galán de telenovela, porque muy a lo contrario de lo que creía tenía mucha acogida en el mundo femenino.
“Es muy gracioso, porque mientras que en Argentina, donde ya se estrenó al novela, los blogs hablan maravillas del “guapo actor”, acá cuando interpretaba a Leo Reyes decían cosas terribles, que por qué tenía tanto éxito con las mujeres, que era un gañán. Bueno, parece que pasé, sin más, de gañán a galán”, replica Román con ese tono siempre sensato que deja en evidencia su constante reflexión en torno a lo que hace y con esa gracia que sin duda es el resultado de que le vaya también con las mujeres.
Justamente uno de los grandes retos para la nueva etapa actoral de Julián fue despegarse de Leo, el de Los Reyes, un personaje que por su éxito y su gran caracterización se quedó no sólo clavado en la teleaudiencia, sino en sus propias maneras. “Leo Reyes hablaba tan mal como su papá y yo terminé hablando tan mal como mi personaje”, recuerda el actor.
Su papel es ahora todo lo contrario, buena pinta y buenas maneras, sin perder ese popular que ha marcado las más recientes producciones colombianas. “Creo que el éxito que estamos teniendo en Latinoamérica es que nuestros libretistas son capaces de crear personajes reales con los que muchos se identifican”, asegura el actor, quien después de terminar la novela viajará a Medellín para filmar una película junto con su padre, el gran actor Edgardo Román.