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“Mickey 17″: ¿Qué se siente vivir?

Mickey 17 es otra muestra magistral por parte de Bong del uso del cine para volver tangible lo intangible.

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Alejandra Cuberos Gómez - @yosoycubito
29 de marzo de 2025 - 05:10 p. m.
MADRID, 07/03/2025.- El director de cine surcoreano Bong Joon-ho (d) conversa con los actores Robert Pattison y Anamaria Vartolomei durante el rodaje de 'Mickey 17'. EFE/ Warner Bros. Entertainment Inc. SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
MADRID, 07/03/2025.- El director de cine surcoreano Bong Joon-ho (d) conversa con los actores Robert Pattison y Anamaria Vartolomei durante el rodaje de 'Mickey 17'. EFE/ Warner Bros. Entertainment Inc. SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)
Foto: EFE - Warner Bros. Entertainment Inc.
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Mickey 17: ¿Qué se siente vivir? Si hay una película que ha marcado un antes y un después en lo que respecta a las posibilidades narrativas que tiene el séptimo arte es Parasitos, la película de 2019 dirigida por Bong Joon-Ho. No solo porque para muchos fue la última cinta que vimos en cine antes de que la pandemia nos obligara a quedarnos en nuestras casas, reevaluando una y otra vez ese espacio privado que exploraba la película de Bong. Si no porque la crítica que hacía el director coreano estaba tan perfectamente tejida dentro de la sátira que navegaba entre la comedia y la tragedia, que convertía la pantalla en un espejo incómodo pero inevitable para el espectador.

Ahora, cinco años después, Bong nos vuelve a convocar con su nueva película en inglés, Mickey 17, basada en la novela Mickey 7 de Edward Ashton. Y es apenas normal que las expectativas sean tan altas como la duda. ¿Estamos listos para ese espejo cinematográfico? ¿Seremos personajes de esta película de la misma forma que fuimos personajes de Parasitos? ¿Va a estar Bong a la altura del Bong de hace cinco años? La respuesta no es del todo clara, y requiere un análisis detenido, lo que es evidente cuando se sale del teatro es que, al igual que hace 5 años, estamos frente a una obra especial.

Bong es reconocido por tratar temas como las clases sociales, la explotación laboral, la desigualdad económica y la industrialización del trabajo en sus películas. Mickey 17 no es una excepción a esto, lo distinto es que la producción de la película es tan monstruosa, que se vuelve un reto para el director tejer su discurso entre todo el brillo y glamour que acompañan una superproducción de Hollywood. Pero no hay nadie como Bong para llevar a cabo este reto, y lo hace como un verdadero artista.

En términos generales, Mickey 17 se ubica en un futuro distópico. Un hombre, Mickey Barnes, toma un trabajo cuestionable para escapar de unos peligrosos cobradores que lo buscan. El trabajo es sencillo, debe morir. Sus características físicas, su personalidad, y su memoria han sido descargadas en un disco duro, y cada vez que muere, un nuevo Mickey es impreso para remplazar al anterior. Trabaja en una nave espacial que busca llegar a un planeta nuevo para poblarlo, y Mickey es esencial para probar nuevas medicinas, atmósferas, comidas, inyecciones, y demás elementos que puedan poner en peligro al resto de la tripulación.

¿Quién es este hombre entonces? Esencialmente, no es nadie. No tiene ninguna cualidad ni talento destacable. Es bastante fácil de manipular, y honestamente, bastante ingenuo. Ninguna característica que apoye el estatus de héroe que debería tener. Pero es porque no es reconocido como un héroe, sino como un prescindible, literalmente. A nadie le importa si muere porque en veinte horas tendrán uno nuevo. Robert Pattinson le da vida a Mickey, y lo hace de una forma brillante. Todo en el personaje está diseñado para que el espectador sienta el mismo pesar que sienten todos al ver a este hombre patético. Desde el tono de voz despistado que tiene, hasta su nombre, Mickey, que evoca cierto infantilismo.

Hay que tener en cuenta que Pattinson no interpreta simplemente a Mickey. Interpreta al Mickey que más llegamos a conocer, la versión 17. La distinción es importante, pues también llegamos a conocer a Mickey 18, y nos damos cuenta de que aunque el cuerpo y la memoria es la misma, la forma de interpretar esos recuerdos puede cambiar, y forjar diferencias entre un Mickey y el siguiente. El actor aporta matices a la corporalidad de cada uno de los Mikeys, que hacen que con solo ver el rostro de cada uno sepamos de cuál se trata. Mikey 17 es encantadoramente patético, y marca el tono cómico y satírico de la película. Cuando llega Mickey 18 a cuestionar todo aquello que Mickey 17 da por sentado, es cuando nos damos cuenta de que tal vez no estamos viendo una comedia después de todo. Se vislumbra el espejo.

¿Qué empezamos a ver en ese espejo? El indicio está en esa pregunta que le hacen una y otra vez a Mickey. ¿Qué se siente morir? Y más allá de eso, ¿Se podría decir que Mickey muere realmente? O cuando sale de aquella impresora sigue siendo el mismo. Si Mickey sabe que lo van a volver a imprimir una vez que muera, ¿realmente sabe lo que se siente morir? Es esa la cuestión que Bong teje entre las naves espaciales y los gusanos extraterrestres, ¿en qué consiste realmente el estar vivo? Mickey debe morir en su trabajo, de forma literal, pero también figurativa. Es tratado como lo más bajo, deshechado constantemente, su esencia está guardada en un ladrillo. ¿Está entonces realmente vivo? O están más vivos aquellos que pueden realmente morir.

Mickey odia morir. Hay dolor, incomodidad, y algo de incertidumbre. Sin importar cuántas veces lo haya hecho, le da miedo. Pero es distinto cuando hay dos Mickeys simultáneamente. Porque si Mickey 17 muere, siente que va a morir definitivamente. No lo van a volver a imprimir porque ya existe Mickey 18. Se hace evidente que cada Mickey es un ser distinto. Mickey Barnes parece haber muerto cuando murió Mickey 1, y del 2 al 17 es difícil saber si han estado realmente vivos, o son versiones del muerto. ¿Quién es entonces nuestro protagonista, Mickey 17? No es una copia tratando de no morir, es una copia que quiere empezar a vivir. Y para poder empezar a vivir tiene que tener miedo realmente de morir.

Mickey 17 es otra muestra magistral por parte de Bong del uso del cine para volver tangible lo intangible. Del uso del humor para cuestionar la forma como podemos llegar a disfrutar impunemente de la tragedia. Nos señala y nos incomoda como lo hizo hace 5 años, pero esta vez nos tiende la mano al final. Mickey 17 se convierte en Mickey Barnes, cuando deja de existir la posibilidad de volverse a imprimir. Tal vez realmente no sepa que se siente morir. Pero con seguridad sabe lo que se siente vivir, y al salir del teatro, nosotros también nos sentimos un poco más vivos.

Por Alejandra Cuberos Gómez - @yosoycubito

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