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Yo, fiel a mi televisión nacional (Opinión)

Los fines de semana, en las casas de Rcn y Caracol, sábados y domingos no pueden ser peores en la televisión colombiana, aunque los lunes festivos no se quedan atrás.

Jenniffer Steffens
02 de noviembre de 2023 - 10:56 a. m.
En su programa "El Show de las Estrellas", Jorge Barón (izq) interpreta el papel del botones de un hotel que se llama "Jorgito",.
En su programa "El Show de las Estrellas", Jorge Barón (izq) interpreta el papel del botones de un hotel que se llama "Jorgito",.
Foto: Captura de

La Mirilla

Sin embargo, es necesario ponerle cabeza y ajustar el corazón abordando temas y tópicos que, como infinidad de asuntos, son pasados por alto, se banalizan o sencillamente se ignoran, aunque no debe ser así. Es aquí donde inicia el ejercicio. ¿Por dónde empezar, por el garrote o por la zanahoria? Aclaro que el garrote no me place ni es de mi agrado, pero como ya lo dije, es un deber. Siendo todo posible a la fórmula, sumémosle ánimo, voluntad y deseo. Hay quienes prefieren las noticias malas primero. Acogiéndonos a eso, empecemos con el palo.

Los fines de semana, en las casas de Rcn y Caracol, sábados y domingos no pueden ser peores en la televisión colombiana, aunque los lunes festivos no se quedan atrás.

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Jorge Barón, increíble. En una de estas noches, en mi consuetudinario recorrido por los canales, me encuentro con “El Show de las Estrellas” y Don Jorge Barón. En esa oportunidad, en tarima y escena, Adriana Bottina, que se somete (valga acotar, se le notaba la incomodidad). Por ende, supongo que tantas y todas las cantantes que tienen la suerte de participar en el “Show de las Estrellas” viven y protagonizan una íntima vergüenza: la vueltica. Soportar piropos regulares y malos, lugar común, son objeto de la mirada jarta del viejito, que a su edad raya en el mal gusto. Pero sobre todo en el ejercicio de “viejo verde”, injurioso, afrentoso, insultante, que en otras épocas no pasó de ser un anecdótico ser ridículo siempre, no por eso inofensivo. Sin desconocer hoy que la crítica con este fenómeno era generosa, complaciente, nada censurable y menos condenable.

Ahora no, absolutamente. Es insoportable e inaceptable. Bueno, lo que al principio resultó una “gracia” con el señor Jorge Barón, doblándose, clonándose, representando a su “Jorgito”, que se viste como botones sin hotel, resulta ser un ofensivo gendarme, justamente por su mirada. Además del tedioso rol, de ñapa, unge de entrevistador. Patético. Un programa que tuvo una gloria, otorgada por la falta de cultura, educación, diversión, y por eso mismo con méritos por sí solo. Sin desconocer el de lanzar artistas, resaltar a los ya famosos, válido y plausible, también el de llenar plazas. Hoy en este reencauche, con el ingrediente añadido, da grima.

Y si por allá llueve, por aquí no escampa. ¡Ojo! “Yo, José Gabriel”, no sea que venga incurriendo en lo mismo, con el beneplácito de tantas mujeres, tal vez muchas con un espíritu emancipado y discurso feminista que acuden a este espacio con agrado para recibir la distinción y se encuentran con lo mismo, pero distinto, con otro estilo, el del “bagrecito” institucionalizado humor, chiste cargado de machismo, y ya a estas alturas coloreado de verde intenso, el calendario no perdona. Sin demeritar lo variado y ágil del programa, el acompañamiento musical, la diversidad en sus invitados, su buen sentido del humor bogotano (sin el bagrecito) y la excelsa educación de José Gabriel Ortíz.

Me ocupo de estas reflexiones “feministas”, llamando la atención a este tipo de comportamientos, léxico, expresiones verbales y físicas, por una razón y es que a lo largo de los años, con la influencia y el poder que tienen los medios de comunicación en este caso la televisión, es demasiado, y aquí aplica perfectamente el término, “demasiado”, la distorsión excesiva el daño que causa en el imaginario de tantas mujeres como de hombres. Lo más grave, que no nos damos cuenta. Participamos. Celebramos, agradecemos. Sin cuestionamiento alguno. Es entendible el mundo de la farándula necesita ser divulgado, ovacionado, de eso se nutre y vive.

No obstante, tiene también un costo alto en la asignatura, la del respeto por el género femenino.

Podría ser al contrario, la mujer mal-piropeando al caballero- por lo demás, eso no es posible, porque (como en algún momento lo mencioné) no hay una dama presentadora, conductora que cumpla siquiera los cincuenta.

Las tuvimos, doña Gloria Valencia de Castaño, para recordar, y no hacia este tipo de programas aún nos encontramos con la grata presencia de Margarita Vidal, periodista, otra cosa.

Pero las Amparos.. no están, me refiero a Amparo Perez y Amparo Peláez.

Está nuestra Amparo Grisales, con la suficiente personalidad y perrenque para decir, y hacer, pero no lo hace, ni se pasa, mantiene su lugar.

Lo que significa todo esto es que el machismo se despliega y acrecienta, sin que nos enteremos, y agrego, corriendo un gran riesgo, la expresión y protesta feminista podría ir más allá del lenguaje: todos, todas y todes.

Seguimos, Rcn repite, Germán es el man, que es gracioso, pero igual ya está visto.

¿Por qué no acudir de nuevo a las ideas y libretos que han probado “finura”, resultados en el mundo de la comedia? ¿Dónde está Juan Manuel Cáceres? Manos expertas... ¿Mario Ribero?

Sábados felices, Caracol. Tocó hablar de este insigne programa que perdura y divierte a la audiencia colombiana. ¿Cómo calificarlo o descalificarlo? Casi que imposible, pero sí mejorarlo. No sé, en el contenido de los chistes, ser un poco más cuidadoso y exigente en la materia. Insisto en lo dicho, mucho chiste machista, maltratador y pésimo. Tal vez darle más juego a los jurados, sacarlo a la calle. Desacartonar al presentador, pienso también que menos largo, su duración es excesiva, le haría un bien al programa y al televidente.

Los programas de opinión temática variada, “Informantes”, “El Rastro”, “Séptimo Día”, ya no ofrecen más. Acuden a ciertos temas que ameritan ser entrevistados, otros aparentan novedad. Y la crónica amarilla, escabrosa, alimento del morbo que no falla. ¿Si funcionan? No es hora de variar. No es un tema de los presentadores, es lo repetitivo. ¿Por qué no esforzarse y proponer otro formato, o ya que nos gusta el reencauche, por ejemplo, volver a “¿Quién Quiere Ser Millonario?” con el encantador Paulo Laserna. Después o antes de Sábados Felices sería maravilloso. O el domingo, como fue siempre. Daría aire, diversión, conocimiento, educación, todo en uno. En fin. Y fin.

Por Jenniffer Steffens

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Carlos(9305)2 Nov 2023 - 5:28 p. m.
Este tipo de televisión ya está en estado de coma. Pronta muerte. ¿Qué tal los mal llamados noticieros? Todos al servicio de la oligarquía.
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