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El cine más allá de la sala tradicional

El director de cine William Vega sostiene que el cine no deja de serlo por migrar al “streaming”, pues una película es un sentido estético que se narra a través de imágenes y sonidos.

Lilian Contreras Fajardo
12 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
“Sal” debutó en el Festival de Cartagena de 2018, se estrenó en salas y luego cayó en el olvido, pues no se adaptó a otro formato, hasta ahora. / Cortesía
“Sal” debutó en el Festival de Cartagena de 2018, se estrenó en salas y luego cayó en el olvido, pues no se adaptó a otro formato, hasta ahora. / Cortesía

Por el hecho de que una película salga de la sala de cine no implica que no sea cine y que sea otra cosa; sigue siendo ese lenguaje que está llevando un sentido a través de las imágenes y los sonidos”, dice William Vega.

Este caleño estrenó comercialmente hace dos años Sal, una película que ahora tiene nuevas oportunidades de ser vista, ya que desde esta semana está disponible en el portal Cinecoplus.com.

Esta historia debutó en el Festival de Cine de Cartagena, al mes estuvo en salas comerciales y unas semanas después quedó en el olvido, porque no fue adaptada a otro formato, lo que imposibilitó que alguien pudiera tener acceso a ella.

Lo que uno más desea es que la película sea vista, el deseo del guionista y los realizadores es que la obra pueda llegar al público, más allá de la razón económica”, sostiene el director, a quien le agrada que Sal reviva en el streaming, formato que le permite “refrescarse” al estar disponible para los espectadores que consultan el cine mal catalogado de “nicho” o independiente.

“Al final, estás construyendo un sentido con las imágenes y la historia necesita un receptor que valide la creación que se ha hecho”, agrega.

William Vega comprende y acepta el ritual de la sala oscura, que permite al espectador tener la concentración exclusivamente en el filme. Lo aprecia porque fue con esa forma de consumir cine con la que creció y se formó, pero es consciente de que las nuevas generaciones acceden de formas diferentes a las obras audiovisuales, una práctica que se popularizó en estos tiempos de pandemia.

Sin embargo, este realizador caleño no pelea con los cambios, sino que se adapta a ellos porque cree que en Colombia “estábamos un poco quedados” en comprender que el lenguaje cinematográfico se ha modificado y que los medios en los que ese lenguaje se puede apreciar también han migrado.

Para él, lo importante es entender que, a pesar de las diferentes formas que hay para ver cine, una película no dejará de serlo por el simple hecho de no ser vista en la sala tradicional, pues la estética y el sentido a través de imágenes y sonidos siempre estará presente.

“Nos cuestan los cambios y esta pandemia no nos preguntó, nos obligó a aceptarlos”, dice. Seguramente muchos preferimos ver una película y dialogar después frente a frente, pero la situación nos llevó a tomar otros rumbos y aceptarlos. Al final, todo es costumbre”, sostiene.

Cuando Sal se lanzó, en 2018, fue catalogada como “posapocalíptica”, definición que alertó al espectador.

No es una película de acción que siga los parámetros de Hollywood respecto a la rapidez de imágenes que, muchas veces, ni siquiera permiten que la gente aprecie lo que ve.

Esta es una película contemplativa y tranquila que exige meterse en la historia para percibir que nada sucede. Muchos de los espectadores se salieron de la sala a los veinte minutos de haber comenzado la historia, y el director piensa que ahora puede ser retomada “de veinte en veinte” hasta llegar al final.

Esta posibilidad es una ganancia del streaming, así como la oportunidad que ofrece de llegar a otras fronteras, donde no se exhibió en salas, por ejemplo, y llegar a un público que, de pronto, hoy tiene la susceptibilidad o la disposición para verla.

Sal narra la historia de Heraldo, un hombre que viaja en moto por el desierto para buscar a su padre desaparecido.

Planteamos la contradicción de un tipo que se siente encerrado en un sitio tan inmenso como es el desierto, un espacio tan solitario”, recuerda Vega sobre este largometraje que estrenó después de La sirga.

Su protagonista, como muchos seres humanos, tuvieron que realizar una búsqueda espiritual e ideológica. La gran diferencia es que Heraldo hizo el proceso en el desierto, un elemento que en la película exterioriza el “alma vacía” donde no “pelechan” las ideas.

Él quiere irse de ahí y creo que a muchos nos pasó eso en la pandemia. En casa tenemos todo, pero nos sentimos confinados de una manera muy estricta con todas estas medidas”, comenta el director, para quien ver en esto momento Sal puede ser una forma de reflexionar sobre el encierro o las cadenas que amenazan la paz mental y emocional.

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