Mathieu Amalric, en la profundidad de la comedia

El reconocido actor es uno de los protagonistas de la película “Hombres al agua”, del director Gilles Lellouche, que es un fenómeno en taquilla en Francia. La cinta llega a las salas de cine este 6 de junio.

* Redacción cine
06 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Además de Mathieu Amalric, en “Hombres al agua” participan Benoît Poelvoorde, Guillaume Canet y Jean-Hugues Anglade.  / Cortesía
Además de Mathieu Amalric, en “Hombres al agua” participan Benoît Poelvoorde, Guillaume Canet y Jean-Hugues Anglade. / Cortesía

El eje temático de la película Hombres al agua no está en la superficie sino en la profundidad. Un grupo de cuarentones desadaptados decide romper estereotipos al formar el primer equipo nacional de natación sincronizada masculino de Francia. Entrenados por una excampeona en esta disciplina, ellos deberán superar todo tipo de retos para demostrar al mundo, y a sí mismos, que tienen lo necesario para triunfar.

El reconocido actor francés Mathieu Amalric, quien interpreta a Bertrand en la cinta, cuenta cómo fue su proceso de preparación para asumir este rol tan cómico como deportivo.

¿Por qué sabe bucear?

Eso fue por culpa de Gilles Lellouche. En el set de la película del director Jean-Paul Rappeneau, una verdadera amistad nació entre nosotros. En ese momento, me mostró un documental sobre la natación sincronizada masculina y me dijo que él creía que hacer una película sobre ese tema era imposible. Dos años después, volvió con un guion, pero no necesitaba leerlo, para mí era directamente: “Sí, quiero hacer ese filme”. Solo tuve una pregunta: “¿Cuándo será el tiroteo?”. Desafortunadamente, cayó justo en medio de la filmación de mi película Bárbara. Al día siguiente, Gilles me llamó para decirme que me estaba esperando. Le prometí que estaría libre el 15 de febrero, ese día todavía no había terminado el proceso con Bárbara.

¿Y entonces cómo hizo para poder participar en “Hombres al agua”?

Pues en la mañana editaba mi película y grababa la cinta de Gilles durante la noche en la piscina. Estoy seguro de que Bárbara se ha aprovechado de este estado, digamos, líquido... Desde el principio comprendí lo valioso que era para Gilles contar algo de nuestro tiempo, sobre lo que nos obliga a ser alimentándonos con sueños. Eso puede no ser nuestro, a través de la metáfora del deporte y el colectivo con humor.

¿Qué sintió al interpretar a su personaje en la profundidad?

Sentí algo no tan cínico en el enfoque de este personaje, algo muy sincero y personal. Tengo la sensación de que esta película es un retrato multifacético del mismo Gilles, de su angustia, de lo que podría haber sido en un momento de su vida y de lo que teme convertirse. Finalmente, pensé que mi personaje era una idea muy hermosa, un hombre desempleado que tomaba antidepresivos apoyado y amado por su mujer, en oposición al cliché que podríamos conocer. También me gustó el hecho de que me permitiera mirar a los demás, ser una especie de hilo conductor para los espectadores.

¿Cuál fue su mayor reto en “Hombres al agua”?

No fue un entrenamiento, sino todo lo contrario. Siempre es un placer ingresar físicamente a un rol. No fue el hecho de superar el ridículo, de estar en traje de baño crudo y desnudo, porque si no es así, no me interesa eso. No, mi problema era que frente a genios, y lo digo en serio, como Benoît Poelvoorde (Marcus), Philippe Katerine (Thierry) o Jean-Hugues Anglade (Simon), y con todos sus coloridos personajes, ¿cómo evitar ser demasiado aburrido? Frente a ellos, me encontré muy normal y descolorido, tuve la sensación de ser el cuarto hermano Marx, el que es aburrido y nos olvidamos de él todo el tiempo. Pero, por fortuna, con Marina Foïs interpretando a mi esposa y la escritura de Gilles, me salvé. Y luego, al ser muy pretencioso, como había nadado en competición cuando era más joven, ¡otro desafío era no parecer demasiado bueno en el agua!

¿Cuál fue su escena o línea favorita?

Hay toneladas de eso, pero diría que la escena que me hace llorar sucede entre Jean-Hugues Anglade y su hija en la cafetería, cuando ella le dice: “¡Pero papá, tienes que parar con tus sueños!”. Y luego, la final, la escena de la gran competencia. Qué desafío fue lograr que esta escena en la que nos convertimos en campeones del mundo funcione, cuando uno nunca ve al equipo progresar. Es gracias al virtuosismo de la escenificación y de los efectos de iluminación que creamos eso y logramos convencerlos a todos.

¿A quién cree que le queda mejor el traje de baño?

Primero, cada uno tenía su propia especialidad. Alban Ivanov (Basile) estaba buceando como un dios. Philippe Katerine (Thierry), que es un bailarín extraordinario, tuvo la gracia. Y hubo quienes estaban en forma, como Guillaume Canet (Laurent), un trabajador que se quedó tres horas más que todos los demás, los que, como Benoît Poelvoorde (Marcus), no querían trabajar pero sí trabajaban comprometidos. Y luego estaban los laboriosos, los disléxicos, como Félix Moati (John), a quien le decíamos: “A la izquierda” y él iba a la derecha, fue muy divertido. Balasingham Thamilchelvan (Avanish), que no sabe nadar. De acuerdo, aun diría que Jean-Hugues Anglade (Simon) fue quien mejor se puso el traje de baño. De hecho, creo que todos estábamos impresionados el uno con el otro.

Por * Redacción cine

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