Michael Douglas: “Disfruto ver a los grandes actores”

El estadounidense celebra medio siglo de actividad artística y ahora, totalmente recuperado de un peligroso cáncer de garganta, demuestra que a los 75 años es posible mantener el éxito con su participación en la serie de Netflix “The Kominsky Method”.

Fabián W. Waintal
01 de septiembre de 2019 - 02:00 a. m.
El actor estadounidense Michael Douglas comenzó en la televisión en la serie “Las calles de San Francisco”. / Cortesía
El actor estadounidense Michael Douglas comenzó en la televisión en la serie “Las calles de San Francisco”. / Cortesía

Festejando nada menos que medio siglo desde que empezó su carrera como actor, Michael Douglas fue reconocido en el Festival de Televisión de Mónaco por el príncipe Alberto II con el premio Crystal Nymph. Y en un lugar tan famoso por las carreras y la aristocracia, como un verdadero príncipe de Hollywood, Michael Douglas aceptó hablar de su propio reinado en medio de la más famosa evolución del cine y la televisión.

¿Hasta qué punto aprecia los cambios que hoy revolucionan la televisión en comparación con el principio de su carrera como actor, hace algunos años?

Es cierto, son algunos años, 50 para ser exactos, y es una de las razones que me dan para pensar un poco… Cuando recién empezaba, en Las calles de San Francisco, en Estados Unidos solo había dos estaciones de televisión. Estaban NBC y CBS. Recién después surgió ABC como un canal nuevo, donde después también empecé con la serie Kung Fu (con David Carradine). Eso fue hace 50 años; pero mira el Festival de TV de Mónaco: cumplió 59 años. Es increíble lo adelantados en el tiempo que estuvieron al crearlo.

¿Qué tan bien recuerda el primer día de trabajo en la serie de TV “Las calles de San Francisco”, con alguien como Karl Malden, que incluso llegó a ser el presidente de la Asociación de Actores de Hollywood?

El primer día en Las calles de San Francisco me subí a un auto de policía y tengo el orgullo de poder decir que soy muy buen conductor, porque siempre me gustaron las carreras de autos y cosas así. Pero cuando íbamos por una montaña, de repente me di cuenta de que estábamos en el aire. Miré a Karl (Malden), Karl me miró a mí y paré el auto. ¡Pensé que me iban a despedir el primer día! Y Karl salió del auto gritando: “Eso no es conducir normal, es de película. Me voy a cambiar la ropa interior”. Karl siempre fue muy bueno como coprotagonista, incluso cuando trabajó con Marlon Brando. Entonces entendí por qué siempre trabajo con estrellas tan grandes. Disfruto mucho ver a los grandes actores.

¿Le debe su éxito como actor a la TV o el cine?

La televisión fue para mí como la columna vertebral que le dio forma a mi carrera, porque con Las calles de San Francisco filmábamos 26 episodios de una hora al año, durante ocho meses y medio, sin parar. Así fue como también aprendí cierta disciplina y un buen gusto por los guiones, porque cada semana teníamos un autor diferente, además de una estrella invitada. Eso terminó siendo la base de mi carrera en términos de elegir material y la gran razón por la que me convertí también en productor.

¿Y el cine?

Supongo que la gente sabe que dejé la serie de televisión en pleno éxito, después de cuatro años, para producir en cine One Flew Over the Cuckoo’s Nest. Hubo quienes pensaron que estaba loco por dejar semejante éxito, pero todo quedó en la historia cuando ganamos el Óscar. Pero claro, la transición en aquel entonces de la televisión al cine, para cualquier actor, era muy, pero muy difícil. Eran dos estilos muy separados, y creo que antes que yo solamente Steve McQueen y Clint Eastwood lo habían podido lograr. Para aprovechar el éxito de la televisión, uno quería ser estrella de cine, porque siempre estuvo esa idea de que en televisión te pueden ver gratis, pero en el cine hay que pagar entrada. Y fíjate hoy, 50 años después, pagamos por ver TV (risas).

¿Qué opina sobre la revolución de la televisión con la competencia entre los canales de televisión de cable y las salas de cine?

Pude vivirlo en persona cuando unos años atrás pensamos en filmar, con Matt Damon, una historia que ningún otro estudio quiso filmar, sobre la vida del pianista Liberace, con Behind the Candelabra. Steven Soderbergh era el director y, de verdad, ningún estudio la quería, hasta que la filmamos para HBO. Al final fue muy bien recibida hasta en el Festival de Cannes.

¿Y el mundo “streaming” de Netflix y Amazon?

Fíjate que ciertas producciones que son muy difíciles de filmar están ahora siendo apadrinadas por los estudios de streaming. Es una salida muy particular para los actores y la gente creativa, donde importa más la historia de un personaje que un superhéroe con efectos especiales. Cuando Netflix me ofreció la oportunidad de hacer la serie The Kominsky Method me pareció una maravillosa oportunidad de volver a la televisión, para filmar sin comerciales una comedia de media hora. Es verdad, ahora hay cientos de canales de TV. Pero la diferencia con el streaming, supongo, es la cuota mensual. Antes, en TV se grababan series con base en la publicidad, y por eso se filmaba tanto para el público, que varía entre 25 y 45 años, porque las publicidades son las que pagaban todo. Pero la gran diferencia ahora, con los servicios de streaming, es que la gente no paga por ver un show, paga por ser miembro, y eso genera mucha más libertad para la creatividad, porque no está anclada a un área determinada. Además, Netflix, por ejemplo, estrena todos sus shows al mismo tiempo, en todo el mundo, en 40 idiomas. Es realmente increíble lo que consiguieron.

¿Entre los grandes actores famosos, al momento de trabajar juntos, también hay cierta competencia, como Netflix con el cine?

Cuando recién empezaba como actor, en Las calles de San Francisco, con Karl Malden éramos los únicos actores regulares de la serie y todas las semanas teníamos una estrella invitada diferente, trabajábamos con alguien nuevo todo el tiempo. Así fue como aprendí a encontrar el balance para hacer que otros actores se sientan tan cómodos como puedan con el resto del grupo. Es algo que siempre me pareció importante, que los otros actores se puedan lucir con su trabajo, porque es la forma de lograr que el proyecto también sea bueno. Incluso tuve oportunidades muy extrañas, como cuando trabajé con Kathleen Turner y Danny DeVito en tres películas diferentes, con el factor de la comodidad extrema, donde no teníamos que preocuparnos por meternos en el diálogo del otro. Y aunque a lo mejor yo era un poco más tímido 50 años atrás, siempre hice lo imposible por lograr que el ambiente de trabajo fuera el mejor, para todos los actores.

¿En “The Kominsky Method” también volvió a trabajar con Danny DeVito en un episodio?

Sí, Danny DeVito es uno de mis más viejos amigos e interpretó a un urólogo que tenía que hacerme un examen de próstata en la primera temporada… Fue todo muy divertido.

¿Es cierto que llegaron a compartir cuarto en Nueva York, cuando ninguno de los dos era famoso?

Sí. Con Danny éramos la perfecta pareja dispareja. Compartimos un mismo techo cuando yo recién salía de la universidad. Fuimos compañeros de cuarto en Nueva York, antes de que me fuera a vivir al área de San Francisco, en California. Y todavía seguimos siendo muy buenos amigos.

Por Fabián W. Waintal

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