Norma Desmond: el otro yo de Luis Ospina

El Festival Internacional de Cine de Cali 2019 también es el escenario perfecto para ahondar en Norma Desmond, el alter ego que utilizó el director para firmar una serie de críticas cinematográficas en el diario El Pueblo de la capital vallecaucana.

Redacción cine
09 de noviembre de 2019 - 11:13 p. m.
Karen Lamassone realizó la obra "The Long Goodbye", una intervención con acuarelas a tres fotocopias de las polaroid, que la artista compartió para este texto. / Cortesía Festival de Cine de Cali
Karen Lamassone realizó la obra "The Long Goodbye", una intervención con acuarelas a tres fotocopias de las polaroid, que la artista compartió para este texto. / Cortesía Festival de Cine de Cali

Visto con la perspectiva de los años, podría decirse que Luis Ospina no pudo haber elegido otro alter ego, pues ningún otro personaje pudo haber encajado tan perfectamente con su propia naturaleza que el de aquella mujer delirante que se niega a aceptar la decadencia de su gloria pasada: Norma Desmond. (Lea también: Jean-Louis Jorge: uno de los secretos mejor guardados del cine latinoamericano)

No fue ese el caso de Ospina, por supuesto, a quien de hecho la gloria le llegó con los años como una marejada imparable y siempre creciente. Pero lo que sí le ocurrió a Ospina fue asistir, del mismo modo que Desmond asistió a la desaparición de sus años de gloria, a la aniquilación de los años de gloria del gran Hollywood de los años 50, 60 y 70, con el que creció. (Le puede interesar: Festival de Cine de Cali 2019: un tributo cinematográfico a su creador)

La referencia, cómo no, es a Sunset Boulevard, aquella película de 1950 dirigida por el eterno Billy Wilder y protagonizada por Gloria Swanson que, narrada en clave de cine negro – y con un humor del mismo color que es tan hilarante como devastador – cuenta la historia de Norma Desmond, una vieja actriz de cine mudo que, con la llegada del cine parlante, ve cómo se disuelven sus años de fama en la industria y se dedica a esperar en su decadente mansión su inverosímil y gloriosamente patético regreso al estrellato.

Ella, Norma Desmond, entonces, se convertiría años después en el personaje que Luis Ospina utilizaría como alter ego para firmar una serie de críticas cinematográficas, chismes del mundo del cine, comentarios con apariencia de frivolidad, pero profundamente eruditos, que publicaría en el diario El Pueblo de Cali y a los que siempre les agregó en su final: “esta es Sunset Boulevard y esta soy yo, Norma Desmond”.

Sí, su columna de variedades cinematográficas, en las que mezclaba sus acostumbrados y nunca igualados juegos de palabras con chismes del mundo de Hollywood – del que se informaba mejor que nadie gracias a los amigos con los que había estudiado en la UCLA -, y con pequeñas frases críticas más elocuentes que cualquier tratado académico, se llamó Sunset Boulevard y él mismo no solo firmó como Norma Desmond, sino que fue ella, la misma, la inmortal Norma Desmond.

Todo ocurrió en 1979 cuando su amigo Hernando Guerrero, quien fundó Ciudad Solar, le propuso que publicara una columna de crítica de cine en el suplemento dominical, llamado El Semanario, de El Pueblo, y Ospina decidió que aquel era el momento no solo para escribir, sino para ser otro, en una década en que David Bowie había demostrado con su Ziggy Stardust que todos somos muchos a la vez.

Así que tomó uno de los personajes que más amó de uno de los directores que más admiró y construyó su otro yo, y con la ayuda de la artista plástica Karen Lamassone, para entonces su novia, se vistió de Norma Desmond y posó para varias fotos que hoy quedan para la memoria como testigos de todas las posibilidades de su genio. “Todos le debemos algo a Billy Wilder. Yo le debo mi otra vida. Mi otro yo”, dijo en varias ocasiones respecto su Norma Desmond.

 

 

Karen Lamassone, una de las mujeres artistas que hizo parte del Grupo de Cali como directora de varios largometrajes, así como directora de arte en películas tan reconocidas como Pura Sangre, tiempo después habría de inmortalizar a la Desmond de Ospina con varias polaroid que ahora atestiguan aquella faceta del cineasta que acaba de configurar su leyenda.

Luego de la muerte de Ospina y para celebrar su memoria, Lamassone revisitó tres de esas fotografías realizadas a principios de los 80, y realizó la obra The Long Goodbye, una intervención con acuarelas a tres fotocopias de las polaroid, que la artista compartió para este texto.

En el libro Palabras al viento, mis sobras completas, publicado en 2007 por la editorial Aguilar, se pueden encontrar varias de sus columnas. “Ésta es Sunset Boulevard y ésta soy yo, Norma Desmond. ¿Se acuerdan de mí?… ¿Ya? Sí, hace casi 30 años que encontraron a un joven guionista muerto en esta casa, flotando en la piscina con varios tiros en el cuerpo. Pero ésa es otra historia. Además ya William Holden la contó mejor que yo con voz de ultratumba. Ahora estoy sola viviendo en la misma casa del trágico accidente. Ya no juego a las cartas con Buster y Anna Q. Todos han muerto, incluso mi fiel sirviente Max, tan diestro en el teclado del órgano como al volante de mi Isotta Franchini. Ya no es él el que me trae las nuevas del mundo exterior sino todas estas revistas (Variety, Take One, Film Comment, Cahiers du Cinéma, Positif, etc.), que tengo siempre a la mano cuando estoy en mi lecho, que es todo el tiempo. Mis únicos interlocutores son ustedes, que leen estas líneas morbosamente, ávidos de saber los últimos chismes y trivialidades provenientes de Hollywood: estos Hollywood stories, como los llamó el chico catalán ése, el muy válido inválido Terenci Moix. «Babilonia Revisitada» dirían otros, los seguidores de Scottie y el furioso Kenneth Anger”, se lee en el libro.

Y luego, sus columnas, en las que está su humor, su capacidad para (des)figurar las palabras dándoles siempre un significado inaudito pero mucho más cercano a aquello que quieren nombrar, su profundo conocimiento del cine, no solo de Hollywood, sino del francés, del alemán, del español – sobre todo de Buñuel, su héroe artístico -, y todo con el tono que le supondríamos a Norma Desmond, el tono de una mujer desencantada que se burla de todo y de todos, que expone sus sentimientos con el cinismo de quien no tiene más fe pero que conoce como nadie aquello que ha convertido en su comedia.

Por Redacción cine

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