Lo bello del vello púbico

Un escritor y su divertida mirada a un tema muy íntimo.

José Luis Garcés González * / Especial para El Espectador
07 de enero de 2018 - 01:50 a. m.
Hugh Hefner murió el 27 de septiembre de 2017 y dejó un emporio erótico cuyo destino está por definirse./AFP
Hugh Hefner murió el 27 de septiembre de 2017 y dejó un emporio erótico cuyo destino está por definirse./AFP
Foto: AFP - Rachel Murray

Para Hugh Hefner, vital y gozón.

El vello púbico, también llamado floresta, follaje, naturaleza capilar, pelos del pubis, hoy, por la manipulación de la moda, está en franco retroceso.

No hay duda, la inmensa mayoría de las mujeres, al menos en estas regiones y en estos tiempos, no gusta de sus vellos púbicos. Que son los menos públicos. Dijimos que por moda, me reafirmo. Qué lástima. No gustan de la caverna protegida. Rasuran sin clemencia el follaje natural, que es la parte más poética y misteriosa de la mujer. ¡Oh la depilación atroz! ¡Oh la tala inmisericorde!

En estas calendas, para muchas mujeres, mantener la vigencia del vello púbico es desaseo o porquería. Las he escuchado. Y no a una o dos. ¿No se han preguntado por qué la naturaleza nos dotó de vello púbico? ¿Y no se han interrogado para qué están las diversas presentaciones del jabón?

El periódico virtual El Español informa que en una encuesta hecha a 3.316 mujeres, publicada en la revista Jama Dermatology, el 83,8 % de las damas menores de 45 años le dijo sí a la depilación vulvar. Temi Rowen, ginecóloga de la Universidad de California, advierte sobre los peligros de la depilación para la salud, ya que el pelo en el pubis mantiene la temperatura vaginal, evita o aminora la proliferación de bacterias y protege del frote lesivo cuando se mantienen entusiastas relaciones sexuales.

Claro, lo de la rasurada no es nuevo. La historia recoge diversas formas de raspar el monte de Venus en las féminas. En la Grecia antigua, por ejemplo, para la depilación se usaban la vela, la cera, la piedra pómez, las pinzas y el alambre fino, entre otros medios. Hoy es la moda que impulsan desde los fabricantes de bikinis, monokinis, tangas y vestidos de baño hasta las transnacionales productoras de cremas depiladoras y cuchillas, cuyo filo surgió por primera vez en 1767. De tal forma que las partidarias del acomoclitismo (no a los vellos) apabullan a las y los partidarios de la hirsutofilia (sí a los vellos).

Lógico, hay excepciones. En Corea del Sur y otros países del Extremo Oriente las mujeres optan por mantener crecido el vello púbico, pues lo consideran signo de fecundidad y de sexualidad satisfecha y sana. En Occidente, la actriz Cameron Díaz, por ejemplo, es una ferviente defensora de la vulva florecida, y así lo consignó en su texto The Body Book. Emma Watson, destacada actriz graduada en literatura inglesa, en artículos para la prensa seria ha hecho apología del vello púbico. Petra Collins, modelo canadiense, piensa de la misma manera. Y para ser equilibrados, noticias de última hora nos informan que una encuesta arrojó que el 52 % de los universitarios norteamericanos no ven la necesidad de rasurarse los genitales. Que la Divinidad los siga aconsejando.

Por otro lado, es fama que el poeta Lord Byron tenía más de 200 sobres con los vellos venusinos de sus amantes, todos con sus respectivos nombres. Gatico fue la palabra tierna que utilizó Henry Miller para llamar a la vulva en Trópico de Cáncer. En la novela El libro de un hombre solo, el chino Gao Xingjian (premio nobel 2000), no describe un abundante follaje, pero sí destaca la multiplicidad de gaticos. Bastantes y diversificados miaaau. Y en la pintura, el cuadro de Gustave Coubert titulado El origen del mundo (1866) nos da una visión estética y espléndida del pubis florecido. Al parecer, al vello púbico, como a muchas cosas, sólo lo salva el arte. Deseo equivocarme. De lo contrario, por favor, ¡qué desastre!

* Escritor y catedrático universitario, coordinador de El Túnel, de Montería, Colombia. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al alemán, al inglés, al francés y al eslovaco. Su libro más reciente es Los trabajos del insomnio (Cuentos reunidos).

Tras la era Hefner, “Playboy” se reinventa como marca

Dada la caída en las ventas, se anunció esta semana en Estados Unidos que Playboy, la célebre revista de las conejitas, desaparecerá para darle paso a una nueva apuesta de marca, tras más de 60 años de gloria. Ben Kohn, quien se puso al frente de la compañía luego de la muerte de Hugh Hefner, su fundador, aseguró en una entrevista para The Wall Street Journal que dentro de los planes de Playboy no estará imprimir más ejemplares en papel, sino concentrarse en fortalecer la marca Word of Playboy. “Queremos enfocarnos en lo que llamamos World of Playboy, que es más que una pequeña publicación con legado. Planeamos pasar parte de 2018 haciendo la transición de una compañía de medios a una de manejo de marca”.
Durante los años setenta, en la época de gloria de la revista, se vendían más de cinco millones de copias por número. Sin embargo, en los últimos años las cifras han bajado hasta 500 mil. Por esta razón, Kohn expresó: “No estoy seguro de que el papel sea la mejor vía para comunicarnos con nuestros consumidores de aquí en adelante”. El objetivo de la empresa es, entonces, regresar a las millonarias ganancias a partir de asociaciones y acuerdos de licencia basados en la imagen, el nombre, el logotipo y el espíritu Playboy. La idea consiste en sacarle provecho a la marca, una de las más reconocidas del mundo.

Por José Luis Garcés González * / Especial para El Espectador

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