Para Alfonso Espriella “Todo empieza ahora”

El músico acaba de terminar las distintas etapas de producción de su cuarto trabajo discográfico y relata cómo es el camino creativo para un artista independiente en Colombia.

Alfonso Espriella
18 de octubre de 2017 - 02:00 a. m.
 La portada de “Todo empieza ahora”, el cuarto trabajo discográfico del músico Alfonso Espriella. / Cortesía
La portada de “Todo empieza ahora”, el cuarto trabajo discográfico del músico Alfonso Espriella. / Cortesía

El imaginario del artista que tiene un contrato con un sello discográfico para grabar tanta cantidad de discos en tanto tiempo, en el que para cada álbum hay un presupuesto soñado –además esa empresa tiene múltiples departamentos encargados de los varios frentes que hay que cubrir para el lanzamiento y desarrollo de ese trabajo, mientras que el artista solo se dedica a la música, a componer, grabar y tocar–, es para mí, hoy en día, un mito lejano al camino que como músico me tocó transitar.

Pero el camino que nos tocó transitar a mí y a muchísimos otros músicos independientes, es un sendero bonito (siempre y cuando sepamos aterrizar nuestras expectativas), que no se fabrica de la noche a la mañana. Es un camino largo, cuyos frutos se van dando de manera muy paulatina, si estamos dispuestos a andarlo con paciencia y con una alta dosis de trabajo, compromiso, disciplina y convicción.

En la independencia, muchas veces el mismo músico es el responsable no sólo de plasmar su arte, sino de conseguir sus propios conciertos, de negociarlos, de hacer relaciones públicas, de su propia promoción y mercadeo, y hasta de ser el pegotero de sus propios afiches (o el repartidor de sus flyers).

A veces se tiene la suerte de contar con un mánager, que la mayoría de las veces también funciona desde la independencia (por fuera de la infraestructura de alguna empresa con un músculo financiero) y en ese caso la tarea se comparte con ese equipo artista-mánager.

Actualmente me encuentro lanzando al mercado mi cuarto trabajo discográfico, titulado Todo empieza ahora. En línea con lo que dije antes, puedo decir que cada disco es una labor titánica no solo desde el aspecto creativo de dar a luz una nueva obra artística, sino desde la gestión logística, la armada del equipo de trabajo (músicos, productor, estudios de grabación, ingenieros, etc.), coordinación de cronogramas y agendas de todos los involucrados, consecución de recursos económicos –ya sea que vienen de marcas patrocinadoras (de todas las puertas que se tocan, puede que alguna le copia a un rockero bogotano)–, de recursos personales, de tener que vender alguna guitarra eléctrica, o de trueques gana-gana que se hacen con otros profesionales implicados en el proyecto (por ejemplo: “tú me haces el videoclip y yo te compongo la música para tu cortometraje”).

Sin embargo, y aunque suene a cliché, todo esto puede no sentirse como “trabajo”, cuando lo que nos motiva es el corazón, y hacer algo que le da tanto sentido a nuestra vida, como lo es para un artista el hacer música; o, en mi caso específico, como lo es para un compositor poder escribir, producir, grabar, tocar y compartir con un público sus canciones.

La grabación de este nuevo disco tuvo varias etapas. Primero hay un proceso de hacer maquetas, en las que yo grabo caseramente todas mis ideas. Esto duró aproximadamente un año, trabajando por las noches (cuando se podía, acompañado de un vinito), período al final del cual llegué a tener 30 canciones, que les mostré a mis dos coproductores y escogimos las mejores 12.

Luego empezamos a darles más realidad a estos sonidos llamando músicos para sonar estas ideas en una sala de ensayos y que así cobraran más vida. Cuando ya todos se sabían sus partes (baterista, bajista, guitarrista), pasamos al estudio de grabación. Grabamos baterías en dos noches en Audiovisión, bajos y guitarras en Pocket Audio, sintetizadores en Estudios La Ñ, y otros teclados y mi voz en mi casa.

Como en los discos anteriores, la base sonora es la de una banda de rock, aunque al yo ser pianista, varias canciones son compuestas desde los teclados y sintetizadores, y eso se amalgama con el sonido de la banda. Las letras de este disco en general son un llamado al interior, a la conciencia, a la necesidad de sanar nuestras heridas, de dar dignidad a nuestro sufrimiento y de seguir buscando por dentro de nosotros el sentido de la vida, el amor, la trascendencia y la libertad. El título Todo empieza ahora hace alusión a esa enseñanza de un sinnúmero de maestros, guias y tradiciones espirituales que nos llaman a vivir en el presente; a tocar la vida en el aquí y ahora, procurando estar cada vez más despiertos y más libres de viejos condicionamientos, patrones y creencias que nos limitan.

Ya con el disco grabado, mezclado, masterizado y prensado, ha llegado la hora de sacarlo al mundo. Es aquí donde todo este trabajo terminará de cobrar sentido: cuando llegue a los oídos de la gente. Del público que paso a paso ha ido siguiendo este proyecto musical. Es ahí en esa tarima, en ese compartir musical con la gente –que es como una compenetración de almas, una comunicación vital, profunda y visceral–, que terminará de llegar la recompensa a todas las horas de trabajo, de composición, de gestión, de logísticas. A veces pienso en lo curioso que es todo ese trabajo que invertimos los músicos (horas, días, semanas, meses...) a cambio de esa hora u hora y media en la tarima, en donde experimentamos lo que vivimos en compañía de la gente, todos a bordo de esa nave que es la música. Todo el trabajo se hace por ese preciso momento. Y lo curioso que es que, así no pareciera una balanza equilibrada, al final del día somos felices.

Lanzamiento del disco “Todo empieza ahora”, de Alfonso Espriella:Jueves 19 de Octubre, 9:00 p.m.Auditorio Lumiere (Carrera 14 # 85-59, en Bogotá.). Mayor información: www.alfonsoespriella.com

Por Alfonso Espriella

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