Tania Alejandra Rodríguez: “Vivo de la danza y la amo con mi alma”

La bailarina, que fue coronada como reina nacional del bambuco en 2018, dejó un legado importante en el departamento de Boyacá y el país entero y llevó a varios lugares del mundo la esencia del folclor colombiano.

El Espectador
26 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Hace tres años, Tania Alejandra Rodríguez creó su academia de baile, llamada "Taroca".  / Diego Cuevas
Hace tres años, Tania Alejandra Rodríguez creó su academia de baile, llamada "Taroca". / Diego Cuevas

Después de haberlo intentado más de tres veces, Tania Alejandra Rodríguez obtuvo la corona que la distinguió como reina nacional del bambuco el año pasado. Mucho esfuerzo, sudor y sacrificio lograron que su sueño de representar al país a través de la cultura y el folclor se hiciera realidad.

En su período como reina, Tania se propuso varias metas, y una de ellas era llevar la cultura de su departamento, Boyacá, y la del país entero más allá de las fronteras. Tuvo la oportunidad de viajar a España, Hungría, Austria, Serbia y México, a donde, por medio del sanjuanero, llevó un pedazo de Colombia en sus pies. El 1º de julio culmina su reinado y tendrá que entregar su corona, la misma que le dio experiencias inolvidables y le abrió las puertas para sus próximos proyectos.

¿En qué momento empezó a interesarse por la danza?

Empecé a bailar a los seis años, porque en mi familia hay bailarines y profesores de danza, así que siempre estuve inmersa en ese mundo. Desde pequeña le decía a mi mamá que quería entrar al grupo de danza, pero no me dejaba porque era muy cansona y muy activa. Cuando por fin me aceptaron entré a la Escuela de Danzas de Funza y llevo 17 años bailando con ellos. Recuerdo que mi primer viaje internacional fue a los 14 años; viajamos a Europa por primera vez y estuvimos en Hungría, Austria, Serbia y España, representando nuestra cultura y nuestro folclor. Luego nos fuimos para México, y después me mandaron como señorita Funza, que fue mi primer reinado. Primero quedé de princesa, luego lo volví a intentar y quedé de virreina, hasta que después de tres años, representando a mi departamento de Boyacá, quedé como reina.

¿Cómo fue el proceso de competencia para que finalmente fuera nombrada como la reina nacional del bambuco?

Mi familia por parte de papá es boyacense y por parte de mamá es huilense. Yo en ese momento estaba en Huila, pero como representaba al departamento de Boyacá nos fuimos para allá. Concursé contra 25 niñas, porque en Boyacá tenemos 123 municipios, representé a Soatá y gané. Quedé como señorita Boyacá 2018. De ahí concursé en el nacional y quedé como reina.

De este proceso de competencias, ¿qué fue lo más complicado para usted? ¿Cuáles fueron los retos más grandes?

Siento que nada es imposible. Creo mucho en Dios y él cumple sus promesas. Yo siempre anotaba en mi espejo la palabra del día y decía cosas como “no te rindas, sigue luchando”. Mi familia me decía: “¿Otra vez va a concursar?”, y yo les decía que sí, porque sabía que podía lograrlo. Cuando quedé como señorita Boyacá tuve el apoyo de la primera dama, la doctora Daniela Asís; de mi gobernador, Carlos Andrés Amaya, y de mucha gente que de un momento a otro empezó a aliarse conmigo, porque este es el segundo reinado más costoso, cada traje vale tres millones de pesos aproximadamente, y además tienes que pagar un parejo, no puedes presentarte con el parejo que tú quieras, porque tiene que estar certificado por la corporación Corposanpedro, y ellos tienen unas audiciones donde los categorizan. De ahí escogí a mi parejo, Sergio Medina, y con él empecé mi preparación.

¿Cómo eran sus jornadas de ensayo?

Llegaba a ensayar hasta 20 veces por día el sanjuanero, lo que equivalía a seis o siete horas diarias de práctica. Son tres pasos básicos y ocho figuras, y no se pueden cambiar, siempre es el mismo baile. ¿Qué es lo que lo hace diferente en las competencias? La interpretación, cómo bailes, ese valor agregado que tú como participante le das, porque puedes ver cien veces lo mismo, pero todas bailamos de una manera diferente. Yo como bailarina he pisado muchos escenarios, pero nunca he visto un público más exigente que el del Huila, porque el pueblo sabe de sus tradiciones, llevan 59 años haciendo el festival y ha acogido a cientos de reinas. Conmigo pasó algo muy bonito y fue que me escogió el pueblo. En la competencia mi barra era mi familia y ya, cuando de un momento a otro, después de que me presenté, todas las barras empezaron a gritar: “¡Boyacá! ¡Boyacá!”. Fue hermoso.

¿Qué sintió cuando la nombraron reina?

Estaba en shock, muy tranquila. Nombraron a las finalistas: pasó de princesa la señorita Tolima, de virreina la señorita Barranquilla, y quedamos Córdoba, Huila y Boyacá. Nos cogimos de las manos esperando el resultado, cuando el presentador dijo: “La nueva reina internacional del bambuco es Boyacá”, el público se conmocionó mucho, parecía un estadio. Yo salí tranquila porque no lo había asimilado todavía. Mi familia lloró, todos estábamos muy felices.

¿Qué implicó para su vida personal y profesional haber asumido el rol de reina nacional del bambuco?

Desde que fui coronada dije ante los medios de comunicación que quería hacer una difusión nacional e internacional de este reinado, y el primer viaje que hice fue a España, en la Fiesta de los Colombianos, que se realiza en Cataluña. Eran más de mil personas con la camiseta de Colombia cantando el himno, y cuando sonó el sanjuanero huilense la gente gritaba, e. Era tanta la emoción que bailando se me aguaban los ojos. Claro: ellos viviendo en otro país, y que les lleven un pedacito de lo suyo, es impresionante. Fue muy lindo ese momento.

¿Qué ha pasado con sus otros proyectos en este año de reinado?

Yo parezco un zombi: me acuesto a las tres de la mañana y me levanto a las cinco, pero eso es lo que hace el amor a la labor. A mí en la Corporación me propusieron suspender la universidad un semestre, y les dije que no porque era el último. Estudio licenciatura en educación artística con énfasis en artes escénicas, y no quise aplazar. Mis profesores me ayudaron muchísimo.

Además de esta danza tan emblemática, ¿le gustan otro tipo de bailes?

Llevo 17 años inmersa en el folclor, así que bailo de todas las regiones, me voy desde la Costa, hasta el interior del país, soy una artista muy apasionada y amo mi cultura. Me enfoqué también en la parte más técnica y de proyección con el ballet, el contemporáneo, el jazz, y acabamos de implementar el urbano. Es una tarea muy bonita, y mi recompensa es el amor de mis niñas.

¿Qué le dejó esta experiencia de ser reina nacional del bambuco?

Me ha dejado grandes amigos, y la hospitalidad, que es lo que más rescato de mi departamento. Me quedan el cariño de la gente, el amor, el respeto, el orgullo. Independientemente de que entregue mi corona, mi título y mi banda, sigo siendo la misma Tania que ama la cultura. Soy docente, vivo de la danza, tengo mi academia desde hace tres años, se llama Taroca, e introduce a las niñas desde los tres años a bailar. Vivo del arte, amo esto con toda mi alma. Gracias a esto se me abrieron las puertas de una manera impresionante, me han llamado para ser jurado, para dictar talleres, conferencias, y a veces no lo creo. Me va a dar muy duro entregar la corona, porque he conocido personas muy lindas gracias a esto y se me han presentado unas oportunidades increíbles.

Por El Espectador

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