Comienza la séptima temporada de “Yo me llamo”

Con Jessi Uribe sentado en la silla de jurado, junto a Amparo Grisales y César Escola, el programa se renueva para encontrar al imitador perfecto. Esta vez, hay más concursantes e ídolos extranjeros.

Lilian Contreras Fajardo
24 de septiembre de 2019 - 02:00 a. m.
Los jurados de esta temporada son César Escola, Amparo Grisales y Jessi Uribe. / Cortesía
Los jurados de esta temporada son César Escola, Amparo Grisales y Jessi Uribe. / Cortesía

Con la novedad de tener a Jessi Uribe en una de las sillas del jurado (junto a Amparo Grisales y César Escola), y a Valerie Domínguez y Carlos Calero en la presentación, este martes comienza la séptima temporada de Yo me llamo, concurso en el que se presentan dobles e imitadores de artistas como Ricardo Arjona, Isabel Pantoja, Cher, Britney Spears, Carlos Vives, Karol G, Maluma, Peter Manjarrés, Silvestre Dangond o Gilberto Santa Rosa.

Para Grisales, quien es la única que ha estado en el programa desde que se lanzó en 2011, este año el público verá en la pantalla chica un derroche de talento que no sólo incluye participantes de Colombia, pues también hay talento de Ecuador, Perú, Venezuela o México, quienes llegan al país en busca de una oportunidad en la industria musical.

Pero no la tienen fácil, pues deben enfrentarse a un jurado muy estricto que analiza tanto el talento musical, como la interpretación y la escenificación del personaje.

“Antes pasábamos a alguien si tenía el tono o si interpretaba un coro que se pareciera al del artista, ya no. El nivel ha subido y los participantes vienen muy preparados”, dice Amparo Grisales, quien admite que su ‘erizómetro’ se ha vuelto más exigente.

Sin embargo, reconoce que este programa musical se diferencia de otros por la Escuela yo me llamo, el lugar donde los 48 participantes aceptados van a pulir el talento, por lo que en ocasiones se enfrentará a Escola o a Uribe, quienes a veces no están dispuestos a aceptar un desliz en la etapa de audición.

Es así como la jurado se convierte en pieza fundamental del programa, pues a pesar de que ha sido conocida como la jurado más difícil de encantar, este 2019 tiene el reto de recordar que Yo me llamo tiene como objetivo brindar una oportunidad a los músicos empíricos, por lo que en un principio no se busca la perfección, sino la capacidad artística para representar bien un ídolo.

“Como yo llevo más tiempo, defiendo mi escuela porque he visto los milagros que se producen ahí”, enfatiza la artista.

Por su parte, Jessi Uribe, quien en 2008 participó en el reality Latin American idol y en 2017 en A otro nivel, sabe perfectamente que las oportunidades hay que aprovecharlas y que un minuto en televisión cuesta mucho, por lo que espera que los competidores sean conscientes de eso y cuando salgan al escenario lo hagan con profesionalismo y con ganas de alcanzar el éxito.

Él, que aporta a esta séptima temporada su criterio como músico, cantante y compositor, reconoce que este tipo de programas dan oportunidades fantásticas a los artistas que hay por todo el país cantando en bares o discotecas, por lo que no para de agradecer las “muchas bendiciones” que en un par de años ha logrado laboralmente, por lo que no duda en aportar consejos a los músicos interesados en los ritmos populares o urbanos.

Otro de los roles de Jessi Uribe es aportar frescura y ternura y sinceridad al programa. Al estar junto a Amparo Grisales no pierde oportunidad para coquetear y relajar el ambiente cuando la situación se pone tensa.

“Para mí, la voz de Jessi es la mejor que existe entre el género popular, y la sensualidad con la que él transmite sus canciones me eriza y me vuelve loca. Por otro lado, me divierte mucho, le pone una nota de humor y es lindo tener a alguien que interactúe con uno y de repente haya de todo: discusión, amor, simpatía y ternura”, dice Grisales.

Aunque los concursantes de Yo me llamo se enfrentan a un jurado muy exigente, quienes durante las audiciones que se realizan en cada ciudad no hayan logrado controlar el pánico o quienes hayan seleccionado un tema poco afortunado, tienen la posibilidad de demostrar su talento nuevamente gracias a una nueva herramienta: un botón.

En realidad, son dos botones los que cada jurado tiene en la mesa y que puede seleccionar si cree que el participante debe ingresar o no a la escuela. Si el candidato hace que cada uno de los jurados oprima el botón de color verde pasa inmediatamente; si los tres oprimen el botón de color rojo quedan descalificados; pero si logra dos botones de color verde tendrá una nueva oportunidad para demostrar su talento en Bogotá.

Una vez asegurada su participación, deberán esforzarse al máximo para lograr la imitación perfecta, pues no será suficiente seducir al jurado o al televidente con una historia dramática, pues sólo el mejor se llevará a casa $600 millones de pesos.

Por Lilian Contreras Fajardo

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