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Domenico Dolce, la mitad del arrollador “Dúo de la selva” (como lo rotula Charlotte Seeling en el libro “Moda”) que compone con Stefano Gabanna, asegura con frecuencia que “mi mayor competencia soy yo mismo”. Un horizonte convertido en exigencia. La conclusión del diseñador italiano es arrolladora y quienes la viven con la naturalidad de quien desayuna cada mañana alimenta un territorio fascinante: el de la moda. Prueba de esta actitud auto-retadora fue la cena que el equipo editorial de Vogue Latinoamérica, liderado por su directora Kelly Talamas, organizó en el divertido restaurante del hotel Click-Clack, al norte de Bogotá. El motivo de la noche consistió en revelar quiénes son, para la publicación, las mujeres mejor vestidas de Colombia.
“Es un proceso de selección que realizamos durante el año pasado asistiendo a eventos de moda, sociales y artísticos. Nos fijamos en quiénes resaltan, quiénes cuentan con planes personales y profesionales interesantes. Así identificamos a las cinco mujeres que nombramos como “las mejores vestidas del país”. Incluimos mujeres que representan distintas zonas geográficas y décadas vitales diferentes. No existe un perfil único Vogue, más bien cada una de ellas evoca una mujer colombiana elegante, que se divierte con la moda, que combinan de manera inteligente su trabajo con su papel de madre. Mujeres que hacen todo con mucha gracia y facilidad. No necesariamente son muy conocidas pero nos interesa resaltar su trayectoria” explica Valerie Mattos, editora adjunta para Colombia.
El grupo está formado por Paola Manzini (empresaria, propietaria de La Boheme –un singular almacén dedicado a la moda y al diseño en Cartagena-) que combinó una chaqueta de Pepa Pombo en amarillo ElDorado con una mezcla asegurada de top negro y falda amplia azul petróleo; Adriana Arboleda (empresaria de la marca Pink Filosofy, ex modelo) con una túnica creada con su socia Johanna Ortiz que funcionaba perfectamente para su embarazo de cuatro meses; Nicole Furman (artista y creativa apasionada por la moda); Juliana Villegas (creadora de un espacio singular para la moda en Bogotá llamado “Per Se 828” donde combina de manera exquisita diseñadores emergentes internacionales y nacionales) –ambas vestidas casualmente con vestidos de Nina Ricci, casualmente también provenientes del armario de sus respectivas madres- y Jenny López (modelo –famosa por ser imagen de Onda de mar, bloguera de moda y diseñadora de la marca de joyas Momposina Rock) haciendo uso de su particular gusto por el vintage que combina con ojo trepidante.
Los invitados al evento: setenta personas. Todos ellos integrantes de la cofradía que hace del vestir un territorio personal. Diseñadoras, periodistas, modelos, empresarias y consumidoras de moda exponiendo su punto de vista a través de las prendas elegidas. Y quedó bastante claro que la principal competencia de cada cual era, en buena medida, consigo misma (el femenino del término obedece a la mayoría abrumadora de mujeres invitadas frente a un escueto grupo de hombres entre los que se contaban el empresario y diseñador Hernán Zajar; el artífice del mundo de textiles “Hechizoo” Jorge Lizarazo; el diseñador Francisco Leal y el empresario “Mono” Casas). “Comprobé que en Colombia estamos interpretando la moda de manera muy interesante, cada persona atreviéndose a manifestarse de manera muy caprichosa” detalló Adriana Arboleda. Sí, sin ir más lejos: Sara Cohen, la diseñadora de lencería Suky Cohen elaborada en lycras y que prescinde por completo de aros y encajes, lucía un vestido negro elaborado en un textil que caía asombrosamente fluido sobre su cuerpo cubierto por una chaqueta elaborada unas horas antes en su taller. Kika Vargas hacía uso de su laborioso conocimiento de la seda con un vestido blanco cubierto por una blusa monacal muy negra también diseñado por ella. La lista es interminable sobre las proezas que cada cual improvisó o estudio sobre su cuerpo. Ningún sombrero ni tocado externo, numerosos broches antiguos y camafeos, piezas en encaje y animalprint exigentes de llevar como los de Stella Jaramillo, María Paz Gaviria y Vicky Pavajeau. Muchos recogidos de pelo -¡bendición!- como el de Valerie Mattos con imponente moño, ajustado como bailarina el de Daniella Lafaurie y libertario, el de Kika Vargas o melenas magníficas y naturales como la de Mercedes Salazar.
Interesantísimo, sin duda, constatar por qué la ropa de cada diseñadora reconocida es, sobre todo, una marca hecha a partir de su personalidad. Bastaba ver a Bettina Spitz con un vestido negro bordados en flores y pedrería, a la propia Pepa Pombo con su prendas acariciadoras en punto, a María Luisa Ortiz con una pieza lúdica de su más reciente colección elaborada en denim y lycra, a Karen Daccaret con uno de sus preciosos vestidos de espalda manifiesta, a Amelia Toro vestida con su delicada interpretación personal del “pequeño vestido negro”. El acierto: un breve menú servido en mesas que provocaban aumentar la conversación y que constaba de tres pasos –ensalada verde, consomé vegetal y langosta-.
En medio del homenaje que Vogue Latinoamérica le rinde a estas mujeres seleccionadas–como resaltó Kelly Talamas (vestida por Leal Daccaret con un vestido en tono afrutados de verano) durante una breve intervención en el concurrido salón- las conversaciones crecían en intensidad en torno al tema esencial de la noche. Francesca Miranda y su éxito imparable en el mercado de las novias en Estados Unidos; las hermanas de Carlos Polite concentradas en la expansión de sus ventas fuera de Colombia; la novedosa colección de Faride Ramos; el recuento excepcional de la llegada de la madre de Bettina Spitz -modelo austríaca- hace décadas a una Colombia en la que la moda se limitaba al taller de confección de contados sastres y modistas; el ímpetu de las redes sociales para diversificar la apuesta por la moda; la próxima apertura de “Panel”, un nuevo proyecto de tienda para mostrar creación de nuevos diseñadores en Barranquilla en manos de Juan Diego Perdomo.
Con una sesión de fotos y la elaboración de sus perfiles, la revista presentará a las cinco mujeres mejor vestidas ya oficialmente y de manera exhaustiva en sus ediciones de mayo y de abril de este año. “Me siento muy halagada de haber sido elegida por Vogue. Me cuesta ser el centro de atención pero cuando toca, toca. Disfruté mucho la cena porque además estaba rodeada de mis amigas. Muchas de mis clientas me piden opinión o que les arme un look para una fiesta. En ese sentido, entiendo el alcance que mi particular apuesta por la moda llega a tener” dice al filo de la noche Juliana Villegas, seleccionada.
* Periodista independiente. Creadora del espacio digital sobre moda en Colombia.