36 Grados, la empresa que le cambió la cara al reguetón

La suma de reproducciones de los videos realizados por 36 Grados, con artistas como J Balvin, Ozuna, Bad Bunny y Nicky Jam, supera los 9 mil millones, más que la población mundial.

Sara Kapkin
30 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Hárold Jiménez, Lucas Spot, Juan Pablo Valencia y Álex Sánchez son los creadores de la empresa 36 Grados.  / Cortesía
Hárold Jiménez, Lucas Spot, Juan Pablo Valencia y Álex Sánchez son los creadores de la empresa 36 Grados. / Cortesía

Llevar el reguetón lejos de esa imagen para muchos vulgar y hasta delictiva que tuvo en sus inicios, ha sido el escudo de batalla de 36 Grados desde su creación. Hoy, ocho años después, la empresa es un referente de la producción de videoclips y es uno de los motores del género en su cruzada por conquistar el mundo y convertirse en el nuevo pop.

Las estadísticas así lo demuestran. Seis de los diez artistas con más vistas en Youtube son reguetoneros (J Balvin, Ozuna, Bad Bunny, Nicky Jam, Maluma y Daddy Yankee), y los seis han trabajado con 36 Grados o aparecen en alguno de sus videos.

La suma de reproducciones de esos videos realizados por 36 Grados supera los 9 mil millones, una cifra que excede la población mundial. Además, esta empresa, nacida en Medellín, lleva tres años consecutivos dentro del Top 10 de los videos más vistos a nivel mundial en Youtube.

Los creadores de la empresa vieron en el reguetón la oportunidad de hacer industria, cuando el género apenas soñaba con convertirse en un emporio. Y apostaron por él, aunque muchos pronosticaban o anhelaban su extinción.

“En Medellín no había una industria dedicada al videoclip. De hecho, no hay, se está haciendo”, dice Lucas Spot, director de arte de la empresa. “A dos socios míos, El KB (Álex Sánchez) y Hárold (Jiménez), se les ocurrió hacer videos musicales. Se encontraron en Bogotá, hicieron un detrás de cámaras de un concierto y a la gente le gustó, y bueno, decidieron a montar algo”. Ahí entraron Lucas y Juan Pablo Valencia, para completar el equipo.

Como había pasado antes con otros géneros, como el tango y el punk, Medellín se apropió del reguetón y empezó a hacerlo a su manera. La propuesta tanto en el sonido como en las letras era mucho más cercana al pop y mucho menos obscena y controversial que la que se hacía en Puerto Rico.

36 Grados mantuvo esa postura y fue radical, pues lo suyo, además de hacer videos, era alejar a Medellín de su estigma: el narcotráfico. “Una de nuestras políticas es vender ciudad. Venderla bien. Nosotros no mostramos ni prepagos, ni traquetos, ni dólares, ni armas. La matriz de nosotros son historias más rositas, más amor, más te quiero, cómo se siente un tipo en un desengaño. No siempre tiene que recurrir a la droga, al alcohol, al traqueteo. Eso también les gustó a los artistas. Verse diferentes”.

Así ha sido desde el principio. El primer video que hicieron fue para la canción Cripy cripy, de Yandar y Yostin. “Me entró una llamada a las 4 de la tarde y me dijeron: viejo, hay un video para hacer mañana, ¿se le mide?… Me dieron 140 mil pesos para arte… imagínate”, recuerda Lucas.

Ese primer video fue clave, no sólo porque le dio el nombre a la empresa –desde que entró la llamada con la propuesta hasta que entregaron el video listo pasaron 36 horas–, sino porque demostraron que su consigna podía ser exitosa.

“El video tuvo una acogida muy grande y a los otros artistas les gustó como los hicimos ver. Y ahí empezó el boom de que hay una nueva empresa, que hay unos pelaos que están haciendo videoclips en Medellín”.

A partir de ahí y cada vez con más presupuesto, empezaron a llegar a la empresa artistas de más trayectoria y proyección, pues la combinación de reguetón y videoclip en manos de 36 Grados ha resultado explosiva.

Con la popularización de internet de alta velocidad, el videoclip se convirtió en una herramienta primordial para la industria musical. Según Jon E. Illescas, autor del libro La dictadura del videoclip, este “se ha transformado en la mercancía cultural más consumida por la juventud global, pasando por encima de los bestsellers de la literatura juvenil, los videojuegos, los programas de TV o el cine de Hollywood”.

El reguetón no deja de expandirse y conquistar nuevos territorios. La plataforma de reproducción musical Spotify así lo confirma. Y es que, entre mayo de 2014 y junio de 2017, mientras la plataforma pasaba de 10 a 140 millones de usuarios, la cuota de escuchas de reguetón se incrementó en 119 %. Géneros como el pop y el country crecieron, en ese mismo lapso, 13 % y 4 %, respectivamente.

La empresa ha sabido aprovecharlo, pues sus videos son una especie de filtro que contextualiza y a la vez matiza el contenido de las canciones y ayuda a masificar un género que sigue multiplicando sus ventas, aunque no termina de convencer con sus letras.

El caso más emblemático es tal vez el del video de Mi gente que hicieron para J Balvin y que alcanzó mil millones de reproducciones en 102 días, con visitas masivas en México, Estados Unidos, Brasil, Francia, Reino Unido, India, Israel, Marruecos, Australia, Tailandia, Vietnam y Japón.

El video, que además terminó siendo el favorito del expresidente Barack Obama en 2017, logró mostrar a Medellín desde otra perspectiva. “Cuando hicimos Mi gente nos fuimos para la plaza Minorista y muchos todavía se preguntan ¿eso es Medellín? La gente se fue vinculando, fue muy colaboradora. Nos traían lo mejor que tenían, fueran piñas o naranjas. Muy orgullosos de su plaza, querían simplemente mostrar que era bonita. Y así, cada uno le dio su aporte, y se impregnó Mi gente de mi gente. Y eso se refleja. Por eso sentimos que hemos logrado eso, modificar visualmente la ciudad”, dice Lucas Spot.

Esta firma, que es apenas una parte de la industria que se ha formado alrededor del reguetón en Medellín, hoy puede llegar a hacer dos videos por semana. En su portafolio hay cerca de 500 videos realizados y cuenta entre sus clientes a las disqueras más grandes del mundo, como Sony, Universal y Warner. Vende ideas en dólares, a precios de las grandes ligas. Sus ideas ahora trascienden al reguetón, al videoclip y a Medellín.

“Empezamos con cuatro peludos, nos encontrábamos en la casa de Hárold, y allá hacíamos los guiones y hacíamos todo. Hoy en día tenemos una empresa con 35 empleados de planta, y en cada video subcontratamos. Machika (de J Balvin) es el video más grande, teníamos 250 personas empleadas. Yo fui levantado con hambre, sé qué es eso, y hoy en día llenar neveras, eso sí lo digo con orgullo, es mi mayor placer”, concluye Lucas Spot.

 

Por Sara Kapkin

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