Una cita con los Aterciopelados
Para celebrar sus 30 años de trayectoria, Aterciopelados revivirá los clásicos que contiene su álbum El Dorado, al que le debe su debut internacional cuando estallaba el boom del rock en español en Colombia.
“Apenas tenía 14 años cuando a mi abuelita le daba de esa rabia risueña al escuchar Bolero Falaz, solo porque la canción decía “te cagaste de risa”. Le parecía inaudito escuchar groserías en una canción porque, según decía, la buena música hablaba es de amor, belleza, pasión”.
La anécdota de mi mamá, fanática desde su adolescencia de Aterciopelados, es el testimonio del aterrizaje de una banda que llegó a la industria musical en la década de los 90 con una cuota de irreverencia. Se cumplen 28 años de El Dorado, un álbum cuya propuesta musical mezcló lo que ya se conocía como folclor colombiano y latinoamericano, con la estridencia del rock.
Sus letras, además, tenían crítica social. Mensajes de conciencia sobre el territorio, sobre la necesidad de reconciliarse con el medio ambiente, los derechos humanos, entre otros temas que muchos años después están “sospechosamente de moda”, como dice Andrea Echeverry en entrevista para El Espectador.
Le invitamos a leer: Aterciopelados, engañar tiene su ciencia
Andrea Echeverry y Héctor Buitrago enfrentaron los miedos y los riesgos de una propuesta como esta. Desde entonces, cada una de sus aventuras musicales tienen un mantra: ser alternativos.
“Seguir siendo alternativos me parece un logro porque eso implicó haber evolucionado y crecido. Además de seguir llevando una bandera de que no nos gustan estas cosas, de inconformismo y ver las cosas de una forma crítica”, dice Héctor Buitrago.
“Somos incómodos, pero de los pocos que somos de verdad. Estamos siempre fuera de una zona de confort y tenemos un pensamiento alternativo que nos ha llevado a encontrar nuevas cosas, pero sonar siempre a bogotanos”, agrega Andrea Echeverry.
Su forma de entender la música y la vida, encumbran a los Aterciopelados como una de las bandas precursoras del rock colombiano y un referente del rock en habla hispana.
Además: Dilson Díaz de La Pestilencia: “Colombia es una banda sonora punk”
Esto se lo deben en gran parte a su segundo álbum de estudio El Dorado, que llegó en un momento crucial de la escena cultural bogotana: en 1995, año de la primera edición del festival Rock al Parque, del que, por supuesto, hizo parte el grupo, entre las 43 bandas nacionales que se presentaron.
“Florecita Rockera”, “Candela”, “Bolero Falaz” y “Mujer Gala” son algunos de los temas que hacen parte de El Dorado, álbum que presentaron en una gira que los llevó por Estados Unidos, México y Argentina.
Lo que se vino después de todo esto para “el punkero” y la “gomela de los Andes” que se les ocurrió algún día hacer una banda, fue grande. Solo un año después del lanzamiento de El Dorado, el 30 de noviembre de 1996, que entonces tenía 15 años, estaba con su grupo de amigas haciendo fila para uno de los conciertos.
Aterciopelados, estrenando el álbum “La Pipa de la Paz”, compartía escenario con la banda más importante, popular e influyente del rock en español de todos los tiempos y una leyenda de la música latinoamericana, Soda Stereo, y con una de las agrupaciones argentinas de moda, llya Kuryaki and the Valderramas. Les muestro la boleta:
28 años después del estreno de El Dorado su vigencia sigue activa, así como sus canciones más clásicas, que siguen sonando en las estaciones de radio y ahora, en las plataformas digitales. Como un homenaje a sus 30 años de carrera artística, Aterciopelados vuelve esta noche al Palacio de los Deportes, reviviendo las gloriosas épocas del álbum que los catapultó. Mi mamá, a sus 41 años, estará haciendo la fila, en el mismo lugar que en el que la hizo en 1996.
“Apenas tenía 14 años cuando a mi abuelita le daba de esa rabia risueña al escuchar Bolero Falaz, solo porque la canción decía “te cagaste de risa”. Le parecía inaudito escuchar groserías en una canción porque, según decía, la buena música hablaba es de amor, belleza, pasión”.
La anécdota de mi mamá, fanática desde su adolescencia de Aterciopelados, es el testimonio del aterrizaje de una banda que llegó a la industria musical en la década de los 90 con una cuota de irreverencia. Se cumplen 28 años de El Dorado, un álbum cuya propuesta musical mezcló lo que ya se conocía como folclor colombiano y latinoamericano, con la estridencia del rock.
Sus letras, además, tenían crítica social. Mensajes de conciencia sobre el territorio, sobre la necesidad de reconciliarse con el medio ambiente, los derechos humanos, entre otros temas que muchos años después están “sospechosamente de moda”, como dice Andrea Echeverry en entrevista para El Espectador.
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Andrea Echeverry y Héctor Buitrago enfrentaron los miedos y los riesgos de una propuesta como esta. Desde entonces, cada una de sus aventuras musicales tienen un mantra: ser alternativos.
“Seguir siendo alternativos me parece un logro porque eso implicó haber evolucionado y crecido. Además de seguir llevando una bandera de que no nos gustan estas cosas, de inconformismo y ver las cosas de una forma crítica”, dice Héctor Buitrago.
“Somos incómodos, pero de los pocos que somos de verdad. Estamos siempre fuera de una zona de confort y tenemos un pensamiento alternativo que nos ha llevado a encontrar nuevas cosas, pero sonar siempre a bogotanos”, agrega Andrea Echeverry.
Su forma de entender la música y la vida, encumbran a los Aterciopelados como una de las bandas precursoras del rock colombiano y un referente del rock en habla hispana.
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Esto se lo deben en gran parte a su segundo álbum de estudio El Dorado, que llegó en un momento crucial de la escena cultural bogotana: en 1995, año de la primera edición del festival Rock al Parque, del que, por supuesto, hizo parte el grupo, entre las 43 bandas nacionales que se presentaron.
“Florecita Rockera”, “Candela”, “Bolero Falaz” y “Mujer Gala” son algunos de los temas que hacen parte de El Dorado, álbum que presentaron en una gira que los llevó por Estados Unidos, México y Argentina.
Lo que se vino después de todo esto para “el punkero” y la “gomela de los Andes” que se les ocurrió algún día hacer una banda, fue grande. Solo un año después del lanzamiento de El Dorado, el 30 de noviembre de 1996, que entonces tenía 15 años, estaba con su grupo de amigas haciendo fila para uno de los conciertos.
Aterciopelados, estrenando el álbum “La Pipa de la Paz”, compartía escenario con la banda más importante, popular e influyente del rock en español de todos los tiempos y una leyenda de la música latinoamericana, Soda Stereo, y con una de las agrupaciones argentinas de moda, llya Kuryaki and the Valderramas. Les muestro la boleta:
28 años después del estreno de El Dorado su vigencia sigue activa, así como sus canciones más clásicas, que siguen sonando en las estaciones de radio y ahora, en las plataformas digitales. Como un homenaje a sus 30 años de carrera artística, Aterciopelados vuelve esta noche al Palacio de los Deportes, reviviendo las gloriosas épocas del álbum que los catapultó. Mi mamá, a sus 41 años, estará haciendo la fila, en el mismo lugar que en el que la hizo en 1996.