Con melodías pegajosas, letras mordaces y guitarras punzantes, esta agrupación sentó las bases del movimiento punk en la Inglaterra a finales de los años setenta. Una revolución musical, estética y social que tiene eco hasta hoy. Hoy la banda tiene su primer show en Bogotá, en Boro Room. Antes de reunirse con sus seguidores, Steve Diggle, su líder, habló para El Espectador.
Buzzcocks es uno de los nombres de cabecera del denominado punk. Sí, ese ritmo contagioso y veloz que generalmente brinda canciones de menos de tres minutos con líricas que para algunos pueden resultar contestatarias, pero que en el caso de este conjunto venido de Manchester, tienen un trasfondo reflexivo acerca de la sociedad occidental.
Activo desde 1976 y con diez producciones discográficas en el mercado —la más reciente llamada “Sonics in the Soul” (2022)—, el grupo se presenta en el tradicional barrio Chapinero este martes 20 de mayo, como parte de un extenso periplo que viene desde Norteamérica, tendrá diez fechas en Latinoamérica y los llevará a recorrer varios escenarios del Reino Unido el próximo verano.
Inspirados por la vehemencia de los estadounidenses The Stooges, pero también por la experimentación de los alemanes Can, sus canciones se marginaron del sonido crudo de otras formaciones punk de su era como Sex Pistols o Ramones, para incorporar armonías pop y letras vanguardistas.
“La música que más se escuchaba cuando yo tenía 20 años era demasiado suave, orquestal y si hablamos del rock, este se había vuelto algo demasiado elaborado, escaso de emoción”, indica Steve Diggle al otro lado de la línea. Originalmente bajista, se unió al guitarrista Pete Shelley y al cantante Howard Devoto cuando estos dos organizaron un show de Sex Pistols en Manchester y aprovecharon la oportunidad para servir como sus teloneros.
“La gente joven comenzó a pensar de otra forma. Leían libros que iban de la filosofía a la novela negra, apreciaban la fotografía artística fuera de lo ortodoxo y querían oír música que no necesariamente cantara de hongos en el cielo o el amor vacío, sino de una realidad que tenía cosas malas, cosas buenas y te mordía día a día”, afirma Diggle.
Buzzcocks hace historia
Así Buzzcocks no cayó en el falso nihilismo ni el anarquismo de los Sex Pistols. Lo suyo era una apuesta por retratar el sombrío ambiente postindustrial de su ciudad sin caer en la desesperanza o la apatía. Al contrario, el humor atado al ímpetu juvenil les hizo autores de piezas amadas por una audiencia que no eran necesariamente punks, consiguiendo una aceptación mayoritaria.
Sin embargo esto no ocurrió de la noche a la mañana. Su primera grabación fue un EP de cuatro temas llamado “Spiral Cratch” que se lanzó de manera completamente independiente. “Pensábamos que nuestra música no le iba a interesar a ninguna casa discográfica, así que optamos por conseguir prestadas 750 libras con familiares y amigos y entonces lanzar nuestros propios discos. No necesitábamos la aprobación de ejecutivos de la industria musical, sino el de los chicos que acudían a nuestros shows”, revela Diggle con orgullo.
“Spiral Cratch” no solo vendió sus primeras mil copias rápidamente, sino que sumó el despacho de otras quince mil. Se convirtió en un hito: la primera grabación independiente de una banda punk en la historia. De ellos proviene la famosa sigla anglo DIY (Do it yourself / hazlo tu mismo); una regla de independencia para emprender en la música y que en el punk es un postulado.
Aunque Howard Devoto abandonó la banda poco después de su creación para formar el también exitoso grupo Magazine, los siguientes álbumes de Buzzcocks como “Another Music in a Different Kitchen” (1978), “Love Bites” (1978) y “A Different Kind of Tension” (1979), consiguieron el beneplácito de la crítica y la audiencia.
Pete Shelley falleció en 2018 a consecuencia de un ataque cardíaco. La sorpresiva partida no terminó la carrera del conjunto. “Teníamos un show en el Royal Albert Hall de Londres y poco antes Pete murió. Entonces el concierto se volvió en una celebración a su memoria. Allí muchos me dijeron que debía continuar el legado y eso he hecho”, afirma Diggle.
Hoy, con Chris Remington en el bajo y Danny Farrant en la batería, Buzzcocks escribe nuevos capítulos cerca de cumplir 50 años de historia. “Grabamos un nuevo disco y espero que salga este año o el próximo”, revela el ahora líder con la misma alegría de un adolescente. “Mantenemos nuestro estilo, imprimiendo esas texturas, ruidos y cambios de tempo que nos hacen tan especiales. Seguimos vivos”.