C15, de la comuna 13 de Medellín, le canta al amor

Jeisson Castaño 'Jeihhco', líder de la agrupación C15, supo desde muy joven que lo suyo era ser Hopper. Aunque durante su adolescencia hubiera pensado en jugar fútbol como René Higuita.

Omar Vásquez
22 de octubre de 2017 - 04:49 p. m.
Los integrantes de C15 pertenecen a la comuna 13, San Javier, en Medellín.  / Juan Santacruz
Los integrantes de C15 pertenecen a la comuna 13, San Javier, en Medellín. / Juan Santacruz

-Yo soy el atípico rapero que escribe canciones con amor-, corea la agrupación C15 en el Festival Hip Hop al Parque 2017.

La comuna 13, San Javier, tiene un pasado enmarcado por la violencia. Allí ocurrió la operación Orión, que aportó muertos y desaparecidos a la historia de horror que padecieron estas zonas marginadas de la capital de los antioqueños. Muchos ciudadanos han muerto en medio del fuego cruzado de bandas que se pelean el poder de la zona. Las fronteras invisibles han estado allí fracturando aún más el tejido social. Pero un grupo de jóvenes decidió ponerles color y corazón a esas calles, aunque los tilden de cursis.

Ellos sí que conocen en carne propia las consecuencias del odio y la intolerancia. Jeisson Castaño “Jeihhco”, líder de la agrupación C15, supo desde muy joven que lo suyo era ser Hopper. Aunque durante su adolescencia hubiera pensado en jugar fútbol como René Higuita, o apostarle a ser bibliotecólogo, la música siempre fue más poderosa. Y aún más, la posibilidad de cantar para unir.

La agrupación sufrió una grave pérdida. El 24 de agosto de 2009 su líder conocido como el “Kolacho” fue asesinado. Pero no es el único “parcero” al que vieron partir. La violencia reclutó niños, desapareció inocentes y arrebató los proyectos de vida de familias enteras. –No quiero ser el próximo al que le lleven flores- dicen en algunas líneas de sus canciones.

Contrario a lo que pudiera pensarse, no están cargados de resentimiento, ni pretenden generar más odio. La agrupación de hip hop fundó un espacio para que 250 niños y jóvenes de la comuna puedan aprovechar su tiempo libre. Allí fortalecen sus sueños, y aunque hay un énfasis en la cultura del graffiti, breakdance, rap y scratching, el proyecto va más allá de eso y pretende generar en las nuevas generaciones inquietudes distintas a la de empuñar un arma.

“Muchos raperos han logrado que la sociedad piense que somos violentos. Hay que hacerle entender a la gente que somos personas que se levantan a ganarse la vida, a enamorarse, a luchar”, dice Jeihhco. Y es ahí donde siente su más grande poder, en la posibilidad de hacer letras que invitan al amor, y que les gritan a sus seguidores que hay otro camino. El hip hop le ha dado voz a quienes no la tenían. Pero sus vísceras no gritan desde la estridencia, sino desde el mensaje que construye.

Son bálsamo en medio del dolor. Este año, la curaduría de la Alcaldía Mayor de Bogotá para el festival de hip hop de la ciudad parece tener como prioridad a los mensajes positivos dentro de las líricas; letras que cimientan, que vuelven a las raíces del género. La alegría, la unión, la lucha que nació en las calles de Nueva York es retomada por nuevas generaciones en Colombia. Y la propuesta de C15 parece ser de inclusión. Rechazan el machismo, abren posibilidades a las mujeres, a la comunidad LGBTI, a quien necesite dar a conocer su mensaje de libertad. Se desligan de la crítica por la crítica y posibilitan la propuesta.

Juan David, Juda, integrante de la agrupación cree que el hip hop está ayudando a superar las fronteras invisibles y la violencia de la comuna.  “Medellín ha crecido en muchos aspectos, en reggae, funk y todas las mezclas. Todos con nuestras diferencias hemos aportado a construir un lugar mejor para vivir”, dice con confianza y, sobre las bandas que aún persisten en el sector, señala que “siguen haciendo delincuencia, el crimen se organizó, pero las fronteras invisibles se superaron. No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos intentar cambiar algo de nuestro entorno. Hace muchos años no se podían encontrar un rapero con un punkero porque se iban de puñaladas, es algo que definitivamente desapareció. No queremos más esto y el arte fue la herramienta que nos transformó”.

Saben que el hip hop en Colombia todavía no tiene una industria fortalecida. Incluso rechazan las enemistades y ataques que existen entre ellos mismos. –Hay que tener disciplina, unión, no ponernos zancadillas unos a otros- expone Juda.

En esta edición del Festival Hip Hop al Parque han elegido cerrar con la trompetista holandesa Maité Hontelé. La salsa y el rap animan las calles que estuvieron oscuras. C15 pide no confundir vándalos con artistas. Más de 30.000 asistentes los escuchan y viajan en sus melodías. El miedo al barrio sigue generando divisiones perversas. C15 lo rechaza con ahínco. Ya no están más invisibles. -No estábamos muertos, estábamos en el barrio aprendiendo y rapeando-.

 

Por Omar Vásquez

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