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Colombia exhibe su poder musical desde todos los ámbitos artísticos. La presencia del país en el espectro considerado “comercial” es innegable, así como su contribución a la escena alternativa. Su desempeño en la construcción de un robusto repertorio en la música académica tampoco se queda atrás y, por fortuna, son muchos los ejemplos que se pueden citar a la hora de abordar el tema.
Por eso, el Cartagena XVI Festival de Música, cuyo lema en esta oportunidad es el “Color del sonido”, dedica una suculenta porción a explorar las creaciones que se han gestado en Colombia para agrupaciones en formatos de cámara.
Un nombre infaltable en el abordaje de la música académica en Colombia es el de Guillermo Uribe Holguín (1880-1971), a quien describe el investigador y músico Carlos Barreiro Ortiz con expresiones como “sutiles armonías, fluidez melódica y coherencia estructural”.
Adolfo Mejía Navarro (1905-1973) no es menos importante, porque se dedicó desde su natal Sincé, y desde la propia Cartagena de Indias, a establecer los vínculos entre la música académica y los sonidos provenientes de la tradición del Caribe colombiano como la cumbia, sin olvidarse del litoral Pacífico y la región Andina.
La labor del pianista Luis Carlos Figueroa Sierra (1923) se extiende a su visión generosa de compartir con sus coterráneos los conocimientos recibidos durante su etapa de formación en el Conservatorio Superior de Francia. La inspiración de Figueroa Sierra supera las 120 creaciones de alto nivel.
Otro buen ejemplo de la diversidad de colores dentro de la música colombiana es Francisco Zumaqué Gómez (1945), sin duda un puente conector que estrecha los nexos entre las manifestaciones populares del arte sonoro y las partituras de la denominada música académica. Su creación “Colombia Caribe” (“Sí, sí Colombia”) es una muestra de la capacidad de este autor de Cereté.
Estos cuatro compositores emblemáticos tienen dentro del Cartagena XVI Festival de Música a unos aliados invaluables: los intérpretes Elizabeth Osorio, flauta, y Jorge Alberto Guzmán, percusión, respaldados por la Orquesta Filarmónica Juvenil de Cámara, bajo la dirección de Federico Hoyos.
Elizabeth Osorio es la flautista principal de la Orquesta Filarmónica de Medellín. Además, es profesora en su instrumento de la Universidad de Antioquia y de la Fundación Academia Filarmónica Iberoamericana (Colombia). Es fundadora del Ensamble Murano y el Proyecto Modular, colectivos con los que explora las sonoridades contemporáneas. De igual manera, desarrolla su actividad en música popular con el Ensamble Bossa.
Jorge Alberto Guzmán, por su parte, es maestro en música con más de 15 años de experiencia como intérprete y docente en educación superior de las asignaturas percusión latina y batería. Al ser parte activa e intelectual de proyectos en diversas agrupaciones musicales, ha adquirido herramientas como compositor, arreglista y director musical de ensambles con mucha proyección.
Elizabeth Osorio y Jorge Alberto Guzmán liderarán un viaje entre el pasado y el presente de la música académica colombiana. Sus vehículos serán sus instrumentos, flauta y percusión, y el combustible será proporcionado por el talento de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Cámara. Todo un marco óptimo para corroborar la multiplicidad de colores de la música colombiana.