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Concierto Alejandro Fernández en Bogotá: el espíritu de Vicente volvió a cantar

En medio de la gira ‘De Rey a Rey’, con la que hace un homenaje a su padre, ‘El Potrillo’ se presentó en el Movistar Arena junto a su hija Camila Fernández.

Daniel Guerrero Aldana

02 de noviembre de 2025 - 05:11 p. m.
Concierto de Alejandro Fernández en Bogotá (2025).
Foto: Páramo Presenta
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El reloj marcaba las 9:30 de la noche cuando el Movistar Arena quedó a oscuras. El silencio fue breve, pero roto por una voz que estremeció a todos: “Quiero que me le regalen un abrazo bien cariñoso al más pequeño de mis potrillos: Alejandro Fernández. Era Vicente Fernández. Su voz, grabada, hizo que miles de gargantas se apretaran al mismo tiempo. Y entonces, bajo una lluvia de luces doradas, apareció su hijo, vestido de charro, para abrir la noche con No me sé rajar. No había forma más simbólica de comenzar un homenaje que, más que un concierto, fue un reencuentro entre generaciones.

La gira De Rey a Rey, con la que ‘El Potrillo’ rinde tributo a su padre, llegó a Bogotá en medio de una mezcla de nostalgia y fiesta. Antes de él, su hija Camila Fernández puso a cantar al público con Todo todo, su tema más conocido. “Se han convertido en mi lugar favorito del mundo. Gracias”, dijo con la voz quebrada por la emoción, sorprendida por la calidez con la que el público bogotano recibió tanto sus canciones como sus homenajes a Jenny Rivera y Selena Quintanilla. “Los dejo con el hombre que me dio la vida. Me enseñó a caminar y a cantar. Mi ídolo, mi papá, el mejor papá del mundo: Alejandro Fernández”, dijo antes de abandonar el escenario, dando paso al Potrillo.

Concierto de Alejandro Fernández en Bogotá (2025).
Foto: Páramo Presenta

Así fue el show de Alejandro Fernández en Bogotá

De inmediato, el ambiente cambió. Las primeras trompetas anunciaron que el repertorio sería, en buena parte, un viaje por la memoria del clan Fernández. Hermoso cariño, Lástima que seas ajena, Estos celos y Un millón de primaveras sonaron entre gritos, lágrimas y ovaciones. El público —muchas familias, varias generaciones— respondía a cada verso como si fuera una plegaria. En De qué manera te olvido y Decepciones, Alejandro se detuvo un momento para agradecer el recibimiento a su “cachorra”, como llama con cariño a Camila, a quien definió como una gran artista y una madre amorosa.

Padre e hija se reencontraron en el escenario para compartir dos duetos cargados de ternura: Fue un placer conocerte (Rocío Durcal) y la versión de Hoy tengo ganas de ti que ‘El Potrillo’ grabó con Christina Aguilera. La conexión fue natural, sincera y casi doméstica; una imagen que resumía lo que el público había ido a presenciar: el relevo de una dinastía, pero también la permanencia de una herencia musical que trasciende el tiempo.

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Con Volver, volver, el clímax emocional llegó. Mientras Alejandro Fernández interpretaba el tema, en las pantallas gigantes empezaron a proyectarse imágenes de Vicente Fernández junto a su hijo cuando era niño. Las luces se tiñeron de blanco y verde, y el público, de pie, coreaba cada palabra con una mezcla de respeto y melancolía. En ese instante, el Movistar Arena parecía transformarse en un palenque imaginario, en el que la figura de Don Vicente —el Rey— volvía a cabalgar entre aplausos y guitarras.

El recorrido continuó con Por tu maldito amor, El Rey y A mi manera, temas que confirmaron que, más allá del apellido, lo que sostiene al Potrillo es una voz sólida, llena de carácter y vulnerabilidad. Luego vinieron las más románticas, esas que lo acercan a un público más joven: Te olvidé, Abrázame, Tantita pena, No lo beses y Te voy a perder. Bogotá cantaba con él, pero también con su propia memoria: las historias de amor y desamor que esas canciones han acompañado durante tres décadas.

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Hacia el final, Alejandro Fernández se permitió un recorrido por sus colaboraciones más recientes, junto a artistas como Carin León y Grupo Firme, antes de cerrar con Como quien pierde una estrella. El mariachi se expandió como un rugido, las luces se encendieron, y el público respondió con una ovación que duró varios minutos. “Gracias, Bogotá, por tanto cariño. Por recibirnos a mí y a mi familia con tanto amor”, dijo antes de inclinar la cabeza y despedirse.

El espíritu de Vicente Fernández nunca estuvo ausente. Se sintió en cada acorde, en las pantallas, en los gestos de su hijo y en las lágrimas de quienes crecieron escuchándolo. Alejandro Fernández logró lo que pocos: convertir la ausencia en presencia, y el homenaje en una celebración viva. Y con Camila a su lado, quedó claro que el linaje musical de los Fernández sigue galopando fuerte, entre guitarras, nostalgia y amor por la ranchera.

Por Daniel Guerrero Aldana

Periodista y comunicador social egresado de la Universidad Central con máster en Innovación Social. Escribe sobre entretenimiento, con enfoque crítico y sensibilidad por las historias que conectan con la gente.nguerrero@elespectador.com

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