El acento colombiano del Cartagena XIV Festival de Música: Paola Leguizamón

Esta mezzosoprano de 28 años ha escalado en su carrera musical a tal punto de ser conocida como una de las mejores intérpretes de ópera del país, ganadora de concursos, premios y reconocimientos por su trabajo en escenario.

Silvia Oviedo y Manuela Gómez
12 de enero de 2020 - 02:00 a. m.
 Paola Leguizamón, soprano. / Cortesía
Paola Leguizamón, soprano. / Cortesía

Paola Leguizamón es fresca, auténtica, natural. Su más reciente triunfo fue obtener el premio de Canto Ciudad de Bogotá, del Concurso Nacional de Canto, en la categoría Excelencia.

A pesar de los trajes largos, el maquillaje, los peinados elaborados y la seriedad que demuestra en sus interpretaciones, hoy se muestra sin complicaciones. Esta es su faceta diaria. El mundo de la ópera ha cambiado y, a diferencia de la arraigada creencia popular de que son divas o superestrellas, son seres del común con una vida más allá del canto lírico. Pero en su otra faceta disfruta inmensamente subir a un escenario y convertirse en otra persona, personificarla. Por eso escogió la ópera. “Si haces bien el trabajo escénico, deberías no sentirte tú, sino como el personaje”, dice.

Creció en Cajicá, una población aledaña a la capital, y estudió en la Universidad de Cundinamarca, una institución regional que no se caracteriza por una amplia formación musical. Sin embargo, “la niña de pueblito”, como se autodenomina, era una de esas ñoñas que, a pesar de las limitaciones en la oferta académica, seguía estudiando para mejorar. Por eso afirma que ha logrado su habilidad interpretativa con disciplina y gusto, más que por talento.

Pero también tuvo la fortuna de encontrarse en el mismo momento y lugar con el destacado tenor Manuel Contreras. Si bien era muy juiciosa, venía lastimándose la garganta y pensaba que era un error de técnica. Pero su nuevo docente se dio cuenta de que Paola Leguizamón había estudiado gran parte de su vida como soprano, cuando en realidad era mezzosoprano. “Eso salvó mi vida”, afirma enfática.

“El canto es una casualidad en mi vida, no era el plan inicial”. Siempre sintió afinidad por la música y le empezó a parecer muy divertido escuchar a cantantes líricos e intentar impostar la voz. El canto no fue una decisión desde el principio; es algo a lo que llegó naturalmente, y le pareció bueno después de hacerlo. Entonces la conquistó la teatralidad que conlleva, se enganchó y se quedó. “Realmente, tomarlo como una decisión de vida fue algo más reciente”.

Actualmente solo se dedica a ser intérprete. Aunque ha enseñado en algunos momentos de la vida, no siente que ese sea su fuerte. No obstante, lo hace con propósito y dedicación para que su trabajo en la ópera sea profesional y de calidad, pues considera que los jóvenes artistas nacionales tienen una gran responsabilidad de dar la cara por el país, porque hay incredulidad sobre la capacidad de colombianos jóvenes para interpretar ópera a buen nivel. “Vale la pena ser joven y hacer lo que hacemos. Es bonito que la gente empiece a reconocer que estamos haciendo bien esto”, comenta.

Además de divertirse infinitamente en el escenario, le encanta comer. “Me gusta pasar tiempo con mi familia, me gustan mucho los perros, y comer. De verdad”. Seguramente seguiremos escuchando más de esta artista que ha interpretado reconocidas obras con las mejores orquestas sinfónicas del país.

Por Silvia Oviedo y Manuela Gómez

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