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Con más de cuatro décadas de carrera musical, El Cuarteto de Nos no deja de sumar experiencias. Esta vez el turno es para Rock al Parque, uno de los festivales gratuitos más emblemáticos de América Latina, donde la banda uruguaya se presenta por segunda vez como parte del cartel internacional. Para Roberto Musso, su vocalista y principal compositor, es una nueva oportunidad de reafirmar el vínculo emocional y generacional que el grupo ha tejido con el público colombiano.
“Estamos llegándole a un público muy joven, es una energía que se renueva constantemente”, dice Musso con la serenidad de quien ha sabido construir una carrera a fuego lento. Aunque muchos de sus oyentes actuales ni siquiera habían nacido cuando El Cuarteto comenzó a tocar en los años 80, la banda se mantiene no solo vigente, sino sorprendentemente popular entre las nuevas generaciones. Parte de esa vigencia, reconoce, está en la cercanía que han cultivado a través de sus presentaciones en vivo, que con los años se han convertido en verdaderos rituales colectivos.
Fundado en Montevideo en 1984, El Cuarteto de Nos comenzó como una propuesta experimental que combinaba el rock con el humor absurdo, el teatro y una fuerte carga de ironía social. Con el tiempo, sus letras evolucionaron hacia una introspección filosófica y existencial que los ha llevado a ocupar un lugar único en el panorama musical hispanoamericano. Temas como “Yendo a la casa de Damián”, “Ya no sé qué hacer conmigo” o “El hijo de Hernández” son hoy himnos que resuenan tanto en escenarios masivos como en playlists adolescentes.
“Puertas” y su proceso creativo
Esa transición, lejos de ser accidental, ha sido el resultado de una evolución consciente. En Puertas, su más reciente álbum, el universo temático y sonoro de la banda sigue expandiéndose. Heredero natural de Lámina once, disco marcado por la pandemia y la ansiedad contemporánea, este trabajo aborda la libertad, la identidad y la eterna búsqueda del yo. “Cuento cosas que viví, que muchos también vivieron. Historias de búsqueda, de salvación”, explica Musso.
El proceso creativo es tan personal como metódico. Musso compone en la intimidad de su casa. “En gira no puedo escribir. El ritmo es pesado, estamos concentrados en los shows. Necesito mis tiempos, mi espacio. Ahí hago los demos, y cuando ya tengo algo sólido, lo comparto con mis compañeros”. La construcción de cada canción es colectiva, pero parte de un núcleo emocional profundo que Musso traduce en letras cargadas de observación psicológica y filosófica.
A lo largo de su trayectoria, El Cuarteto ha demostrado una capacidad camaleónica para adaptarse a los cambios de la industria sin perder su esencia. “Hemos atravesado todos los formatos: casetes, vinilos, CD, plataformas... Pero, como siempre, nos hemos construido desde la cercanía con la gente, esos cambios los hemos vivido con naturalidad”, afirma el vocalista. Esa autenticidad ha permitido que la banda se mantenga relevante, incluso cuando la brecha generacional se hace cada vez más evidente. “Hoy se nota más la diferencia de edades, pero seguimos conectando con un público cada vez más joven. Creo que ese es nuestro mayor logro”.
Un álbum surrealista
Otro de los aspectos que distingue a El Cuarteto de Nos es su cuidado por lo visual. Antes de la era digital, ya tenían en escena a actores que representaban los personajes de sus canciones. Hoy, esa teatralidad se ha transformado en una estética visual cargada de referencias artísticas. ‘Puertas’ se impregna del surrealismo pictórico desde su portada hasta sus videoclips. “Siempre me gustó el movimiento surrealista: los libros, el teatro, los cuadros. ‘Caballo patagónico’, por ejemplo, es una canción que parece pintada más que escrita”.
Pero es en el escenario donde todo cobra sentido. Para Musso, las presentaciones en vivo son una experiencia irrepetible. “Me impresiona cómo la gente canta desde la primera sílaba hasta la última. A veces ni entiendo cómo los jóvenes se enganchan tanto con lo que escribo, pero ahí están, vibrando con cada palabra”. Esa energía se multiplica en festivales como Rock al Parque, donde confluyen distintas generaciones y estilos musicales.
A lo largo de su discografía, El Cuarteto ha sabido moverse entre la crítica social mordaz y la reflexión existencial sin perder el humor ni la musicalidad. Su capacidad de narrar lo absurdo y lo cotidiano con inteligencia los ha convertido en referentes para artistas y públicos de todo el continente. En canciones como “Lo malo de ser bueno” o “Razones”, se atreven incluso a desafiar los límites del fraseo vocal. “Hay canciones que no puedo cantar en vivo porque el aire no me da. Las grabo por partes, porque tienen frases muy superpuestas. Pero buscamos la forma de llevarlas al escenario, porque al público le gustan mucho”.
A pesar de la longevidad, la pasión de Musso por la música sigue intacta. Le duele, incluso, tener que dejar canciones fuera del repertorio por falta de tiempo. “Son muchas las que disfruto tocar. ‘La casa de Damián’ y ‘Ya no sé qué hacer conmigo’ tienen un lugar especial porque nos abrieron las puertas hacia el exterior de Uruguay. ‘No llora’ también es muy importante para mí, la hice cuando nació mi hija. Cada canción tiene su momento, ninguna es igual a la otra”.
Mientras tanto, los escenarios siguen siendo su hogar. Rock al Parque, con su mezcla de historia, diversidad y pasión, los recibe como una de las propuestas más potentes de la región. Roberto Musso vuelve a subirse a escena con esa extraña capacidad de hacer que cada verso, cada palabra, cada pregunta lanzada al micrófono, resuene como si fuera la primera vez.
