El dinamismo de los cuatro elementos

Desde los cinco años, cuando se dedicó a tocar el chelo, Santiago Cañón Valencia se ha destacado por perfeccionar su estilo. Su talento lo ha llevado por cinco continentes, consolidándose como uno de los músicos más virtuosos del país.

Mónica Rivera
12 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
 / Tico Angulo
/ Tico Angulo
Foto: Fernando Parra - FPARRAL.

 

Con los ojos puestos sobre las cuerdas de su violonchelo, Santiago Cañón Valencia se apodera del escenario. Sus manos llenas de anillos dan un color particular a las notas que forma y hace vibrar. Los silencios se ven como pinceladas de un pintor sobre un lienzo, mientras que el sonido es el de un virtuoso músico que toca su instrumento con gran precisión desde los cinco años.

“Dinamismo” es la palabra que resume tanto el talento de Cañón Valencia como de la obra que interpretará en el Cartagena XIII Festival Internacional de Música. La Rapsodia a los cuatro elementos, una pieza originaria del compositor Jorge Pinzón, es un viaje por este espectro por medio de adagios y allegros que dura 15 minutos.

“Lo bueno de tener estas cuatro características es que podemos jugar con estos contrastes y la articulación, el virtuosismo, el color y el timbre que maneja el violonchelo”, asegura Pinzón, quien resalta el papel que juega en esta composición el piano de Mauricio Arias, la Filarmónica de Medellín, que acompañará a Cañón Valencia, y de Federico Hoyos, quien dirige la obra.

Pinzón compuso la obra en 15 días. Primero pensó en cómo presentaría los elementos para que hubiera movilidad y dinamismo en la obra. Así decidió que primero iría la tierra y al final el fuego, para que en el intermedio el agua y el aire dieran las formas musicales que buscaba y crearan ese juego que, según sus palabras, permite un contraste muy característico en las formas de sonata y música clásica.

Luego se la envió a Santiago Cañón Valencia, a quien conoce desde los seis años, quien comenzó a dictarle teoría musical y piano, y a Hoyos, con quien tiene una relación de vieja data. Lo que vino fue un proceso de reescribir, actualizar y acoplar la rapsodia al estilo de los artistas. “Santiago, que conoce bastante bien el instrumento, aportó las posibilidades técnicas que se podían incluir dentro de la pieza, mientras que con el director es importantísimo hablar de los cambios metronómicos y los tiempos que generan su dinamismo y que la obra pueda seguir madurando”, afirmó Pinzón.

Por su parte, Cañón Valencia considera que el conocerse desde hace más de 13 años les ha permitido crear una conexión musical importante, con la que han trabajado en la estructuración de más de sesenta piezas musicales. “Esta es la primera vez que toco una obra inédita de él (Jorge Pinzón) y por eso dije que sí, porque me gusta muchísimo el lenguaje musical que maneja y me alegró la oportunidad de estrenarla en el Festival”.

El talento de Cañón Valencia puede decirse que es heredado, pues su padre (Ricardo Cañón) es clarinetista de la Filarmónica de Bogotá, mientras que su madre dejó de lado su carrera de chelista por dedicarse a Santiago y su hermana. Pero su virtuosismo solo se le puede adjudicar a la disciplina que lo ha acompañado en estos últimos años (ahora tiene 23).

Desde pequeño se destacó por pintar dentro de las líneas, ser un niño inteligente y virtuoso, que logró aprender en meses lo que la gran mayoría se demora en aprender en años. Pero no solo fue en el arte, pues terminó el colegio a los 14 años, lo que le dio la oportunidad de finalizar su carrera musical en la Universidad de Waicato, en Nueva Zelanda, cuando muchos a su edad hasta ahora estaban comenzándola.

Su talento le ha dado el reconocimiento en eventos internacionales como el Concurso Internacional de Violonchelo Carlos Prieto, en México, y el Queen Elizabeth, por los que ha logrado llevar su música por cinco continentes, compartiendo escenario con orquestas filarmónicas y músicos solistas de gran talla internacional.

En los últimos años, Cañón Valencia ha encontrado placer en transcribir para chelo obras para otros instrumentos. El disfrute está en que el violonchelo puede llegar a ser tan agudo como un violín y grave como un contrabajo, lo que facilita el experimentar entre las diferentes tonalidades, haciéndolo su instrumento perfecto.

La presentación de la Rapsodia de los cuatro elementos será una muestra de la versatilidad del chelo. De acuerdo con Pinzón, el trabajo que lograron compaginar permitirá que en un futuro Cañón Valencia siga renovando la pieza. “Estoy seguro de que si la sigue tocando, va a encontrar varios recursos técnicos y es cuando vamos a ver la majestuosidad del arte”.

Por Mónica Rivera

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