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La cantautora española Rozalén llega a Colombia con su gira de 2024, con la que presenta su más reciente trabajo discográfico: El abrazo. Se trata de un compendio de 13 canciones dedicadas al amor en sus distintas formas y al duelo.
Este trabajo le ha valido a la artista dos nominaciones a los Premios Grammy Latinos en la categoría Mejor Álbum Cantautor y Mejor Canción Cantautor, por el tema Entonces.
Rozalén se presentará este 5 de octubre en el Teatro Colsubsidio de Bogotá y el 6 de octubre en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín. La artista habló para El Espectador sobre el proceso emocional de creación del disco y la fuerte conexión que tiene con dos lugares del país que inspiraron sus letras. Se trata de los temas Tres días en Cartagena que está hecha en colaboración con Carlos Vives y Llévame, que fue producto de una visita que realizó a Guapi, Cauca.
¿De dónde nace su más reciente disco El abrazo, cómo fue el proceso de creación?
Es un disco bastante emocional, aunque todos lo son, este tiene una intensidad que se nota porque voy cantando mi vida, a veces la de mi familia. Eso también es muy doloroso. En El abrazo me he centrado mucho en las emociones, necesitaba contar lo que me ha pasado en estos cuatro o cinco últimos años.
Quizá sorprende porque es el disco en el que menos canciones sociales hay. El eclecticismo musical es evidente también porque me salgo de mi zona de confort y quiero evolucionar en la música. Pero me gusta que mucha gente me dice que les recuerda mi primer disco. Espero que vean esa frescura.
¿Cómo define este trabajo discográfico?
Se resume en los temas más universales: amor y muerte. Son diferentes canciones a diferentes amores: a mi pareja, expareja, sobrino, amigos de toda la vida, a las noches locas, a las culturas. Pero también hay mucha nostalgia y duelo, la muerte está muy presente.
Al final también el duelo es amor, porque echas de menos a alguien que has querido y que ya no está. Y me ha servido tanto a la hora de escribirlo, que me lo estoy disfrutando cuando lo presento en directo. Me doy cuenta de que es de los discos con los que más identificada se siente la gente. Todos sentimos lo mismo, todo pasamos por procesos muy parecidos.
¿Cómo es esa Rozalén que estudió psicología? ¿Alguna vez la ejerció o quedó como insumo para la música?
Terminé la carrera, fui a Madrid a hacer musicoterapia y ya ahí empecé a buscar trabajo y a cantar en los bares. Entonces me explotó todo y nunca ejercí. Pero es verdad que a través de mis canciones no dejo de hacer cosas relacionadas con ello. Por ejemplo, el viaje que hice a Colombia con unas organizaciones para visitar proyectos que tenían que ver con la paz de vuestro país o cuando visito campos de refugiados. Hay muchas cosas que hacen que no me desligue de la psicología.
Esa visita fue a Guapi (Cauca), de esos procesos ¿qué es lo que más le ha llamado la atención del país?
Guapi fue lo que más me impresionó porque nos decían que por qué estábamos ahí si ni siquiera los propios colombianos iban. Entendí un poquito mejor vuestro conflicto, que es muy complejo, también vuestra manera de ser, muchos silencios y el carácter. Por supuesto sé que no sé nada aún de lo vuestro, pero necesito crear vínculo con la gente. Cuando cante en Colombia no va a ser igual por lo que viví allí, necesito saber lo que ha pasado una sociedad para cantarle mejor y con más respeto. Ya me siento con un vínculo fuerte.
¿Qué ha entendido de Colombia?
La canción Llévame de este disco está inspirada en esa visita a Guapi. En los sitios donde parece que ha habido más sufrimiento, nunca termina el baile y se canta más. La gente, cuando te abraza, te abraza de verdad y te entregan todo porque tienen otro sentido de la vida. Comprendo que hay mucho dolor detrás.
“Llévame a ese lado del río
Donde nunca existe el frío, donde se calma el dolor
Donde el tesoro de unos ojos
Me lo entregan todo y tu risa es de color
Donde me trenzabas el cabello
Dibujándome el sendero que debemos caminar”
Me enseñaban que las mujeres afrodescendientes se hacían por trenza para indicar el mapa. Ahí me enseñaron muchas cosas muy potentes.
La otra canción que también se conecta con el país es la colaboración con Carlos Vives, Tres días en Cartagena que es un abrazo entre Colombia y España. ¿Cómo fue esta otra experiencia?
Esa es menos profunda, de diversión, amor y colorido. Hay una parte cuando digo: “Que sí que, que no que. Que a mi novio le gustan los albaricoques”. Eso es superpopular y antiguo de España. Era algo impensable que el folclore entrase en una canción tropical. Estoy muy agradecida con Carlos Vives, la generosidad que ha tenido conmigo siendo el artista que es, con su magnitud. Yo estoy en deuda.
De todo el proceso creativo, ¿qué fue lo que resultó más sencillo de hacer?
En este disco he hecho una cosa nueva. Me junté a tocar con músicos que no conocía de nada y me pareció muy divertido juntarme con gente superdiferente. Acabé haciendo un bolero en Tuya, por ejemplo. No ha sido fácil, pero me ha servido para sacarme prejuicios.
Las letras sí que son todas mías. Bueno, en la de Tres días en Cartagena también Carlos Vives puso su parte porque hablaba mucho de Colombia y de Cartagena, de cosas que yo no conocía.
¿Y qué fue lo más difícil?
Fue enfrentarme al dolor y al duelo. Para hacer la canción a mi padre (Todo lo que amaste), me encerré durante días, me puse su ropa, me llené de velas y de sus fotos. Es doloroso, pero, a mí me gusta hacerlo por mi formación de psicóloga y porque sé que eso me va a hacer sentirme mejor después. De la misma manera que sé que cuando lloro la paso mal, pero luego siento un alivio brutal.
La canción a la muerte de mi abuela (Ceniza), que es contar de una manera fantástica el cómo es ver morir a alguien. Esa ha sido la parte más dura, la emocional, pero me lo he gozado todo.
¿Cómo decidió qué parte del disco fuera enfrentar esas emociones o cómo se fue gestando esa idea?
Yo no lo pienso. Lo que voy viviendo lo voy escribiendo, si no escribo sobre algo que me pasa, no paso página. Ya cuando voy haciendo las canciones me voy dando cuenta de cuál es el hilo conductor. Descubrí que la palabra “abrazo” y “abrazar” estaba en casi todo. Yo nunca he sido tan cariñosa. Y pensaba que algo tan “sencillo” como El abrazo iba a tener ya 1.000 discos con ese nombre y no.
Aunque es un ejercicio muy consciente el de dejar las experiencias de vida en las canciones, ¿hay algo muy íntimo que haya reducido en ellas y que la sorprendiera estar dejando ahí?
Me cuesta mostrar mi parte tierna y aquí está descarada. Yo siempre he hecho más canciones de desamor y aquí no, estoy como con más ternura que nunca y eso me gusta.
De todas las canciones que ha escrito, ¿en este momento cuál es su favorita y por qué?
Las últimas son con las que más identificada me siento. Yo amo y amaré siempre La puerta violeta (sobre la violencia de género), Justo que me hizo encontrar a un desaparecido, Amor prohibido que es sobre la historia de amor de mis padres, y 80 veces que fue la primera. Hay muchas que amo profundamente por todo lo que me han dado, pero del último disco siento algo muy hermoso cuando canto Entonces porque a través de ella puedo viajar a mi infancia, un lugar al que solo puedo volver desde la cabeza.
¿Cuál fue la canción más difícil y fácil de escribir de El abrazo?
La de Entonces porque eran tantas las imágenes maravillosas que tengo de mi infancia que no sabía cuáles elegir. Tenía hojas y hojas de recuerdos que quería destacar y seleccionar solo unos pocos me costó horrores.
Mientras que la de mi padre salió como un parto, porque eran tantas las cosas que quería decir y me dolían tanto que salió como rápido porque fue una catarsis. Fueron unos días en los que yo sentía que había pensado tanto en mi padre, no lo hice ni cuando estaba vivo. Fue superhermoso, a pesar de todas las lágrimas que eché.
La muerte está muy presente en este disco, pero también hay otras canciones suyas que hablan de eso. ¿Cómo es en este momento la relación que tiene con la muerte y el vivirla a través de la música?
A veces las canciones adivinan lo que me pasa. Escribí El día que yo me muera y me encantó ese juego de pensar, ¿qué pasaría si yo me muero mañana? Y me gustaría que monten un fiestón por todo lo que he vivido en 38 años. Pero en ese momento no había visto la muerte de esa manera y me tocó verla de muchas maneras.
Mi abuela ya quería morirse, estaba viejita y hablábamos mucho de eso. Luego un tío murió con un cáncer brutal, con mucho dolor. Mi padre se fue de golpe. Le he visto muchos rostros diferentes a la muerte. Y algún día la veré yo de frente, ahora le tengo menos miedo.
¿En qué otras ocasiones le ha sucedido que las canciones adivinan el futuro o lo detonan?
Con Justo, yo empecé a obsesionarme con el desaparecido de mi familia de la guerra civil. Sentía hasta que un fantasma me hablaba. Era todo muy raro y eso me lleva a su tumba. Cuando hice La puerta violeta, después coincidió con la ola feminista de España en 2018 y de repente mi canción estaba en todas las pancartas. Hoy sigue estando, es muy fuerte. Yo venía de vivir una experiencia de maltrato psicológico con una expareja, solo iba contando lo que vivía.
Muchas de las canciones hablan de la experiencia de ser mujer desde una perspectiva sorora y feminista, ¿a qué se debe?
Al simple hecho de ser mujer y querer vivir en una sociedad en la que me traten de manera igual. Ya no solo por mi género o identidad, sino por mi raza y clase social. Por lo que significa realmente el feminismo y su lucha, no concibo ser mujer y no ser feminista. No concibo que los hombres y todas las personas que creen en un mundo amable no lo sean.
Simplemente hablo desde lo que yo siento, lo que he vivido y lo que observo. Nos hemos acostumbrado durante tanto tiempo a escuchar canciones escritas mayoritariamente por hombres que ahora aparecen canciones feministas, pues claro porque soy mujer. Necesitamos canciones escritas por todas las personas.
¿Cómo surge también el interés por abordar otros temas como el suicidio, el VIH y la vejez?
Tiene que ver la educación que yo he recibido como psicóloga y porque he tenido mucho contacto con asociaciones que me ayudan a ver otras realidades. La canción del VIH, Comiéndote a besos, fue por un concurso que se hizo sobre el estigma del sida. Eso te hace ponerte en la piel del otro.
Agarrarte a la vida es sobre el suicidio fue una petición que me hicieron del Teléfono de la esperanza (asociación dedicada a promover la salud emocional). A mi alrededor hay mucha gente que no quiere vivir. Siento que hasta que he tardado en hacerlas, tengo mucha vocación que me empuja a escribir sobre estos temas.
¿Cómo ha sido la investigación y el manejo que le ha dado a un tema tan delicado como el suicidio para que al escucharla se sienta que habla desde el respeto y la empatía?
Vuelvo a los estudios, a los libros, me rodeo de profesionales de la materia. Tenía miedo de decir algo en la canción que pudiese causar el efecto contrario. Entonces había muchos profesores míos de la universidad y psicólogos que estaban pendientes. Me leí no sé cuántas cartas suicidas que dejaron antes de marchar y luego me vuelvo bastante loca adentrándome en esos temas.
En todo el camino que ha recorrido, teniendo en cuenta lo emocional y la parte social de sus canciones: ¿cómo describiría que es la música de Rozalén?
No sé cómo decirte. Hace poco alguien en redes me puso como que yo era la cantautora de las emociones, pero ahí están olvidando lo social. Eso sería hablar de mí de manera muy grande. ¿Emociones y causas sociales? Yo creo que soy una tía normal y corriente que tengo la suerte de dedicarme a algo que para mí es sanador y me hace sentir tan bien: escribir y cantar. Hay días de mierda que me los han arreglado el subir al escenario. Diría que soy una cantautora sencilla y humilde, aunque humilde tampoco porque me gusta que me aplaudan.
¿Qué expectativas tiene para esta nueva gira que llega a Colombia?
Siempre tenemos muchas ganas de ir para allá porque nos inspiráis mucho. No solo a nivel musical, se me nota que estáis siempre presentes en los en los discos, sino a nivel de temática. Está Llévame, Tres días en Cartagena y Lo tengo claro, que está inspirado también una champeta pop. Viajar abre la mente. Yo lo estoy deseando porque además sois como un cable a tierra para mí.