El regreso de Foo Fighters, una promesa cumplida

La banda Foo Fighters, liderada por Dave Grohl, durante su presentación en Bogotá, el 31 de enero de 2015. / El Espectador

Para hablar de Foo Fighters hay que hacer referencia a Dave Grohl, y hablar de él implica, indudablemente, abarcar sus inicios en la música junto a una banda legendaria de la que fue baterista: Nirvana. Y es que Kurt Cobain está tatuado no solo en la vida de una generación y de la evolución del rock en el mundo, sino también de los compañeros que lo respaldaron en sus cortos pero significativos años de vida.

Antes de llegar a Nirvana, Grohl estuvo involucrado en varios proyectos musicales, pues desde niño fue un apasionado de la música. En 1986 se unió a la banda Scream como baterista. Tenía 17 años y unas ganas enormes de comerse el mundo con ese talento que lo caracterizó desde el primer momento. Abandonó sus estudios y desde entonces la música y él son un solo ser. En uno de los conciertos de Scream, en 1990, Kurt Cobain y Krist Novoselic fueron a ver al colectivo, quedaron impresionados con Dave Grohl y corrieron con suerte, porque el grupo se disolvió ese mismo año y los integrantes de Nirvana no lo pensaron dos veces antes de proponerle que fuera su baterista.

Y así, al lado de esos cómplices, comenzó a hacer historia desde ese instrumento. Juntos grabaron álbumes tan emblemáticos para la música grunge como Nevermind e In Utero. Fueron cuatro años haciendo parte, no de una banda, sino de todo un movimiento y una revolución musical. Hasta 1994, cuando Kurt Cobain falleció y la banda se disolvió. En ese momento Dave Grohl afrontó una de las decisiones más difíciles de su vida: seguir con la música o abandonarla por completo.

Afortunadamente optó por continuar con algunos proyectos propios, pero ya no como baterista, sino como la voz principal. Así lo hizo con Pocketwatch, un álbum con composiciones propias que realizó mientras integraba Nirvana y que luego grabó bajo el seudónimo Late! Poco a poco, gracias a sus buenas composiciones y su estilo, Foo Fighters se gestó. En 1994 se unió a Pat Smear, quien sigue siendo en la actualidad el guitarrista de la banda, y luego de un tiempo el bajista Nate Mendel y el guitarrista William Goldsmith, exintegrantes de la banda Sunny Day Real Estate.

Varias teorías existen alrededor del nombre Foo Fighters. La más fuerte asegura que se debe a la pasión de Dave Grohl por los ovnis y los extraterrestres, porque así denominaban los pilotos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial a los objetos voladores que veían en el firmamento. De ahí, y con ese nombre, Dave, Pat, Mendel y Goldsmith comenzaron a construir su propia historia. En 1995 lanzaron el sencillo This Is a Call, que incluyeron en su álbum debut homónimo y que tuvo un gran éxito, hasta ocupar el puesto número 23 en la lista Billboard de ese año.

Gracias a su primer álbum, el grupo empezó a tener un reconocimiento importante en el género del rock alternativo. Luego vino The Color and the Shape, su segundo registro, lanzado en 1997, que tuvo sencillos exitosos, como My Hero y Walking After You, canciones que le dieron un toque romántico al sonido de la banda.

Con su nombre ya consolidado como una de las bandas más influyentes del momento, vinieron producciones como One by One, In Your Honor, Echoes, Silence, Patience & Grace, en el que se incluyó el hit The Pretender, y más adelante aparecieron Wasting Light y el más reciente, lanzado en 2017, Concrete and Gold. La expansión y el crecimiento de la banda a principios de los 2000 fue gigante. Nadie se imaginaba que todos los álbumes que sacaban los grababan en el garaje de la casa de su líder, pero eso era una realidad.

En 2015, los Foo Fighters pisaron por primera vez suelo colombiano y le dieron cabida a una noche inolvidable. El estadio El Campín de Bogotá, con más de 40.000 asistentes, se rindió ante el ritmo de canciones como Wheels, Learn to Fly, Everlong y Best of You, entre otras. Muchos recuerdan esa noche como una de las mejores de la década.

“Recuerdo que en un momento la banda terminó de tocar una canción, creo que era Times Like These, pero no estoy segura. Luego, Dave tomó el micrófono y dijo que nosotros habíamos sido el mejor público de toda la gira, prometió que volvería, y lo cumplió”, recuerda Ángela Sarmiento, una fan que asistió ese inolvidable 31 de enero.

Varios medios describieron ese concierto como uno de los mejores que ha tenido el país, y la banda colombiana Diamante Eléctrico fue la encargada de abrirlo. Fueron veintidós canciones, más de dos horas y media llenas de Foo Fighters. No querían dejar de tocar, su energía traspasó el estadio y se tomó toda la capital.

“No nos gusta decir buenas noches o adiós. Solo decimos esto…”, fueron las palabras de Dave Grohl justo antes de empezar a tocar Everlong, la canción que cerró ese histórico concierto. “Habían pasado algo más de dos horas y yo sentí que todo el concierto pasó en solo diez minutos. Cuando terminaron de tocar, Dave se agachó un momento, y cuando se levantó tenía en sus manos una bandera de Colombia con el logo de la banda en la mitad”, dijo otro fan entusiasmado.

“¡Gracias, Colombia, por esta noche maravillosa!”, comentó el músico, y se despidió dejando en los asistentes la esperanza de volverlos a ver en el futuro.

Y sí. Los Foo Fighters regresan al estadio El Campín este martes primero de octubre, pero esta vez no vienen solos. Los acompañará la banda estadounidense Weezer, conocida por canciones como Say It Ain’t So, Pork and Beans y Beverly Hills, entre otras. Bogotá tendrá nuevamente la oportunidad de ver a esta legendaria banda, en una noche que promete ser incluso más mágica que la anterior.

Boletería disponible en www.eticket.co.