Yo estuve en los conciertos de Roger Waters y Residente

Roger Waters, cofundador de la banda Pink Floyd, y René Pérez, el fundador de Calle 13, les dieron apoyo total a los estudiantes de Colombia con su música.

Camilo Gómez Forero
30 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.
Roger Waters se presentó en el estadio El Campín el 21 de noviembre de 2018.  / Cristian Garavito – El Espectador
Roger Waters se presentó en el estadio El Campín el 21 de noviembre de 2018. / Cristian Garavito – El Espectador
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

En menos de tres días Bogotá vivió una experiencia musical inigualable hasta el momento. Para muchos, el rock de Roger Waters y el rap latino de Residente son géneros incompatibles. Pero después de asistir a conciertos de ambos artistas aprendí que la compatibilidad en la música depende más de las ideas y de los mensajes que de los ritmos. Ambos, desde sus respectivos escenarios, compartieron en noviembre un propósito común: elevaron a la tarima de sus presentaciones las exigencias de miles de estudiantes que le pedían al Gobierno un aumento presupuestal para la educación superior. Lo que más me sorprendió de estos eventos, además de la música, los montajes y el sonido, fue la devoción con la que un inglés y un puertorriqueño se apropiaron del movimiento estudiantil colombiano, frente al silencio de muchos artistas locales, algunos de ellos escuderos de este Gobierno.

Para mí fueron momentos épicos, porque, en mi corta historia, pocas veces he visto en vivo a artistas uniéndose a los problemas de su público, buscando a la vez darle un significado trascendental a su obra. He visto cómo algunos de ellos solo llegan, saludan, luego cantan y se van, sin dejar nada más que un momento que puede desaparecer de la memoria como las lágrimas en la lluvia. Pero tanto Roger Waters como Residente buscaron dejar una marca en sus asistentes.

El primero de ellos se presentó el 21 de noviembre en el estadio El Campín. Quisiera no haber cometido todos los errores que cometí ese día, porque yo, a diferencia de muchos, ya sabía exactamente lo que iba a pasar. La ansiedad que me producía ver a Roger Waters, uno de los sabios del rock y una leyenda de la música en vivo, me llevó a buscar todos los conciertos que había hecho en la segunda mitad del año. Con cada noticia o reseña que leía le fui clavando un puñal al asombro y a la sorpresa. Al llegar al estadio no me preguntaba por las canciones que iba a interpretar ni me preocupé siquiera por si “Wish You Were Here”, mi favorita, era parte de la lista, porque ya lo sabía. Conocía el orden exacto de todas las pistas, el tiempo de descanso de Waters luego de tocar “Another Brick in the Wall” (parte II) y cuál sería la canción de cierre. También sabía que, en algún punto, se proyectaría en el escenario un prisma con luces láser que nos brindaría la imagen de la portada de The Dark Side of the Moon en vivo. Un lujo de detalle.

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Sin embargo, mi intento de homicidio no fue suficiente y no pude matar la sorpresa del todo, para mi fortuna. Me emocioné cuando en “Another Brick in the Wall” Roger Waters subió a un grupo de niños colombianos a cantar junto a él. Fue uno de los momentos más conmovedores de la noche. El montaje fue superior a lo que me pude haber imaginado tras ver las imágenes y leer sobre sus conciertos. Además, el sonido fue una revelación para mí, como si nunca hubiese escuchado su música de verdad. Pocos como Waters deben tener estudiados tan meticulosamente cada uno de sus movimientos y a cada uno de sus músicos. En el escenario había una pantalla gigante, la más grande que se ha visto en un concierto en el país, que proyectaba imágenes sobre migración, guerra, misiles, hambrunas, tragedias, noticias falsas, Donald Trump... el mundo de hoy.

Conozca la lista de canciones que interpretó Roger Waters:

Para la segunda mitad del concierto, de esa pantalla monumental salieron cuatro chimeneas que formaron la imagen de una fábrica de donde poco después saldría el popular cerdo de la portada del disco Animals con el mensaje #PermanezcanHumanos. Sobre el cierre de su presentación, Roger Waters nos habló a todos por varios minutos para dejarnos claro su mensaje de apoyo a la lucha social, su pedido de resistencia contra el odio, la discriminación y los gobiernos opresores.

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En medio de sus palabras sacó una bandera que le regaló un colombiano en la que se leía “Necesitamos más educación”. Una historia que salió en los medios de todo el país y que llegó a los oídos de una conocida senadora de la nación, que no tardó en criticar la obra del cantante. Tampoco imaginé que, gracias a la efusividad del momento, los asistentes explotaran en un coro salido de las letras del artista inglés y dirigido a uno de los senadores de uno de los partidos políticos que más han dividido al país. El mismo que alguna vez fue presidente y que descuidó la educación. No vale la pena recordar qué fue lo que dijeron. “Comfortably Numb” fue el cierre de esa noche mágica en Bogotá, pero no fue el fin del apoyo a los estudiantes.

Dos días después de Waters, el puertorriqueño René Juan Pérez, también conocido como Residente, se presentó en el Autódromo de la 222. Días antes de su presentación, en sintonía con Waters, el cantante de hip hop latino publicó que llevaría a un par de estudiantes a la tarima y les daría unos minutos para que hablaran sobre sus peticiones. El tiempo que alguna vez fue negado por el Gobierno. Fue un momento breve pero contundente, y aunque nada nuevo se dijo en la tarima, todos los asistentes quedaron impregnados con la lucha por la educación. Creo que ese era el principal objetivo de Residente. Aquí también se repitió el coro contra el ya mencionado senador expresidente.

Las causas sociales enmarcaron como nunca los conciertos en Colombia. Pero Roger Waters y Residente no fueron los únicos, y la educación no fue la principal causa. Un mes antes de ellos, el inglés Sting y el jamaiquino Shaggy combinaron sus voces y ritmos para romper las barreras de la migración. Los dos afamados artistas se presentaron en el Movistar Arena en octubre y durante su show se pronunciaron contra el odio hacia los migrantes y las barreras que han impuesto los gobiernos para restringir la ayuda en esta problemática mundial. Waters y Residente también replicaron este mensaje, tan trascendental para el momento que Colombia y la región atraviesan.

Por otro lado, en la primera mitad del año se celebró el Soundheart Festival, que trajo a la banda inglesa Radiohead por primera vez al país, para cumplirles el sueño a muchos de sus seguidores. Pocos saben que unas semanas antes del concierto, los organizadores se llevaron a algunos de los asistentes a las afueras de la ciudad para sembrar árboles, pues una de las metas de la cita musical era dejarle un mensaje al público sobre el cuidado del medio ambiente. Esa noche, en la que muchos vimos por primera vez a Thom Yorke y su grupo de cerca, aprendí que las nubes no son sinónimo de tristeza, pues cuando comenzó a llover mientras la banda interpretaba Paranoid Android, aquellos que fuimos al Simón Bolívar estábamos llorando de felicidad. No solo quedé más enamorado de la banda, sino que desde ese momento la recuerdo por su mensaje ecológico.

Con una causa en particular, los conciertos se vuelven más memorables. Espero que el próximo año se sigan celebrando eventos así, con algún propósito más allá de la música. Con algo por lo que luchar. Y espero también que el IVA no espante a los organizadores de estos eventos y no dejen de traer artistas del exterior.

Por Camilo Gómez Forero

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