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Fito Páez cierra la trilogía Los Años Salvajes con este nuevo álbum titulado The Golden Light, en el que, solo con su piano, nos trae sus nuevas composiciones en un plan intimista y con esas pinceladas que brotan de su inagotable inspiración.
Es un disco de nueve canciones de las cuales tres son instrumentales: ‘El Mar de Gerardo’, ‘Cervecería Gorostarzu’ y ‘The Golden Light’. Fito sorprende con un sentido tema cantado a capella y en inglés (‘The Moon Over Manhattan’), mientras que también se lucen las voces femeninas de Abril Olivera (‘Enciende el Amor’) y de Etta Craft (‘Diosa del Sol’). Se destaca además ‘Sus Auriculares’, canción dedicada a su maestro y colega Charly García, que estrenó en su concierto homenaje de octubre pasado en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Un álbum cercano reflexivo, de un músico que siempre arriesga con su arte. Fito mismo se refiere al génesis de este nuevo trabajo: “Durante la pandemia me senté al piano un montón de veces. Las mieles del oficio. La idea era poner el teléfono cerca y filmar una improvisación. Sin planes previos. De esas grabaciones caseras, que denominé “Quarentine sessions”, surgieron algunas de las ideas que confluyeron en “The Golden Light”, comenta.
En el medio del torbellino de la grabación de “Los años salvajes” y “Futurología Arlt”, que fueron compuestos y arreglados casi en paralelo, fue surgiendo suave pero firme un sentimiento que terminó resultando inapelable. Estaba faltando algo. Un álbum más reposado, no por ello menos intenso, que terminaría dándome la sensación de completitud de una obra grande. “The Golden Light” fue colándose silencioso entre las grietas de los sueños y las deshoras que se producen en medio de tanta acción… Estas nueve piezas terminaron resultando el poema final de esta trilogía. Un hombre en una habitación con un piano recordando escenas, atravesado por el bucólico sentimiento de una nostalgia que salía a volar por el tiempo. Finalmente, esos son los huesos y la sangre del hombre que había recorrido tantos años salvajes y volvía de las altas cumbres sinfónicas a la playa calma de juncos junto al río Paraná en una improbable y larga noche transfigurada de luz dorada”, concluye Páez.