En el calor de Cartagena, donde las olas del mar Caribe se confunden con los tambores que atraviesan las calles coloniales, nació un artista que hoy sueña en grande y que ha decidido bautizar su nuevo trabajo con un nombre que es, más que un título, una declaración de intenciones: Afrorockstar. “Este no es solo un álbum con canciones, sino un movimiento”, dice Hamilton, con una sonrisa amplia, casi como quien sabe que lo que viene está destinado a dejar huella.
El cantante cartagenero acaba de lanzar el proyecto más ambicioso de su carrera: un disco de 21 canciones que fusiona ritmos afro con guitarras eléctricas, dancehall, cumbia, afrohouse y hasta pianos clásicos. Un abanico sonoro que no busca encajar en un molde, sino romperlos todos. “Desde el principio sabía que quería hacer un álbum diferente”, cuenta Hamilton en conversación con Vea. “Me siento muy contento porque sé que le entregué a mis fanáticos algo muy diferente y lo que querían escuchar. Me estoy divirtiendo, y este es apenas el primer volumen: viene un segundo”.
Un cartagenero con el oído en el mundo
Aunque su base está en Cartagena, Hamilton nunca se ha limitado a un solo territorio. Su música tiene un pie en las raíces afrocolombianas y otro en la pista global, donde hoy el género urbano se expande con fuerza. “Afrorockstar nace de mis vivencias, de la clase de persona que soy yo”, explica. “Es una propuesta que va a romper muchos esquemas y espero que se la disfruten mucho”.
En entrevistas previas, el artista ha contado que su inspiración viene tanto de lo que escucha en su barrio como de lo que suena en Londres, Miami o Puerto Rico. Ese mapa de influencias lo ha llevado a entender que el futuro de la música latina no está en seguir fórmulas, sino en mezclar lo que a primera vista no tendría cabida en el mismo escenario. Y ahí, precisamente, radica la esencia de Afrorockstar: un trabajo que no teme poner a dialogar los tambores africanos con riffs de guitarra eléctrica, o el beat del dancehall con la cadencia de la cumbia.
Colaborar para crecer
El disco, además, llega con un arsenal de colaboraciones que marcan un hito en la carrera de Hamilton. Ryan Castro, Farruko y Maisak son algunos de los nombres que aparecen en la lista de invitados, todos con un peso específico en la industria. Sin embargo, Hamilton insiste en que lo más valioso no fueron los nombres, sino las lecciones que se llevó de ellos. “Todos vinieron de una forma muy orgánica”, recuerda. “Me enseñaron muchas cosas, entre ellas, que antes de ser artista hay que ser persona, y eso es lo que más me llevo”.
Esos encuentros, dice, fueron naturales, como si el destino hubiera puesto a cada uno en el camino de Afrorockstar. No hubo cálculos estratégicos ni reuniones de mercadeo: simplemente música que fluyó entre colegas y amigos.
El peso del nombre
Nombrar un álbum nunca es un gesto menor. Para Hamilton, Afrorockstar es un espejo de su identidad y de su filosofía de vida. “Este no es solo un álbum, sino un movimiento”, repite, convencido. El título condensa dos universos: el afro, que conecta con sus raíces caribeñas y africanas, y el rockstar, que refleja la actitud de quien no teme brillar con luz propia, aún cuando eso signifique apartarse de la corriente principal.
En ese cruce de caminos, Hamilton se reivindica como un artista híbrido, capaz de moverse entre lo popular y lo alternativo, entre lo local y lo global, sin traicionar la esencia de su origen cartagenero.
De Cartagena al mundo
La escena urbana de Cartagena ha venido creciendo en los últimos años, con una generación de artistas que entienden que el Caribe no es solo folclor, sino también un laboratorio musical en constante ebullición. Hamilton forma parte de esa camada, pero lo suyo tiene un sello particular: el afán por experimentar y no conformarse con lo seguro.
En otras conversaciones, el artista ha contado que su infancia estuvo marcada por la música que sonaba en las fiestas del barrio, donde el champeta se mezclaba con los vinilos de salsa y los casetes de reguetón que llegaban desde Puerto Rico. Esa diversidad temprana le dio un oído entrenado para identificar conexiones insospechadas, algo que hoy se refleja en la versatilidad de Afrorockstar.
El proceso creativo
Cuando habla de cómo nació el disco, Hamilton recuerda que fue un proceso orgánico, sin presiones externas ni obsesión por la perfección. “Fue increíble porque hice música con gente que admiro mucho”, dice. “No busqué colaboraciones perfectas, simplemente fluyó todo con mis productores, mis colegas y mi equipo”.
El resultado es un álbum que no se siente planeado en exceso, sino espontáneo, como un mosaico de experiencias y encuentros. Un collage de sonidos donde cada pieza encuentra su lugar sin perder autenticidad.
Lo más sorprendente es que este lanzamiento, con 21 canciones y una diversidad enorme de estilos, es apenas el primer capítulo. Hamilton ya trabaja en un segundo volumen de Afrorockstar, convencido de que este concepto tiene mucho más por ofrecer. Esa seguridad no es gratuita: basta escuchar la energía con la que habla del proyecto para entender que no se trata de un experimento pasajero, sino de una apuesta a largo plazo.
Una nueva voz en el urbano y el afrobeats
El género urbano latino vive un momento de esplendor, pero también de saturación: hay demasiados nombres, demasiadas propuestas que suenan parecidas. En medio de esa avalancha, Hamilton busca abrirse camino con una propuesta distinta, que no renuncia a lo comercial pero tampoco a la innovación.
Con Afrorockstar, el cartagenero demuestra que se puede ser popular sin dejar de ser creativo, que se puede soñar con conquistar el mundo sin olvidar las raíces, y que la autenticidad sigue siendo la mejor carta de presentación.
“Me estoy divirtiendo”, repite varias veces durante la conversación, y en esa frase parece estar el corazón de todo: un artista que disfruta lo que hace, que no se obsesiona con el éxito inmediato, sino que confía en que la música, cuando es genuina, encuentra siempre su camino.
El rugido de un movimiento
Al final, Afrorockstar es más que un álbum: es una invitación a ver la música urbana desde otra perspectiva. Un movimiento que busca unir culturas, ritmos y generaciones. Un espejo en el que Hamilton se refleja, pero que también abre la puerta a que otros artistas y oyentes se reconozcan en él.
Y aunque el futuro es incierto, lo que está claro es que Hamilton ya encontró su voz y su camino. Desde Cartagena, con los pies en la arena y los ojos en el mundo, lanza un grito que resuena más allá de las fronteras: el rugido de un Afrorockstar.