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Alejandro y Estevan, más conocidos en la industria musical como Hermanos Gutiérrez, se presentarán en el FEP sin cantar. ¿Cómo lo hacen? Solo tocan sus instrumentos. “Nosotros no cantamos, solo somos dos guitarras”, dicen los hermanos suizo-ecuatorianos en entrevista para El Espectador.
La música instrumental, ambientada entre el desierto y el espacio, compartirá escenario este sábado 29 de marzo con, entre otros, Rawayana, Ca7riel & Paco Amoroso y LosPetitFellas. Hablamos con ellos sobre su gira por América Latina, el rol del silencio en sus conciertos y el poder literario de sus composiciones.
Si pienso en la última vez que coordinamos el silencio en un momento de alegría, el único ejemplo ha sido en un concierto de Hermanos Gutiérrez en Utrecht, ciudad del centro de Países Bajos. Más de 1.000 asistentes sincronizamos nuestro silencio por casi dos horas. Las luces del escenario iluminaban tenuemente a Estevan y Alejandro, mientras tanto en el público sentía que hasta un suspiro tenía la capacidad de interrumpir la armonía de las cuerdas. El espectáculo no solo era inmaculado, según los hermanos, era humilde. “Cuando visitas una casa súper sencilla, humilde, uno la respeta y honra esa sencillez A veces yo me siento así cuando estamos en el escenario. O sea, es lo que hay, solo dos guitarras, esa es nuestra casa, nuestro hogar y queremos darles la bienvenida a todos”.
El hogar de los dos hermanos no tiene una sede fija. Atraviesa las fronteras de Suiza, donde nacieron; de Ecuador, donde nació su madre; de Estados Unidos, en donde conectaron con Nuevo México y en donde conectan con el Western del indomable desierto. Entre el alemán, el español y el inglés, las guitarras tienen un lenguaje universal. Uno que no necesita de pasaporte, que atraviesa la milonga argentina, el bolero y la cumbia.
Su madre, una joven ecuatoriana, migró junto a su antiguo jefe y futuro esposo hacia Zurich, Suiza. Allá nacieron Alejandro y Estevan, quienes nunca sintieron que no pertenecían o que pertenecían demasiado. Su familia ecuatoriana los vio crecer por temporadas. Sus tías lloraban y los abrazaban cada vez que los veían. En estas estadías se encontraron con el desborde de afecto propio de la cultura latinoamericana. La que promulga que la música limpia las penas y que las tristezas hay que bailarlas.
En Colombia, los Hermanos Gutiérrez darán inicio a su gira por Latinoamérica, en la que visitarán Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil y México. Sobre su regreso al continente, Estevan dice que le “encanta regresar porque se siente como cuando regresamos de niños, a visitar a nuestros abuelos, a nuestra familia. Y le dije eso a mi hermano, hace tres semanas estuvimos en Australia y ese país es muy, muy lindo, pero nunca me sentí como llegar a casa, aunque también tiene playa y hace calor, pero no se siente ese amor que le tenemos a América Latina. Regresar a la casa y es muy lindo, así que nosotros estamos emocionados de regresar”.
A diferencia de otros conciertos en teatros o espacios con control acústico, en Bogotá los Hermanos Gutiérrez se presentarán en un parque que es como el pulmón de la ciudad, un espacio abierto y al que acude público con gustos musicales muy variados. Un contexto donde el silencio no es la regla y que pondrá a prueba la capacidad de seducción de su propuesta musical. Ellos no tienen miedo. Alejandro Gutiérrez asegura que “un festival siempre es muy especial porque uno ya siente cuando se despierta la energía del festival. En el que hay tanta gente, tantas expectativas, tanta música diferente, y eso sí te pone en un modo diferente que en una noche donde tienes tu show y nada más. Pero siempre es como una experiencia muy única”.
Los Hermanos Gutiérrez, que han tocado en y para el desierto, se inspiran en los ambientes que pueden llegar a ser hostiles para muchos. En el desierto de Abiquiu, Nuevo México, interpretaron para OUTSIDE de Spotify, Low Sun una de las canciones de más reciente álbum Sonido Cósmico (2024). La experiencia fue casi milagrosa y su música desató el carácter noble de la naturaleza.
“Fue muy muy especial, sobre todo porque son unas tierras muy mágicas y tenemos una conexión. Hace unos cinco años hicimos un viaje entre hermanos y justamente fue a Nuevo México. Fue un llamado y dijimos: vamos a grabar una canción en vivo en medio desierto, en medio de los cañones fue muy muy especial. Y lo curioso fue que pocas veces cae nieve ahí y cuando estuvimos tocando, vimos las nubes y empezó a nevar en medio del desierto. Así que sí, la naturaleza también nos dio la bienvenida” relató Estevan Gutiérrez.
Pocas veces los periodistas tenemos la oportunidad de entrevistar a nuestras inspiraciones. ¿Qué le preguntaría a Goya sobre el “Vuelo de brujas?” ¿Cuánto tiempo tendría para hablar con Federer para preguntarle cómo logra volar? Esta vez entrevistar a Hermanos Gutiérrez no era un supuesto, pero el ritmo anti-humano, anti-arte en el que la industria periodística y musical se mueve, hizo que esta entrevista lo fuera. Quise preguntarles sobre la foto de su primer álbum, 8 años. ¿Era su abuela ahí? ¿Por qué escogieron esa foto? ¿Qué recuerdos tienen de la casa de su abuela? Quise preguntarles sobre cómo titulan sus canciones y el juego que encuentro entre esos nombres y los acordes. Pensé que, si ellos ya saben a qué se escucha una montaña desértica, ¿cómo les suena una montaña tropical?
Del repertorio romántico de preguntas solo logré hacer una. Les expliqué que para mí sus composiciones tenían un poder literario porque encima de ellas cada quien podría inventar una historia, construir un desenlace para lo que no tiene nombre. Les pregunté que si ellos habían pensado en su música así. Estevan me constestó: “Totalmente de acuerdo contigo. Creo que como es música instrumental y no hay letras, deseamos que cada uno pone su parte en ese mundo, que sea un viaje individual. Creo que ahí está la magia de hacerlo personal. Y para nosotros es un honor poder contribuir a ese momento en que los fans y nosotros podemos crear una simbiosis de experiencias, ¿no? De venir, de encontrarnos, de conectarnos y de intercambiar energía porque suena distinto pero al mismo tiempo cercano”.
