Cuando abrí los ojos estaba allí, de pie justo donde los Lakers y la National Hockey League habían debutado muchos años atrás, pero esta vez, el escenario de "The Forum" en Inglewood, California, estaba vestido de colores cálidos.
Con una gran presencia latina, las más de doce mil personas que estaban afuera gritando el nombre artístico de Alvaro José Balvin no paraban de aclamarlo, porque todos sabían que su música y sabor colombiano los iba a hacer bailar hasta pasada la media noche.
Afuera había ruido, gritos, adrenalina y emoción, pero adentro, detrás de las bambalinas el ambiente estaba calmado. Mientras J Balvin se alistaba para salir al escenario y transmitir a todos los asistentes su buena vibra, la zona VIP aprovechaba la ocasión para darle a sus invitados todo tipo de comidas, dulces y tragos.
Más abajo del VIP, en un lugar sin tanto ruido ni gente, un regalo esperaba por el artista, que estaba en su camerino afeitándose y haciendo los últimos ajustes para salir. En una sala pequeña donde solo había prensa, Balvin salió a dar un saludo y agradecer por la asistencia de todos los que estábamos presentes, y justo en ese momento recibió una placa por parte de Apple Music, como reconocimiento por haber logrado un billón de reproducciones en la plataforma.
Mientras observaba lo que estaba pasando solo se me pasaba una cosa por la cabeza… “es un duro”, primero, logró ser el artista más escuchado del mundo en Spotify, y justo el día de su debut en Los Ángeles le hacen entrega de una placa conmemorativa de parte de una de las plataformas más grandes del mundo. Eso, en definitiva, es hacer historia.
Afuera, la gente reía mientras brindaba con sus copas de Baileys frío, hablando de las expectativas que generaba el show que estaban próximos a ver, no había tensión, solo ganas de salir y bailar al ritmo de sus más grandes éxitos.
Llegaron las 9 de la noche, y los fanáticos que estaban esperándolo hace más de cinco horas no paraban de hablar entre ellos, preparando las cámaras de sus celulares esperando el momento preciso en el que su ídolo apareciera. “Me vine desde Puerto Rico hasta Los Ángeles solo para ver a mi ‘bro’, es un ídolo para mí, y quiero que salga ya y cante ‘Mi gente’ pa’ ponerme a bailar aquí con mi mujer”, me dijo Carlos, un hombre moreno y alto de cabello negro y camisa extravagante, mientras su mujer miraba ansiosa hacia la tarima.
“Vibras Fun Park”, ese era el letrero que se veía en la tarima, cuando una voz de muñeco animado comenzó a hablar “prepárense, porque esto se va a poner caliente en este parque jurásico”, decía mientras todos gritaban.
Del escenario comenzó a emanar una luz anaranjada, hubo un momento de silencio, comenzó una música fuerte que anunciaba la salida de Balvin. “¡Por fin!, ¡por fin!”, gritaba la gente. En la tarima había un telón gigante de color blanco, y podía verse la sombra de algo grande que estaba justo detrás de él. El telón se cayó y apareció un dinosaurio de unos tres metros de alto, ya todos lo sabían por el ritmo de la canción, era “Machika”.
“¿Cómo están, Los Ángeles?”, gritó Balvin con ese carisma que bien lo caracteriza, y sus fanáticos le respondieron con un grito que se escuchó hasta Colombia. Cuando terminó de cantar “Machika”, detrás de él salieron varios dinosaurios pequeños corriendo por todo el escenario, mientras él corría detrás de ellos. Justo a mi lado tenía a dos hombres gringos que no dejaban de gritar y brincar, aunque no tuvieran ni la menor idea de lo que estaban cantando, se sabían todas las letras.
“Cuando tú quieras”, fue la siguiente canción que el artista interpretó en la tarima, haciéndole honor a su álbum “Vibras”, y que ya tiene más de dos millones de reproducciones en Youtube. Con su dinosaurio de tres metros, ya el escenario no era anaranjado, sino azul, y Balvin decidió montarse encima del Tiranosaurio Rex para darle vida a “Ambiente”, otra de las canciones más famosas de su último álbum.
Las comparaciones son inevitables, y mientras veía la versatilidad del escenario de The Forum solo podía desear que el Movistar Arena en Bogotá realmente nos permita tener escenografías como la que J Balvin estaba protagonizando ese sábado en la noche, porque la herramienta principal de un buen show es tener cómo hacerlo.
Todo se oscureció de repente, solo se veían las pantallas de los celulares y la confusión en la cara de las personas que no sabían lo que pasaba. Nadie se lo esperaba, nadie supo cómo lo hizo, pero Balvin apareció en la parte de atrás del escenario, en una especie de grúa que lo subía y lo bajaba.
Pero esta vez no estaba solo, la voz de una mujer acompañaba la canción que estaba comenzando a cantar. "Brillo", el tema que grabó junto a la cantante española Rosalía comenzó a sonar, y luego aparecieron juntos, bailando en compañía de todas las personas que se sabían la canción al derecho y al revés.
"Gracias, te quiero", le dijo la cantante a Balvin justo antes de dejar la tarima. Y después llegó el momento que la mayoría de asistentes estaban esperando: "X". Nuevamente el artista volvió al frente, y decidió subirse esta vez a otra figura, que es la que protagoniza la imagen de "Vibras", una especie de pelota roja con ojos y boca gigantes. "Aquel día te vi, y tu energía sentí, desde eso no te quiero lejos de mí", comenzaba Nicky Jam sin estar presente. Balvin se aferró al micrófono "No te lo voy a negar", cantò, y de inmediato comenzó a bailar la famosa coreografía, que también ha bailado Will Smith y Jimmy Fallon.
Su conciero lo cerró con broche de oro, parándose con todos los bailarines para comenzar con la canción que tiene más de dos billones de reproducciones, la más bailada y la más aclamada por el público al terminar la noche... "¿Y dónde está mi gente?" preguntó. Entre fuego, danza y gritos, Balvin le dio fin a su debut pasada la media noche, tomándose unos segundos para agradecer a Dios, y finalmente, a todos los que, gracias a èl, pasaron una noche inolvidable en Los Ángeles.