José Alfredo Jiménez, 45 años después de su muerte

El denominado “Rey de la canción ranchera” murió el 23 de noviembre de 1973 en Ciudad de México. Se fue a los 47 años después de haber realizado una radiografía de amor y desamor de toda América Latina.

Juan Carlos Piedrahíta B.
24 de noviembre de 2018 - 07:23 p. m.
José Alfredo Jiménez (enero 19 de 1926 - noviembre 23 de 1973). / Cortesía
José Alfredo Jiménez (enero 19 de 1926 - noviembre 23 de 1973). / Cortesía

“De verás, muchas gracias por haberme aguantado tanto tiempo, desde 1947 hasta 1972 y yo siento que todavía me quieren. ¿Y saben por qué?... porque yo he ganado más aplausos que dinero. El dinero no sé ni por dónde lo tiré, pero sus aplausos… esos los traigo aquí dentro y ya no me los quita nadie. Esos se van conmigo hasta la muerte”. Después, José Alfredo Jiménez cantó el fragmento de su tema Gracias, que dice: “Para poderles pagar que me quieran a mí y a todas mis canciones… ”, sin tener muy claro que estos y otros de sus renglones serían el pilar de la historia de amor y desamor de buena parte del mundo de habla hispana. (Le puede interesar: José Alfredo Jiménez, tan mexicano como universal) 

José Alfredo Jiménez comenzó a despedirse de los escenarios y de la actividad musical algunos meses antes de su muerte, ocurrida el 23 de noviembre de 1973. Su destino era más que evidente para él y para todas las personas que rodearon su dolorosa agonía. De ahí su afán por manifestar, con lágrimas en el rostro y con la voz entrecortada, que pronto desaparecería del espectro de los vivos para reinar, también, en Un mundo raro, como el nombre de una de sus creaciones más populares. (Lea también: Hoy estaría cumpliendo 90 años el cantante José Alfredo Jiménez)

Las razones de la muerte de quien es llamado todavía El rey de la canción ranchera fueron, tal vez, las consecuencias de un vida llevada al límite a cada instante. Su afán por conocer, por sentir y por comunicar quedaron plasmadas en sus múltiples canciones con las que paseo su voz y su inventiva por estilos tan particulares como el huapango y el corrido. Con la guía inicial de su padrino musical Miguel Aceves Mejía comenzó a conquistar los escenario, pero fue siguiendo su propia intuición que llegó a los oídos del mundo. (Además: José Alfredo Jiménez, gran Amigo de Chavela Vargas)

El argumento sonoro de José Alfredo Jiménez siempre fue el silbido. La carencia de formación musical, en el sentido académico de la palabra, nunca fue impedimento para relatar lo que veía a su alrededor. Con su voz y a través del sonido que producían las pequeñas bocanadas de viento que emergían de sus labios, él compuso sus historias, reconstruyó la historia de México y puso sobre el tapete la cotidianidad de América Latina.

Hace pocos meses el productor Camilo Lara, el cerebro detrás del Instituto Mexicano de Sonido, le rindió un homenaje al autor lanzando el álbum Un mundo raro: las canciones de José Alfredo Jiménez, con el que hizo un rápido pero certero recorrido por la propuesta creativa del personaje. Su búsqueda partió de una pregunta cuya respuesta tenía nombre propio: José Alfredo Jiménez.

El interrogante, según manifestó el productor, era establecer las características del mexicano (hombre o mujer) contemporáneo. Pronto aterrizó en la solución a su inquietud promedial y no le quedó más remedio que adentrarse en Dolores Hidalgo, en el estado de Guanajuato, población que vio nacer a José Alfredo Jiménez en 1926.

Al identificar las calles que recorría con frecuencia el autor de temas clásicos como La media vuelta, El rey, Si nos dejan y De qué manera te olvido, para mencionar unos pocos, Camilo Lara fue esbozando una idea respecto al personaje del que tanto le habían hablado. Luego, al escuchar los dichos populares en las esquinas y hasta respirar ese aire todavía rural, el productor entendió de dónde se había nutrido para gestar lo que creó, al parecer sin mayores esfuerzos. Con la naturalidad con la que José Alfredo Jiménez respiraba, así mismo era capaz de elaborar una radiografía social con sus versos y su música.

Lo que hace que las canciones de El rey no solo exploren el sentir mexicano sino que puedan abordar realidades de toda América Latina, es que él se dedicó a hablarle a la piel a los seres humanos. José Alfredo Jiménez se despojó de los conceptos para multiplicar la sensibilidad. Lo hizo con la sabiduría de sus ancestros, con la magia de sus letras y con el susurro genuino de su voz.

José Alfredo Jiménez murió el 23 de noviembre de 1973, y aunque empezó a despedirse mucho antes de los escenarios, realmente nunca se fue. En 1972 dijo Gracias en su canción y hoy, 45 años después, la gratitud de América Latina sigue intacta, como los versos de este artista de Un mundo raro, de otro planeta.

 

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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