Que la vida ha sido injusta con quienes han hecho daño y no han pagado el precio. Que, además, los hombres han sido quienes más han gozado del beneficio de la falta de justicia divina, poética, reputacional y hasta legal. Y que Justin Timberlake ha sido uno de ellos. Eso dicen algunos. Sobre todo, algunas. Tal vez, las que más indignación sienten por las historias alrededor de sus amores, como el de Britney Spears o Cameron Díaz, y por sus escándalos, como el que protagonizó con Janet Jackson en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl en 2004. Durante el show, Timberlake le quitó parte de la ropa a Jackson, exponiendo su pecho derecho.
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Pero la palabra “justicia” podría desenfocar lo que este artista vendrá a hacer a Bogotá durante esta edición del Estéreo Picnic 2025: un recuento de todas las veces en las que quiso demostrar que el pop era un género musical capaz de sobrepasar las fórmulas estudiadas de lo comercial. Y al parecer lo logró.
Comenzó joven. Después de las veces en las que su madre apoyó su causa de artista llevándolo a cuanta presentación había en Memphis, Tennessee, y de que ganara un concurso de belleza de niñas (magnetismo integral: voz, baile y sonrisa), Timberlake entró al club de Mickey Mouse. Allí compartió escenario con Britney Spears, Ryan Gosling y Jessica Simpson. Un año fue suficiente para que fuese fichado para NSYNC, una boy band que sentó las bases de lo que sería su carrera como solista, heredero de las puestas en escena de Michael Jackson, los sonidos de Prince, siempre con el country atravesándole las búsquedas. Sus referentes le ayudaron a convertirse en referente, y el R&B, el folk, el jazz y hasta la electrónica, le han justificado cada salto al vacío como una figura del pop activa, viva, curiosa y atrevida.
En un artículo de La Nación, se describió la presentación de Justin Timberlake en el festival Lollapalooza Argentina 2025, como “un debut anacrónico”. “No es ni el joven líder de una boyband ni la estrella redimida como un músico hecho y derecho. Es un hombre de 44 años, con su talento delante y sus sombras en segundo plano, dispuesto a poner a bailar sin sobreactuar modernidad ni reclamar tronos de dinastías muertas. Un remanso en este mundo de tendencias y prestigios autoproclamados”, escribieron.
Sobre este comentario, y sobre la figura de Justin Timberlake a lo largo de los años, Julio Escovar, director de la emisora Radioacktiva, contestó algunas preguntas para entender la evolución de este artista, que vendrá como uno de los líderes del cartel de este festival bogotano.
“Lo primero que tendría en cuenta después de escuchar lo que se dijo en el periódico La Nación, es que estamos hablando de un artista con una discografía muy corta. Cinco discos del 2002 al 2024. Hay artistas cuyo nombre trasciende, para bien o para mal, y él ha hecho un ejercicio musical genuinamente diferente e innovador. A mí me parece que las comparaciones con Prince son muy válidas. Es un artista pop tremendo, pero hay un momento en el que ya no encuentras que el tipo esté probando algo diferente, y me parece que está bien, porque hay un momento en el que él ya no es el joven para completar el nuevo movimiento pop. Yo siento que Justin Timberlake ya se bajó de esa carrera de ser el príncipe, el nuevo príncipe del pop, el sucesor de Michael Jackson o algo por el estilo, para hacer lo que a él se le da la gana”.
Para hablar del primer momento bisagra de la carrera de Justin Timberlake, tendríamos que referirnos al final de NSYNC y al lanzamiento de su primer álbum como solista, “Justified”, en 2002…
Para mí, el momento más grande de su carrera como artista post NSYNC fue en “FutureSex/LoveSounds”, que fue ese segundo disco de solista: es un trabajo rico en sonidos y en innovación. Es muy importante situarse en la época, ¿no? Estamos hablando de hace 19 años. Pero tú lo escuchas hoy en día y dices: “Es un disco de pop muy avanzado para esa época”. Tenía funk, techno y seguía siendo un disco pop.
Ahora que menciona otros géneros, ¿cuáles son las mezclas a las que Timberlake más le ha apostado en sus álbumes? Por qué hablamos de algo más que pop cuando nos centramos en Timberlake…
Cuando hablamos de pop, usualmente pensamos en Britney Spears, Backstreet Boys, NSYNC… Pero el pop se alimenta, como todos los géneros, de muchos otros estilos musicales. En Timberlake veo a unhombre enfocado en buscar discos que no suenen a reminiscencias del pop del pasado. Es un disco con The Tennessee Kids, que es un ensamble muy del sonido de Nashville, que es muy cercano a él, con vientos, trompetas, trombones. Tiene canciones como Mirrors, que es básicamente una balada. Lo que pasa es que es una balada adornada para que suene de una forma diferente. Y eso no es habitual en el pop.
Para que hablemos más del pop: ¿qué pasa con los géneros, como el pop, en los que el baile es su eje? ¿Y en los que, además, esta característica tiende a banalizarlos…?
Son géneros que no son solo de escuchar, sino también son de ver. Por eso, un artista pop se ve de una manera, se mueve de una manera, escucha de una manera: el complemento visual es muy importante. No es un género que viene del underground y hable de las incomodidades de la sociedad ni nada de eso. Es un producto puntual, un género, un estilo, un público en particular…
¿Usted cree Justin Timberlake se ha alejado de la fórmula aprobada, es decir, del método comprobado, que podría adjudicársele al pop que conocemos como el más comercial?
Sí, pero tiene que ver con su madurez como artista. Por ejemplo, Man of the Woods es un disco que ya suena a músico maduro.
Ya que lo menciona, ¿por qué cree que criticaron tanto Man of the Woods? Se dijo que fue “su apuesta más genuina y personal, pero que fue una mala apuesta”...
Todos los músicos tienen un momento en el que quieren hacer el disco que ellos siempre quisieron hacer. Con esta pregunta, pienso en que nosotros, los que no somos músicos, no siempre somos buenos con la adultez de los ídolos musicales.