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Suena la potencia de los instrumentos de viento, como antesala a un canto que en los años 70 fue célebre en la capital, en la voz de Cheo García: “Para Bogotá, para Bogotá... para mi sabana, verde esmeralda, quiero cantar...”. Entre las casi 2.300 canciones que grabó la Billo’s Caracas Boys, la big band de música tropical más reconocida de Latinoamérica, dedicó un capítulo a la capital y varios a Colombia. La orquesta cumple 85 años de historia el 31 de agosto.
Su origen se remonta a los años 30, en República Dominicana, cuando la música era materia obligada en los colegios. Eran tiempos de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, conocido como Chapita, por su gusto por las condecoraciones. Pero para algunos la música no era una carga, sino una pasión, como lo fue para Luis María Frómeta Pereira, quien con 15 años dio señas de un talento que transformó en legado. A esa edad creó su primer grupo, la banda de bomberos de Ciudad Trujillo y luego la Sinfónica de Santo Domingo.
Fueron los primeros pasos de Billo Frómeta, como se le conocía, antes de salir de la isla para que el mundo conociera su ingenio. Ese salto se empezó a gestar en las aulas universitarias, cuando, siendo estudiante de Medicina creó con tres compañeros la Santo Domingo Jazz Band, quienes, hastiados de la situación de su país, buscaron la manera de escapar. En su plan, no solo consiguieron que los invitaran a tocar en el primer local danzante de Caracas (Venezuela), el Roof Garden, sino que Chapita les permitiera viajar. Lo hizo con una condición: que el grupo se llamara Ciudad Trujillo Jazz Band.
Los cuatro emprendieron el viaje hacia una nueva vida a bordo de un barco como polizones y el 31 de diciembre de 1937 tocaron suelo venezolano, logrando su primer éxito: escapar de la dictadura. Esta ruptura la ratificaron al llegar al Roof Garden y cambiar el nombre de la agrupación por Billo’s Happy Boys, hecho que no cayó bien en República Dominicana. Pero el lazo ya estaba roto y el viaje que era para tocar una noche se prolongó hasta que los músicos se asentaron en Caracas.
Ni el tifus lo detuvo
Billo Frómeta nació para la música y ni el tifus que contrajo en 1939 lo detuvo; aunque los médicos lo desahuciaron, la escena artística lo necesitaba. Tras superar la enfermedad, siguió su camino y el 31 de agosto de 1940 nació la Billo’s Caracas Boys, en agradecimiento por la hospitalidad de la ciudad en su convalecencia. A partir de ahí comenzó su enamoramiento con la ciudad, a la que le rindió homenaje en una serie de composiciones sobre sus costumbres, paisajes, personajes y tradiciones. Fue tal la conexión con la gente, que lo empezaron a llamar el Cantor de Caracas” y el Novio de Caracas.
Gracias a esa conexión, en los años 40 llegaron los éxitos de la mano de los famosos vocalistas Víctor Pérez y Rafa Galindo, con los que logró vender medio millón de discos en el formato de 78 r. p. m. En los años 50 ya competía con agrupaciones tan famosas como la Sonora Matancera, Luis Alfonzo Larrain y Dámaso Pérez Prado.
El brillo de la orquesta, sus vocalistas y su impacto en Colombia
La historia cuenta que era tal su éxito, que sin mucha justificación (algunos dicen que por envidia), en 1958 la Asociación Musical de Venezuela la vetó para tocar en el país, pero Frómeta no dejó que se impusiera el silencio. Se trasladó a Cuba, donde siguió grabando con músicos de la isla, como Alberto Beltrán, el de “El Negrito del Batey”, y apoyó con sus arreglos a músicos de Caracas como Renato Capriles, creador de Los Melódicos, en 1958.
En 1960, al finalizar el veto, Billo regresó con su orquesta y los vocalistas Cheo García (cantó 21 años con la orquesta) y el famoso Bolerista de América, Felipe Pirela. Con esta dupla, no solo ratificó la fidelidad de su público, sino que cautivó a nuevos admiradores. Pirela impuso en los años 60 temas como “Pobre del pobre”, “El malquerido” y “Por la vuelta”. Cheo, por su parte, posicionó “La vaca vieja”, “Ariel”, “Compadrito” y varios mosaicos. En esta década la Billo’s, incluso, se dio el lujo de tener como vocalistas a José Luis Rodríguez el Puma, Memo Morales y Nelson Henríquez, entre otros.
En los años 70 la orquesta se encumbra, posicionando éxitos en Venezuela, Estados Unidos, Costa Rica, República Dominicana y, por supuesto, Colombia, en donde muchos pensaron que era de acá, ya que dedicó varias canciones a sus regiones, reflejando el profundo vínculo cultural y musical con el país. Imposible olvidar éxitos como “Mi Cali bella”, “Pa’ Barranquilla me voy”, “Tres perlas”, “Macondo”, “Para Bogotá”, “Medellín”, “Palmira señorial”, “Cumbia caletera” y “Millonarios será campeón” (adaptacion de “Magallanes será campeón”), entre muchos otros. Ese cariño de la Billo’s por Colombia, que considera su segunda patria, se lo ha retribuido el público en sus presentaciones con premios como el Congo de Oro y el Bambuco de Oro. Como si fuera poco, la orquesta siempre ha contado entre sus filas con músicos colombianos y varios siguen en sus filas.
Muerte del maestro: a conservar su legado
Los años 80 fueron una década agridulce para la orquesta. En 1987, la Billo’s se registró en el Libro de los Récords Guinness tras presentarse ante 250.000 personas en Islas Canarias, lo que fue, tal vez, el último gran éxito del maestro Billo Frómeta en vida, quien, al año siguiente, con 73 años y en medio de un ensayo con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, sufrió un evento cerebrovascular que le provocó la muerte.
Su legado quedó en manos de dos de sus 14 hijos: Luis y Amable Frómeta Peraza, quienes tomaron las riendas. Luis falleció hace unos años y Amable, el menor, es quien mantiene viva la historia de su padre y de la institución. Hoy conserva la estructura original de cuatro saxofones, tres trompetas, dos trombones, cinco instrumentos de ritmo y cuatro vocalistas. La orquesta tiene un palmarés de casi 80 reconocimientos, destacándose El Guaicaipuro de Oro (17 ocasiones) y el Meridiano de Oro (15 oportunidades), en Venezuela;los premios Candilejas y A. C. E, en Nueva York; El Teide de Oro y la Manta Sabandeña, en Islas Canarias, así como tres discos de oro (1960, 1972 y 1988), y tres de platino (1973, 1989 y 1990).
“Mi papá fue un hombre excepcional. Un gran músico. Para él siempre la música fue primero. Fue un hombre muy dedicado a su obra y a mantener en firme y en alto el nombre de la orquesta. Fue estricto con su grupo y con la vida. Fue muy correcto, pero no dejó de ser gran amigo de sus músicos. Hoy, la Billo’s no solo es una institución, sino una universidad para los músicos”, comenta Amable Frómeta, actual director
Hoy, la agrupación conserva los arreglos originales del maestro Billo y ese sonido que enamora y que, con varios músicos colombianos, siempre hace exclamar a alguien del público “¡siguen sonando igualito al disco!”. El legado se mantiene y se puede decir que hay Billo’s Caracas Boys para rato.
Billo’s Caracas Boys y su amor por Colombia
- ‘Canto a Colombia’: homenaje directo a la nación colombiana, exaltando su diversidad y belleza.
- ‘Para Bogotá’: joya dedicada a la capital, con referencias a su paisaje, clima y cultura.
- ‘Manizales’: canción que evoca la calidez y el encanto de esta ciudad cafetera.
- ‘Carmen de Bolívar’: tema del maestro Lucho Bermúdez dedicado a su tierra, también fue interpretado por la Billo´s con rotundo éxito.
- ‘Mi Cali bella’: una poesía dedicada a la Sultana del Valle, exaltando su clima, su hospitalidad y su importancia en el deporte.
- ‘Tres Perlas’: homenaje a Santa Marta, Barranquilla y Cartagena
- ‘Boquita Salada’: tema interpretado por varias orquestas, pero ninguna versión tan famosa como la arreglada por el maestro Billo.
- ‘La Butifarra de Pacho’: arreglo a la canción original de Pacho Galán que originalmente fuera instrumental, pero Billo le puso letra para homenajear al maestro Pacho, con quien compartía butifarras cuando la Billo´s venía a Colombia.
- ‘Medellín’: homenaje a la capital antioqueña y a algunos de sus municipios.
- Juan Manuel Bustos González: M.D. coleccionista Billo’s Caracas Boys.