Loraine Lara Mercado: la reina del acordeón

El panorama, en alguna medida, ha sido complicado, pues abrirse camino en el vallenato siendo mujer no ha sido fácil. Ahora, después de tantos años de esfuerzo y disciplina, Loraine Lara está forjando su propio nombre en la música.

Giancarlo Calderón
27 de julio de 2019 - 08:20 p. m.
Loraine Lara Mercado comenzó a tocar acordeón a los doce años.  / Cortesía
Loraine Lara Mercado comenzó a tocar acordeón a los doce años. / Cortesía

Han pasado casi tres meses desde que, ese 29 de abril, el Festival de la Leyenda Vallenata tuvo por primera vez en su ya larga historia de 52 ediciones a su primera reina profesional. Se trata de Loraine Lara Mercado, de 18 años, de Sabanalarga, Atlántico, con mucho talento y sobre todo con una pasión por el acordeón que ya arrojó, hasta ahora, su cosecha más esperada: alzarse con la corona de reina profesional de este festival. Sí, había sido un sueño, este de ganar el más importante de los festivales de música vallenata. Ya antes había ganado en la tierra de Alejandro Durán.

 

 

Así lo recuerda en el reportaje “Loraine Lara, una reina en la historia del vallenato”, del periodista César Mendoza: “…Y me enamoré del festival, yo dije: ‘Yo tengo que ir a algún festival’. Me presenté en el primer festival en El paso, Cesar, y ocupé el primer puesto. ¡De una!. O sea, mi primer festival, primer puesto”. Pero faltaba el de más renombre y tradición. El de La Leyenda Vallenata, en Valledupar, en el parque Consuelo Araujonoguera y delante de una importante multitud expectante de conocer su primera reina profesional. (Le puede interesar: Festival de la Leyenda Vallenata coronará por primera vez una reina acordeonera)

A los doce años, Loraine Lara comenzó su romance con el acordeón. En dialogo con el mismo comunicador, y con un tono jocoso y desenfadado, comentó: “…Mi querido padre, ‘Peyo’ Lara, me dormía tocándome villancicos con el acordeón… Yo nací en noviembre, entonces él en diciembre me dormía con el acordeón… Yo me pregunto: ¿Cómo es posible que él no quisiera que yo tuviese nada que ver con el acordeón y me durmiera de esa forma?”.

Y referente al día particular en el que, por iniciativa propia, comenzó a tocar este instrumento, apuntó: “… Estaba tan concentrada que no escuché que había llegado mi papá, cuando él entró al cuarto me vio tocando y quedó encantando: ¿Cómo es posible que una niña de once o doce años esté sacando una canción por sí misma sin ayuda de absolutamente nadie?”.

Su padre, Pedro Lara, acordeonero y director de su propia escuela de música, efectivamente era reacio a la idea de que su hija siguiera sus pasos, hasta que ese día la encontró, desprevenidamente, tocando La piña madura, canción preferente para el aprendizaje inicial del acordeón.

Lara se conmovió tanto y sintió tanta admiración por la pasión y el empeño con el que su hija, todavía una niña, interpretaba esas primeras notas, que supo que no había reversa en este camino: había que forjar, con su ayuda y conocimiento, la carrera musical de su hija, talentosa y terca.

Él mismo lo contó, en el mencionado reportaje: “Cuando me vengo acercando a la casa yo dije: “! el acordeón está penando!... ¿por qué está ese acordeón sonando?. Yo me voy con cuidadito y abro la ventana… y veo a mi hijita Loraine en una posición, con sus dos piernecitas abiertas, así, y el cachetico pero rojo como un tomate… Yo dije: “Diosito ya no hay más nada qué hacer, este proceso tengo que seguirlo”.

El panorama, en alguna medida, ha sido complicado, pues abrirse camino en la música vallenata siendo mujer no ha sido fácil. Ahora, después de tantos años de esfuerzo y disciplina, y sin duda gracias al apoyo de sus padres, Loraine Lara Mercado está forjando una carrera musical.

Lo cierto es que ya está escrito, en las páginas de este folclor, que la noche del 29 de abril del 2019, en Valledupar, hubo por primera vez una reina profesional en su máxima festividad. También quedó escrito que esa reina tocó con aplomo y concentración, y además que en uno de los momentos climáticos de su presentación, en la interpretación de la puya No le temo a nadie de su propia autoría, con el asombro de los jurados y de todos los espectadores, soltó de una mano el acordeón, con suficiencia y propiedad, y tocó los bajos con sabrosura y precisión.

Y que, además, su sonrisa alumbró de admiración a una ciudad que no era la suya, y de orgullo a un pueblo, suyo este sí, Sabanalarga, Atlántico, que la había visto nacer 18 años atrás, y que un día después de su gesta musical la recibió en sus calles con algarabía y agradecimiento. Y también quedó escrito y para siempre que su nombre es Loraine Lara Mercado.

 

Por Giancarlo Calderón

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