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Luli Pampín, un ícono pop infantil de gira por Colombia

Luli Pampín, cuyo verdadero nombre es Lucía Pérez Gerardi, habló para El Espectador de su trabajo como creadora de contenido infantil, su trayectoria, y su gira por Colombia, que incluye conciertos en Medellín, Cali y Barranquilla. Se presenta este domingo 7 de julio en Bogotá.

Diana Camila Eslava

06 de julio de 2024 - 07:00 p. m.
En sus presentaciones, Luli Pampín, combina música, baile, actuación y pedagogía infantil.
Foto: Cortesía
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En este lado de la realidad, en los restaurantes se sirve pizza con helado, y las chefs ejercemos muchas profesiones. Nunca se sabe cuándo puede ocurrir una emergencia y haya que apagar un fuego con el camión de bomberos que tenemos parqueado en la habitación. En un salto de cama, nos ponemos las batas y nos convertimos en médicas para atender a media docena de muñecos enfermos que atraviesan todo tipo de calamidades, desde huesos rotos hasta dolores de panza. Y si suena la canción del vampiro vegetariano, bailamos un merengue al ritmo del chaca chaca chaca cha, cheque cheque cheque che, chiqui chiqui chiqui chi, y ustedes ya se imaginarán el resto...

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No hace mucho tiempo, la soberana de estas tierras me pidió que le leyera la historia de una bailarina que vivía en una cajita de música. Dos hermanos le daban cuerda para hacerla girar y escuchar las melodías, que los acompañaban mientras bailaban, jugaban o se preparaban para dormir. Un día, esa bailarina hechizada por una radio mágica, se convirtió en una heroína que hoy lucha por mantener la alegría y la imaginación viva en todos los niños y niñas del mundo. Su nombre es Luli Pampín.

Y como solo una madre o un padre entenderá, por eso y por otras razones que solo se viven en el campo de la metafísica, me vi en la obligación de prometerle a mi hija que la llevaría al concierto que Luli Pampín ofrecerá este domingo 7 de julio en el Movistar Arena de Bogotá.

Pero aquí la sorpresa no fue esa, sino que las dos la entrevistamos. “Le puedes preguntar lo que quieras”, le dije a mi hija. Brincó, gritó, bailó, practicamos un saludo, y apenas la vio, se quedó callada y me apretó la mano.

Luli tiene dos nombres: el de heroína, y el de bautizo, que es Lucía Pérez Gerardi. Nació en Argentina, pero desde niña vive en España. Le digo que me recuerda mucho a Karina y Timoteo, a Xuxa y a un referente muy millennial: a Sailor Moon. “Es que yo nací con Sailor Moon, esa fue prácticamente mi infancia”, explicó Luli. “Ella me dejó muchas enseñanzas. Era una heroína que tenía muchos tropiezos pero que siempre sacaba fuerzas y seguía luchando por lo que creía. Eso me pasó a mí cuando quise ser Luli Pampín, que sentía que no tenía la valentía, pero me inspiré en mi hijo y en mis sueños y seguí adelante”.

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Y suena a exageración, pero no lo es: este ícono pop infantil ha calado en la cultura más de lo que un adulto puede imaginar. No tenemos la cifra, pero sí la certeza de que más de una familia se ha visto en aprietos buscando una Luli Pampín que les amenice las fiestas. En un cumpleaños de menores de 10 años, no se escucha el típico “Happy birthday to you”, sino la versión lulipampinera. Y si hay que remitirse a los datos, su canal de YouTube, en este momento tiene más de 16 millones y medio de seguidores y más de 11.000 millones de reproducciones que respaldan por qué esta fiebre.

“La verdad, empecé sola, desde cero, desde lo más bajito que se puede, con una caja de cartón, que era mi cajita musical, me grababa y poco a poco fui creciendo. Me siento muy orgullosa de a dónde he llegado. Con el tiempo se fue sumando gente talentosa a mi equipo, que confiaron en mi trabajo y se entregan como yo, con las mismas ganas a este proyecto tan real”, nos contó Luli.

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Tiene canciones sobre mil y un temas, que en su mayoría ha escrito ella, canta, actúa y baila. En una de estas canciones se enfrenta a una bacteria, un virus y un hongo gigante, mientras enseña todos los pasos para lavarse las manos. Tiene una canción para perder el miedo de ir al odontólogo, otra sobre las formas geométricas y otra sobre las vocales. En una se disfraza de bruja y cuenta que le duele la panza de comer tantos dulces, y en otra se disfraza de fantasma, de Frankenstein, Drácula o calabaza para enseñarles a los niños pasos de salsa, tango, samba o reggae.

“Tener un hijo me llevó a preguntarme: ¿cómo quiero enseñarle sobre un tema en específico? ¿Cómo quiero que aprenda a enfrentar un monstruo si tiene una pesadilla, y hacerlo de una manera graciosa para que pueda aprender algo de ello? ¿O cómo quiero enseñarle a lavarse las manos y a hacer las cosas por sí solo? Todos los temas que abordo a lo largo de mis canciones, incluso las que compongo, han surgido de juegos o momentos con él. Ahora que tengo a mi pequeñita de un año, es como volver a empezar, pues con ellos se aprende todo el tiempo. La maternidad en sí misma es mi inspiración”.

Lucía, Luli, que son una misma, según la artista, inició la carrera profesional en el ejército a los 18 años, pero mientras tanto participaba en coros, iba a clases de baile, pintura, repostería y artes marciales. A los 25 años se convirtió en madre y su nuevo rol cambió su vida para siempre. “La maternidad me despertó, me hizo florecer, empecé a leer, a investigar sobre el mundo infantil”, cuenta en su autobiografía. “Cuando somos padres y madres, nos convertimos en cuentacuentos, cantantes, magos, payasos, bailamos como locos, somos trapecistas, ponemos voces raras o muecas imposibles, somos actores”.

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El objetivo de su personaje es que, cuando los niños y niñas crezcan, recuerden con agrado su infancia y las canciones con las que aprendieron sobre la vida, la cotidianidad, los miedos y los sentimientos. Además de dejar un mensaje a los más pequeños, también quiere mostrar a los adultos lo divertido que puede ser seguir imaginando y que vean en sus propios hijos una ventana para lograrlo. “La imaginación es una semilla que hay que regar para que crezca sana y fuerte”.

Sobre su visita a Colombia dice que está muy emocionada, que es el segundo país donde tiene más fans y que será su primera vez por estas tierras. Cuando se despide le manda un beso a mi hija y se desconecta. Emilia recupera su voz, se baja de la silla, brinca, grita y baila. La felicidad tiene muchas caras.

Por Diana Camila Eslava

Periodista del Magazín Cultural de El Espectador. Con experiencia en comunicación y gestión cultural, así como en consultoría empresarial en transformación digital. Maestra en Creación Literaria.@CamilaEslava_deslava@elespectador.com

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